Por Gil Inoach Shawit*
En el pasado, el vivir en libertad, fue una de las formas de vida que siempre anhelaron encontrar los indígenas. Este anhelo se convirtió en una meta de vida para explicar el sentido de su existencia, usando el deseo común de visión. Una visión en comunión con la espiritualidad.
Un visionario vive los prodigios que ofrece el gozo de la vida plena en libertad. Por eso es que los padres indígenas desarrollaron un sistema de formación de tal manera que un niño o una niña crezcan desde el principio en un clima de libertad. Dejaban que la intuición del ser sea el ala para el desarrollo de la inteligencia y la intrepidez, para prepararse frente a los obstáculos que presenta la vida.
La espiritualidad, desde el punto de vista indígena, es la comunión del hombre con el mundo inmaterial a través del cual concibe sabiduría. Para estos pueblos, no solo el ser humano tiene el alma, sino, todo ser vivo que viene de la naturaleza.
Tanto el niño como la niña, recibían desde tierna edad una formación de vida ayudando a su padre y a su madre en los quehaceres diarios. Comenzaban su primera formación en juegos entre niños y cuando alcanzaban un mayor uso de razón gozaban el desarrollo de su habilidad para aprender a nadar, a cocinar, a hacer campamentos de juego; se proyectaban con una imaginación de lo que ven en su alrededor y en la medida que crecían, encontraban respuestas a sus dudas, resolviendo en hechos las dificultades que encontraban con la ayuda de los mayores.
Cuando un niño y una niña entraba en la pubertad ya sabía pescar, cazar, ayudar a los mayores, criar animales, elaborar la cerámica, preparar el alimento, conocer la agricultura (en la mayoría de pueblos indígenas), entender el principio que rige la reciprocidad en una familia, en una comunidad, y que es la de ser solidarios.
Cuando alcanzaban la mayoría de edad, eran suficientemente preparados para hacer la vida más llevadera, gracias a sus conocimientos y habilidades. De adultos, no dependían de nadie para sobrevivir. Prácticamente, se formaban en un hombre y una mujer íntegros, con mucha capacidad y creatividad. Esto se reflejaba en el dominio práctico de todas las habilidades básicas: eran artistas, biólogos, zootecnistas, agrónomos, ceramistas, ingenieros, a la vez, cazadores, pescadores, etc.
Si bien, tanto el hombre y la mujer eran formados de acuerdo a su género, ambos complementaban sus conocimientos y sus habilidades como pareja. Se casaban en base a la armonía de sus conocimientos y eso automáticamente impartía respeto, porque para que la vida sea completa se necesitaban mutuamente. Solos eran incompletos.
Dicen los entendidos que la libertad tiene tres dimensiones: física, psicológica y suprema. En el occidente, en el oriente o en cualquier pueblo que haya priorizado asegurar su poder material se le ha ocurrido practicar la esclavitud del hombre por el hombre, pero los grandes cambios que ha logrado la humanidad, esta forma de privación humana de la libertad, ha sido abolida.
Con ello, esas sociedades obtuvieron la primera dimensión de la libertad. Sin embargo, la llamada Edad de la Iluminación, ha traído consigo otra forma de privación que consiste en moldear a la humanidad en todos los sentidos de formación e instrucción, sea en lo ideológico, filosófico, político, religioso, etc.
La humanidad tiene mucho miedo ahora de salirse de esos casilleros, porque de lo contrario serás censurado por la sociedad y la familia. Los padres, moldeamos a los hijos para que sean educados, obedientes, profesionales a conveniencia, reverentes, etc.
La humanidad se ha vuelto mecánica, manipulable, sumisa y este tipo de psicosis colectiva le está pasando la factura a los padres y a la sociedad en la rebeldía de la juventud, en la hipocresía generalizada de la llamada autoridad. En esta fase de la dimensión global, casi todos estamos presos de la esclavitud psicológica.
