Por Juan Nicastro
Noticias Aliadas, 17 de mayo, 2012.- Los movimientos sociales festejan lo que consideran un “logro histórico”: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aceptó comenzar a debatir sobre “soberanía” alimentaria, como superación de la “seguridad” alimentaria que domina actualmente su agenda.
Ocurrió como resultado de la participación de los movimientos sociales en la 32ª Conferencia Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, celebrada en Buenos Aires el pasado marzo.
Movimientos de todo el mundo habían presentado una declaración consensuada días antes reivindicando la soberanía alimentaria como verdadera solución a las crisis de alimentos, climática y de derechos humanos fundamentales que afectan a la región y al mundo. Según sus estatutos, la FAO es un foro neutral donde todas las naciones se reúnen como iguales para negociar acuerdos y debatir políticas.
La declaración presentada por los movimientos fue fruto de los cuatro días de trabajo en que sesionó en Buenos Aires del 22 al 25 de marzo la III Conferencia Especial para la Soberanía Alimentaria. Las organizaciones se habían planteado la necesidad de ampliar y relanzar la campaña por la discusión e implementación de la soberanía alimentaria, lo cual hicieron saber en una moción especial ante los representantes oficiales de la reunión de la FAO y fueron aceptados como representación de la sociedad civil en las sesiones.
Los movimientos demandaron “garantizar la inclusión de la posición de la sociedad civil en las consultas multisectoriales, especialmente sobre un marco estratégico mundial que incluya a la soberanía alimentaria como la reivindicación más importante de los movimientos sociales y principio rector de dicho marco”.
Hasta ahora, la FAO daba lugar a la búsqueda de la “seguridad alimentaria”, consistente en acciones para generar alimentos suficientes para todo el planeta, pero sin tocar la cuestión de quiénes y cómo se producen. Para los movimientos, esa definición es insuficiente y deja libre el camino al negocio agroexportador. Ya en 1996, el movimiento internacional Vía Campesina declaró que “la soberanía alimentaria es una condición previa y necesaria para la seguridad alimentaria genuina”.
“La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos a controlar sus propias semillas, tierras, agua y la producción de alimentos, garantizando, a través de una producción local, autónoma (participativa, comunitaria y compartida) y culturalmente apropiada, en armonía y complementación con la Madre Tierra, el acceso de los pueblos a alimentos suficientes, variados y nutritivos, profundizando la producción de cada nación y pueblo”, señalaron los movimientos sociales y demás colectivos y redes en la declaración de la III Conferencia.
“La soberanía alimentaria es un principio, una visión y un legado construido por los pueblos indígenas, campesinos, agricultores familiares, pescadores artesanales, mujeres, afrodescendientes, jóvenes y trabajadores rurales, que se ha convertido en una plataforma aglutinadora de nuestras luchas y en una propuesta para la sociedad en su conjunto”.
Terreno para el debate está allanado
Ante la decisión adoptada por la FAO, organizaciones de todo el continente expresaron su satisfacción por haber logrado “perforar las duras puertas conceptuales” de la FAO y colocar el concepto de soberanía frente al hegemónico de seguridad alimentaria.
Carlos Vicente, representante de Grain, organización internacional que apoya a campesinos y movimientos sociales, destacó que “los espacios que ha ganado la sociedad civil de la mano de Vía Campesina en la lucha por la soberanía alimentaria, han alcanzado durante esta conferencia regional un punto que puede considerase de inflexión. Sin embargo, no hay que perder de vista que la construcción de la soberanía alimentaria debe seguir en las manos de los pueblos en sus luchas y procesos cotidianos”.
También consideró oportuno aclarar que “es importante tener presente que el discurso dominante de la FAO sigue siendo el de la seguridad alimentaria del mismo modo que el de los gobiernos a los que representa. Que comience un debate profundo y esto se transforme en políticas requerirá de un largo camino que no podrá estar aislado del necesario replanteo del modelo capitalista de producción y de quitar de las manos del agronegocio nuestros alimentos”.
El debate —simplificado en las palabras seguridad versus soberanía, pero de profundas implicancias políticas y sociales— se venía dando en encuentros regionales, hacia el interior de los movimientos o en los medios de comunicación, pero ingresa ahora a los recintos internacionales, con un escaño oficial para los movimientos. En el marco de la asamblea regional de la FAO en Buenos Aires, el representante del Movimiento Nacional Campesino Indígena de Argentina, Ángel Strapazzon, se dirigió a los representantes de los Estados en nombre de los movimientos sociales, señalando que lo hacía “sin temores, ni dogmatismos, ni autoritarismos, ni rigideces”.
“Como dicen los indígenas del desierto mexicano de Sonora: con alerta y humildad les pedimos desde las organizaciones de pueblos originarios, campesinos, pescadores artesanales, pastores nómadas del mundo, debatamos la soberanía alimentaria”, dijo Strapazzon.
Argentina y la soja
No es casualidad que estos planteamientos hayan llegado a la FAO en Argentina, país cuyos cultivos de soja alcanzan los 20 millones de hectáreas, el 20% del área mundial, y donde son cada vez mayores las reacciones contra esta leguminosa. Según el Plan Estratégico Agroalimentario y Agroindustrial argentino, esa superficie crecería a 22 millones de hectáreas en el 2020, buscando superar 70 millones de toneladas de soja cosechada. China está requiriendo actualmente cerca de 60 millones de toneladas, y su demanda va en ascenso.
Según Alejandro Yaniello, de la patagónica Asociación Ecologista Piuké y representante de la Red Nacional de Acción Ecologista, “a nivel gubernamental Argentina habla de seguridad alimentaria para no tener que hablar de soberanía. Nuestro país es escenario de las decisiones de los mercados internacionales. Los monocultivos son para esa demanda. Nosotros no estamos decidiendo sobre el uso de nuestro territorio; lo deciden los mercados”.
Yaniello opinó que participar en espacios como la FAO “en la práctica genera un importante aprendizaje y los movimientos crecen, porque se tiene mucha más claridad del escenario, se obtiene más información para continuar la lucha. Y esto forma parte de una estrategia mayor, de ocupar más espacios”.
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