Por Sybila Tabra
Servindi, 23 de junio, 2013.- El Inti Raymi, el Machaq Mara, el Willka Kuti, el We Xipantu, el Mosoq Wata son algunas denominaciones de cómo los pueblos originarios identifican y celebran el denominado Año Nuevo Indígena, ya sea andino o amazónico.
El acontecimiento asociado al “retorno del sol” se deriva del solsticio de invierno que define un nuevo ciclo agrícola y una nueva época para las siembras anuales.
Una interpretación reciente afirma que se celebran 5,520 años de pervivencia de los pueblos andinos, partiendo de 5,000 años de antigüedad que se atribuye a la milenaria cultura Tiwanaku, a los que se suman otros 520 años desde 1492, cuando la conquista occidental interrumpe el proceso autonómico de los pueblos originarios de este continente.
Es el día en el que los sabios indígenas de cada pueblo celebran un momento clave y simbólico de la renovación de la naturaleza y la vida, en el que el astro “Rey” adquiere presencia y protagonismo universal que se manifiesta en el cambio de estación.
El frío invernal se hace intenso debido a que el sol se ubicará en el punto más alejado de nuestra parte en la Tierra: el sur. La oscuridad deja paso a días más largos y luminosos hasta la llegada, de nuevo, del frío.
El Año Nuevo Andino es una celebración mística que pervive y se renueva cada año en la espiritualidad de los pueblos andinos y que también se expande entre los pueblos amazónicos.
Desde antiguo, los agricultores indígenas se rigen por la observación de diversos fenómenos astronómicos para orientarse sobre los momentos en que debían realizar sus faenas agrícolas y ganaderas, como siembras, cosechas y esquilas a los camélidos andinos.
En muchas partes del mundo los pueblos ancestrales efectúan ritos y ofrendas al Sol y a la Madre Tierra en expresión clara de la armonía entre los seres humanos y la naturaleza, entre los seres humanos y el universo sagrado, principio básico en la espiritualidad indígena.
La celebración del Inti Raymi
El Inti Raymi o Fiesta del Sol era el más importante de los cuatro festivales que celebraban los incas en el Cusco. Algunos calendarios registran como fecha principal el 24 de junio, que coincide con el final de la cosecha y el equinoccio de invierno.
El investigador Tom Zuidema indica en su libro “El calendario inca”, que el momento de clímax del Inti Raymi se producía durante el solsticio de junio, alrededor del 21 y 22 de junio.
Según relata el Inca Garcilaso de la Vega, significaba el inicio de una nueva etapa en el "tiempo circular inca”, asociado además al origen mítico del Inca quien fue enviado por el Sol, como ordenador de las acciones de las poblaciones del mundo antiguo.
La celebración duraba quince días, en los cuales había bailes y sacrificios. Durante el mes los sacerdotes seguían el movimiento del Sol en procesiones diarias, sacrificando una llama en la montaña Huanacauri, una llama en el Coricancha y una tercera en la montaña Quiancalla.
De este modo anunciaban y facilitaban el regreso del Sol, para que les proveyera de calor y enviara la lluvia para el primer riego.
El último Inti Raymi con la presencia del Inca fue realizado en 1535. En 1572 el virrey Francisco Álvarez de Toledo la prohibió por considerarla una ceremonia pagana y contraria a la religión católica.
Después de muchos años, en 1944, Faustino Espinoza Navarro ejecutó una reconstrucción histórica del Inti Raymi basada en la crónica de Garcilaso de la Vega pero sólo referida a la ceremonia religiosa.
La recreación actual del Inti Raymi tiene 70 años de existencia y se reproduce como un evento público y turístico en el que se reivindica y reafirma el espíritu y la cosmovisión indígena.
La escenificación tiene como eje central la explanada de Sacsahuamán donde participan más de 800 actores y congrega a más de 30.000 espectadores provenientes de diversos lugares del mundo.
La ceremonia central se inicia a la 1.30 p.m. con la escenificación del emplazamiento ceremonial donde se reciben informes de los cuatro suyos o regiones que formaban la civilización inca y prosigue con los ritos de la chicha y el fuego sagrado.
Uno de los momentos más conmovedores es el sacrificio de la llama para pronosticar los augurios de nuevos tiempos. Además, la ceremonia sigue con el rito del sankhu (pan sagrado) y culmina con el q’ochurikuy o estallido de exaltación popular.
Durante una hora y media el público prácticamente se traslada a la época en que Pachacútec gobernaba el Tahuantinsuyo para saludar al Inca y al Sol y celebrar con unción espiritual y con éxtasis pletórico un nuevo ciclo de cambio y renovación que reafirme la vida y la naturaleza.
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