Aunque la COP16 no haya podido concluir como estaba previsto, su desarrollo ha evidenciado tanto los avances como las profundas desigualdades que persisten en la gobernanza global. La COICA celebra la creación del nuevo órgano subsidiario como un triunfo de los pueblos indígenas, pero reitera su exigencia de justicia y equidad en los mecanismos financieros.
COP16: Un Avance Histórico para los Derechos de los Pueblos Indígenas y un Llamado Urgente a la Coherencia y la Justicia
Por la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA)
Coica, 5 de noviembre, 2024.- La COP16 celebrada en Cali, Colombia, será recordada como un momento histórico en la lucha por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales en la preservación de la biodiversidad.
Sin embargo, el espíritu de colaboración y justicia que debería guiar estos encuentros se vio empañado por la postura de varios países desarrollados, que bloquearon la discusión de un fondo específico para la biodiversidad, demandado desde hace más de tres décadas.
Desde la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), expresamos nuestro rechazo y denunciamos este acto de incongruencia y falta de compromiso hacia los países del Sur Global.
Un logro histórico: la creación del Órgano Subsidiario del Artículo 8J
A pesar de los desafíos, uno de los hitos alcanzados en esta COP16 fue la creación de un órgano subsidiario para la aplicación del Artículo 8J del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).
Este espacio, fruto de una lucha de más de 26 años, asegura a los pueblos indígenas y comunidades locales un lugar en la mesa de toma de decisiones sobre biodiversidad.
Con este órgano, los pueblos indígenas no solo tendrán voz, sino también podrán generar recomendaciones y asesoramiento al consejo de la ONU acerca de temas que competen al artículo 8j , fortaleciendo el reconocimiento de sus conocimientos tradicionales y de su rol indispensable en la conservación de la biodiversidad mundial.
La creación de este órgano subsidiario marca un precedente en la historia de los acuerdos ambientales multilaterales, reforzando el compromiso de la comunidad internacional hacia la inclusión de los pueblos indígenas.
Este órgano se suma a los otros dos órganos subsidiarios del CDB –el de asesoramiento científico y el de implementación–, permitiendo que los conocimientos y prácticas tradicionales de los pueblos indígenas sean integrados en la evaluación y ejecución de los acuerdos para la biodiversidad.
Este logro responde al mandato del Artículo 8J, que promueve el respeto y la preservación de las prácticas y conocimientos de las comunidades indígenas, reconociendo su papel fundamental en la protección de la diversidad biológica.
En palabras de Camila Paz Romero, vocera indígena:
“Esta es una ocasión sin precedentes en la historia de los acuerdos multilaterales sobre ambiente. Los pueblos indígenas y las comunidades locales del mundo, conectadas desde nuestros sistemas de conocimientos en el cuidado de la vida y la biodiversidad, recordamos el largo camino que hemos recorrido en este convenio”.
La suspensión de la COP16: una década de promesas vacías y la continuidad del desequilibrio global
El cierre de la COP16 fue marcado por un obstáculo mayor: la falta de acuerdo para crear un fondo específico para la biodiversidad, un mecanismo solicitado por los países en desarrollo desde la Conferencia de Río en 1992. Este fondo es vital para implementar las decisiones de la COP y mitigar la crisis de biodiversidad.
La falta de este recurso hace evidente un patrón recurrente de los países desarrollados, quienes bloquean las decisiones necesarias para el avance del Sur Global, bajo el argumento de “presiones fiscales” y “falta de justificación para los contribuyentes”.
Desde COICA, rechazamos enfáticamente esta actitud que no solo es incongruente con los compromisos climáticos de estos países, sino que refleja una práctica colonialista renovada y una visión de control sobre los países en vías de desarrollo.
La COP16 fue suspendida al no poder alcanzarse un consenso para la creación de este fondo, que permitiría distribuir de manera justa los recursos destinados a la conservación de la biodiversidad.
Este fondo debía ser gestionado bajo la COP, en lugar de continuar dependiendo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), un mecanismo interino controlado en gran medida por países desarrollados, con un esquema de gobernanza que excluye de facto a muchas voces del Sur.
Este desequilibrio ha perpetuado una situación de injusticia, donde el Norte Global toma decisiones cruciales sin permitir la participación equitativa de los países del Sur, los cuales albergan la mayor riqueza biológica y se ven directamente afectados por su degradación.
Un llamado a la coherencia y a la justicia internacional
La postura de los países desarrollados es una afrenta a los principios de equidad y justicia climática, necesarios para enfrentar los desafíos de la pérdida de biodiversidad. Se trata de una incoherencia palpable: mientras estos países demandan metas ambiciosas para la preservación del ambiente, bloquean los recursos indispensables para que los países en desarrollo puedan cumplir esas metas.
Es inaceptable que el discurso ambiental de los países ricos promueva metas ambiciosas mientras continúa negando los medios para lograrlas. La exigencia de transparencia, justicia y equidad en los mecanismos de financiamiento es fundamental para asegurar que todos los países, especialmente aquellos en el Sur Global, puedan cumplir con las decisiones adoptadas en la COP.
Este comportamiento de obstrucción y control, que actúa como un nuevo tipo de colonialismo, es una manifestación de la resistencia de los países desarrollados a reconocer y subsanar los desequilibrios de poder y recursos que existen en el ámbito global.
Este esfuerzo no es solo un paso hacia la justicia climática, sino también hacia una política internacional coherente en la que el conocimiento y la participación de los pueblos indígenas jueguen un papel central.
Seguiremos atentos a los movimientos en la gobernanza mundial de la biodiversidad y los recursos naturales, defendiendo el derecho de nuestros pueblos a la autodeterminación y a un futuro sostenible. Nuestro llamado es claro: la responsabilidad de preservar la biodiversidad y enfrentar el cambio climático es de todos, y los países desarrollados deben actuar con el compromiso que exigen a los demás.
En conclusión, aunque la COP16 no haya podido concluir como estaba previsto, su desarrollo ha evidenciado tanto los avances como las profundas desigualdades que persisten en la gobernanza global. Desde COICA, celebramos la creación del nuevo órgano subsidiario como un triunfo de los pueblos indígenas, pero reiteramos nuestra exigencia de justicia y equidad en los mecanismos financieros. La protección de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático deben ser una tarea compartida, en la que cada país asuma su responsabilidad con coherencia y compromiso real.
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