Son pocas las personas intrépidas que la sociedad no ha podido controlar. Son libres y felices como son. Se deleitan a plenitud con lo que es la belleza del amor, el encanto de la naturaleza, dar a cambio de nada, son amantes de la búsqueda de nuevos paradigmas, viven el momento y lo hacen muy productivo, y son grandes constructores de la humanidad. Estos son los que han alcanzado la libertad suprema.
En otras palabras, han encontrado de manera directa y sin intermediarios, la libertad espiritual -sin pastores ni sacerdotes. Cuando un ser humano ha entrado en esa dimensión es imparable, es creador constante de las cosas, mantenerse en dinámica es su hobby. Es el sentido opuesto a la maldad, a la delincuencia. Es inteligente, es rebelde ante la injusticia, es humano.
En los pueblos indígenas existe una sola dimensión de libertad: la espiritual. Pero para alcanzar esta dimensión, uno tenía que fortalecerse física y materialmente desde la niñez: la espiritualidad del niño(a) aflora en la medida que crece, recibiendo sabiduría con ayuda de los viejos.
Esta sabiduría, que traducida al conocimiento se convierte en destrezas para la vida, ayudaba a adquirir un nivel de independencia para ser autosuficientes. Esta fase es alcanzada mediante un proceso de formación emancipadora como lo señalo líneas arriba. Este proceso de formación emancipadora arrojaba como resultado mayores expectativas y esperanzas de vida; no faltaba chacra, vivienda, salud, comida, etc.
El contexto de la visión es infinito. No está en dominio solo de los pueblos indígenas, es algo que a todos les llega de diferentes formas, pero que a la gran mayoría no se nos ocurre desarrollarla. Nos conformamos con lo aprendido, y las oportunidades venideras por el resto de la vida tememos explorarla, preferimos que terceros lo hagan, sea por el temor al fracaso o por las limitaciones que las costumbres y las creencias nos imponen.
He escuchado a muchos haber tenido una visión revelada, incluso una misión que cumplir, pero viven esperando que ese día llegue. Existe una interpretación equivocada de la visión. No basta tener un buen sueño o una buena visión si de por medio no existe constancia para alcanzarlo (no me refiero a visiones proféticas ni apocalípticas).
Los sueños, las visiones se dan justo cuando el ser se abre en una mínima rendija de éxtasis espiritual. Esto le pasa a cualquiera. Los que alcanzan la visión son aquellos que se aferran contra viento y marea agarrándose de esa rendija para explorar lo que ahí se ve.
Un indígena visionario se caracterizaba por su sabiduría, su inteligencia y por lo sostenibles de sus acciones. Su acción espiritual se reflejaba materialmente de anera positiva a través de los actos: la creatividad, la inteligencia y el dinamismo o la constancia.
En los hechos, la libertad en comunión con la espiritualidad, se reflejaba en la capacidad que tenían los hombres y mujeres de entender el lenguaje de la naturaleza y aprender de ella para ser más sabios en el aprovechamiento de los recursos naturales, de conocer las funciones que cumple el ecosistema del suelo, del bosque y el agua, así como sus derivados en los tres reinos naturales que define la ciencia moderna. La espiritualidad no procede de metales o de cosas sin vida, procede justamente de donde emana la vida: La naturaleza.
¿De que sirve tener visión y gozar de libertad sin ninguna responsabilidad? El hecho que uno haya logrado realizar su visión, no significa que esa persona vivirá en su libre albedrío. Es todo lo contrario, porque de manera que el camino de la realización se encuentra buscando con mucha responsabilidad, luego esa responsabilidad recae en ser útil en la vida real.
Eres útil en la vida real en la medida que eres dinámico, servicial incondicional, cuando tus consejos responden al sentido de la vida. De igual modo eres tu mismo si todo ello lo tomas con mucha creatividad. Los pueblos indígenas ponen al servicio de la familia y de la sociedad todos sus conocimientos y creaciones. Sus consejos eran fluidos como el agua, no entrampaban, daban mucha motivación, en realidad eran sabios y todos sus consejos tenían que estar en armonía con la creación constante que rige la naturaleza.
