Por Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI)
Este año, el 9 de Agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas encuentra al movimiento indígena en pleno debate de las políticas globales, preparándose para la Conferencia Mundial sobre los Pueblos Indígenas convocada por las Naciones Unidas para el año 2014. Su protagonismo político en la defensa de sus derechos y los derechos de la Madre Tierra, lo ha llevado de manera progresiva a trascender desde el nivel comunal hasta enfrentar el modelo hegemónico global que está en crisis.
Heredero de civilizaciones milenarias, el movimiento indígena del Abya Yala en particular ha conservado su espiritualidad como hijo de la Madre Tierra, defendiendo sus territorios de la contaminación, actualizando sus saberes y conocimientos ancestrales para enfrentar los nuevos desafíos que impone la modernidad, manteniendo sus propias formas de organización política.
El movimiento indígena sí entiende al mundo occidental y le respondemos con nuestras propias propuestas. La cultura occidental, en cambio, recién empieza a tomarlo en cuenta, cuando todos sus paradigmas –libre mercado, Estado nación, democracia representativa, crecimiento y desarrollo– están en aguda crisis y buscan respuestas nuevas en nuestros saberes y prácticas ancestrales de diálogo y armonía con la Madre Tierra, porque sus alternativas ya no logran convencer siquiera a sus propios Estados.
Algunos de esos Estados incluso incorporan a sus discursos los paradigmas centrales de los pueblos indígenas: los Estados Plurinacionales y el Buen Vivir / Vivir Bien. Pero se trata solo de discursos huecos porque persisten en el modelo económico neoliberal, incompatible con la realización práctica de estos paradigmas.
En la construcción de propuestas alternativas a la globalización neoliberal, el movimiento indígena no está solo; teje alianzas con otros movimientos sociales: de mujeres, de jóvenes, de ambientalistas y otros que también cuestionan el modelo dominante.
Así con pasos seguros, los pueblos indígenas y sus organizaciones hemos logrado avanzar en el contexto global: participamos en los espacios internacionales de discusión y nos hacemos escuchar en ellos. Para ello fortalecemos nuestras organizaciones, nos capacitamos, formamos nuevos liderazgos, con énfasis en las mujeres y los jóvenes indígenas.
Y en este constante caminar, utilizamos todas las herramientas tecnológicas para incidir y convencer. No somos pasadistas ni bárbaros salvajes, mucho menos terroristas, como nos estigmatizan los Estados y las corporaciones multinacionales. Somos hijos de la Madre Tierra que amamos y defendemos la vida.
El proceso que enfrentamos es muy duro, porque los Estados entienden la inclusión como sinónimo de asimilación, que es otra forma de exterminio cultural, y no como reconocimiento de la diversidad. Por ello no diseñan políticas públicas interculturales en salud, educación, justicia, producción económica. Por ello carecen de políticas frente al cambio climático, no implementan siquiera sus propios acuerdos adoptados en Río+20, y solo se hacen presentes en nuestros territorios para ejercer la represión y entregar los bienes de la Madre Tierra para explotarlos y destruirlos.
Nos enfrentamos también a la voracidad de esos monstruos con nombre y sin rostro: las corporaciones multinacionales y su voracidad por los bienes naturales que albergan nuestros territorios, traducida en la imposición de megaproyectos extractivos. Corporaciones que cuentan con un inmenso poder económico que les permite vulnerar derechos impunemente. Hace ya tiempo secuestraron a los Estados y hoy han secuestrado también a los organismos internacionales, por eso no hay mecanismos de salvaguarda ni fiscalización de sus actividades, por eso imponen sus intereses económicos y sus normas en la Organización Mundial de Comercio y en sus tratados de libre comercio. Siempre para apropiarse de nuestros territorios, de nuestros saberes ancestrales, de nuestros bienes naturales.
Y en este duro proceso enfrentamos también la criminalización del ejercicio de nuestros derechos y la militarización de nuestros territorios. Lo vemos con los Nasa, Embera y otros pueblos en el Cauca, Colombia, en Chile con los Mapuches, en Guatemala con los Mayas, con los Quechuas, Aimaras y Kichwas en Perú, Bolivia y Ecuador. Hay un rechazo creciente a la criminalización y la militarización en todo el continente, porque los Estados no garantizan la seguridad en nuestros territorios, donde fuerzas regulares e irregulares pelean guerras que no son nuestras.
Para hacer frente a todos estos desafíos, los pueblos indígenas reivindicamos nuestro derecho a la comunicación, que consideramos también una herramienta estratégica para la incidencia. Y demandamos a los medios de comunicación masiva que nos incluyan en su agenda, ya no como folclor sino en nuestra real dimensión, para que dejen de estigmatizarnos como “arcaicos” y sepan que, por el contrario, tenemos mucho que ofrecer para garantizar el futuro a todos y todas.
El 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, los pueblos indígenas y sus organizaciones seguimos debatiendo y aportando, para que en la Conferencia Mundial del 2014 los Estados discutan nuestra agenda y no la que les impongan los países poderosos y las corporaciones multinacionales.
El 9 de agosto, Día Internacional de los Pueblos Indígenas, los pueblos indígenas y sus organizaciones seguimos debatiendo y aportando, para hacer realidad los Estados Plurinacionales y el Buen Vivir / Vivir Bien; para insistir en el reconocimiento de los Derechos de la Madre Tierra y desde allí construir un nuevo paradigma civilizatorio que garantice la paz y la equidad.
Lima, agosto del 2012.
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