Servindi, 8 de octubre, 2010.- Un grupo de personas ecologistas reivindicó ayer una acción de sabotaje a una plantación de maíz transgénico propiedad de semillas Fitto en el municipio de Guareña, en Badajoz, España.
La acción directa contra campos transgénicos es, junto con la destrucción de dos campos experimentales en Torroella de Montgrí (Gerona) y la destrucción de un campo experimental en Aragón, la cuarta acción de desobediencia civil antitransgénica llevada a cabo en España en los últimos 4 meses.
La acción realizada el domingo 19 de septiembre fue considerada una respuesta a la experimentación del maíz matriculado como SF1035T o MON 810, pariente de otra variedad ya comercializada por la transnacional Monsanto.
La red Ecologistas en Acción consideró que el sabotaje, junto con otras acciones directas llevadas a cabo en los últimos meses en contra de los transgénicos, "son actos de legítima defensa de la salud pública, el medio ambiente, la vida rural y los derechos básicos de la ciudadanía".
El comunicado anónimo que reconoce el sabotaje señala que los organismos transgénicos o genéticamente modificados (OGM) "representan otra vuelta de tuerca más del modelo agroindustrial, que supondrá, entre otras cosas, la total expropiación a los pueblos de su capacidad para alimentarse por si mismos".
El maíz MON 810 es una variedad transgénica que produce toxina BT y que, a pesar de sus consecuencias adversas, tanto para la salud de las personas como para el medio ambiente, se cultiva de forma comercial y se consume de forma indiscriminada en España.
Precisamente, dicho país es el único país de la Unión Europea donde esta variedad de maíz se cultiva en grandes extensiones, alcanzando las 76.000 ha en el 2010.
Otro países europeos como Francia, Alemania, Austria, Grecia, Luxemburgo, Irlanda, Polonia, Hungría o Italia tienen una actitud preventiva y han prohibido rotundamente su cultivo.
Acción Ecológica sostiene que son muchos los casos de contaminación de campos de maíz ecológico por maíz transgénico. Esto ha llevado a numerosos productores ecológicos a perder la certificación y el valor añadido de sus producciones.
La peor amenaza es que dichos cultivos transgénicos conllevan la desaparición de la producción nacional de maíz ecológico con la consecuente subida del precio de los piensos ecológicos, lo que perjudica enormemente el sector ganadero ecológico del estado.
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Comunicado: Quien siembre y promocione transgénicos que coseche resistencias
El domingo 19 de septiembre, varias personas hemos saboteando una plantación de maíz transgénico propiedad de semillas Fitto en el municipio de Guareña (Badajoz). En concreto se trataba de del maíz matriculado como SF1035T, pariente de otra variedad ya comercializada por Monsanto.
Esta acción es una pequeña respuesta a la imposición de los organismos modificados genéticamente (OMG) por parte de las empresas biotecnológicas y el estado.
Desde que los OMG empezaron a experimentarse, aprobarse y comercializarse masivamente, han declarado sus creadores y promotores que estos OMG serían capaces de acabar con el hambre o salvaguardar la salud humana, así como de la posibilidad de una agricultura más limpia y eficiente. Nada más lejos de la realidad.
Estos OMG se imponen en un contexto de: grandes empresas transnacionales que luchan por el control monopólico de semillas y químicos, los monocultivos, la contaminación genética, la desaparición del pequéño y mediano agricultor, liquidación de las economías locales, desaparición de variedades autóctonas, grandes circuitos de distribución, despilfarro y contaminación de aguas, expulsión de comunidades rurales... en definitiva, en el contexto del modelo capitalista.
Estos OMG no son compatibles con otras formas de producción y organización social basados en la recuperación de una agricultura más tradicional, que satisfaga las necesidades de las poblaciones, no de los mercados, y que no desborde los límites de los ecosistemas, sumado a la voluntad de escapar a la ilusión de asociar felicidad y consumo.
Modelos manifiestamente necesarios en un mundo hambriento y calentado debido a su sometimiento al mercado y al totalitarismo de los estados.
Por lo tanto estos OMG no vienen a cumplir las bondades de las que dicen ser capaces, sino que representan otra vuelta de tuerca más del modelo agroindustrial, que supondrá, entre otras cosas, la total expropiación a los pueblos de su capacidad para alimentarse por si mismos.
Para la decisión final de la aprobación y posterior comercialización de estos OMG, el estado creó la comisión nacional de bioseguridad (CNB) dejando en sus manos el visto bueno.
Dentro de la CNB hay siete representantes científicos, muchos de ellos ligados a la industria biotecnológica y al lobby pro-trangenicos, siendo este sector científico quien lleva la voz cantante en dicha comisión. Este cuerpo se debe a la industria, no a la bioseguridad, prueba de ello los crecientes casos de contaminación genética en cultivos de trigo o maíz. En comarcas enteras del estado, la contaminación genética en cultivos como los antes nombrados está asegurada.
Fuera de nuestras fronteras, estos OMG, han sido responsables de todo tipo de desastres tales como hambrunas, deforestaciones, intoxicaciones, alergias y demás patologías debidas a consumo al igual que un sinfín de de coacciones a comunidades rurales y agricultor@s por parte de las empresas biotecnológicas, sin olvidar auténticas masacres producidas por la fabricación y uso de agroquímicos necesarios para este modelo agroindustrial, del cual, los transgénicos son su última expresión.
El decir no a los transgénicos es decir no a los males e injusticias que hemos citado, es decir no a la imposición , no a la artificialización de la vida, no a esta locura de progreso.
El pasar a la acción contra los OMG es una lucha legítima de todo pueblo, síntoma de su sentido común, así como de sentir la necesidad de un profundo cambio social, fruto de ser conscientes del peligro que corre la tierra (y todo lo que merece la pena) en manos del capitalismo. Quien siembre y promocione transgénicos que coseche resistencias.
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