Las mujeres hacían cada vez atractivas sus chacras con semillas diversificadas, lucían de riqueza propia. La gente descubría y aprendía sobre plantas medicinales para enfrentar ciertas enfermedades, sean para picadura de víbora, mitigar los dolores del parto, analgésicos para controlar la caza, encontrar mejores fórmulas de orientación para no extraviarse en el bosque, etc.
Buscaban de forma responsable mejores formas de relación con la naturaleza, con la sociedad, con la familia, con los hijos e hijas. Esta forma de vida era parte de la interacción individual, la cual se convirtió en una cultura de reciprocidad colectiva. Se perfeccionaron los mecanismos de intercambio y así surgieron y se multiplicaron los conocimientos.
Con esa interacción los pueblos expandieron y multiplicaron distintas semillas para enriquecer la agricultura, mejoraron las técnicas de caza y pesca, crearon formas de intercambio y unión de fuerzas mediante ayudas mutuas. Eran, a su manera, buscadores incansables de la realización individual, pero también respetuosos colectivos de la naturaleza.
No miraban a las cosas como una fotografía suspendida en el tiempo. Cada día la naturaleza y la energía que emana es distinta, porque cada tiempo tiene su propio lenguaje, un lenguaje que ha creado una forma de comunicación precisa a sus necesidades, un beneficio del flujo de la creación constante, de manera única, sin posibilidades de acumulación.
Esa base cognitiva es lo que le permitió que el desarrollo de su memoria y oralidad sean cada vez más agudas, sin ninguna necesidad vital de una escritura y de sistemas para contabilizar los beneficios más de lo debido, era suficiente lo que sus dedos sirven para distinguir numéricamente. Una cultura ágrafa por excelencia.
La vida en libertad tenía como cimiento una buena formación. En la modernidad la educación que recibimos solo está pensada en instruir personas para tener empleo y depender de algún ingreso para mantener a la familia. Actualmente, la juventud sale de la educación secundaria sin saber nada para desenvolverse en la vida. Por eso, buscan con ansias acceder a un estudio superior para recién estar preparados. Pero esa preparación ni siquiera les garantiza hacer en la vida como mejor les parece. Muchos pasan sometiéndose a los parámetros que alguna institución o algún sector publico o privado establece como política. Para proteger su puesto de empleo, aunque no comparta tales políticas institucionales, lo que hacen es dejar pasar su creatividad y sus sueños.
La educación moderna como está diseñada crea escalones para mirar cada vez más hacia arriba y cierra las posibilidades de visualizar con más claridad el horizonte. Mientras que el profesor califica la rendición académica de un alumno mediante las respuestas prefabricadas de memoria, solo para pasar de grado, las cuestiones de vida se abren y se aprenden al caminar y al hacer. En este sistema no hay notas ni calificaciones, hay aprendizaje de vida, este aprendizaje que haría al hombre y a la mujer en hacedores de su propia empresa.
El mundo espiritual no está diseñado para someterse a algo distinto a la convicción individual; es, más bien, una fuente de fortaleza que conduce hacia la independencia.
No es que se sugiera que los niños y los jóvenes dejen de estudiar. Estudiar es un elemento que se puede utilizar como escalera pero dejando de seguir mirando únicamente hacia arriba. Las personas estudiosas que han dejado de seguir mirando solo hacia arriba, se han reconciliado con su ser y su consciencia. Con un poco de valentía y arrojo, saben lo que es llegar a ser una persona realizada, no se dan cuenta, pero ya tienen una forma de visión alcanzada. Seguramente dicen: esta es mi vocación y estoy feliz hacer lo que a mi me agrada. Con esta base ya empezó a caminar hacia su realización personal.
Las personas que han logrado realizarse saben que vivir la libertad sin responsabilidad, sin dinámica y sin creatividad, es una vida que no tiene sentido:
a) En la responsabilidad se sostiene el comportamiento individual.
b) La dinámica, es la energía que fluye en el cuerpo y en la mente para no ver las cosas sin sentido, mantenerse en pleno entretenimiento, es una forma de encontrar el sentido de la vida, inspira al hombre y a la mujer a tener ganas de vivir, dar importancia a todas las cosas y valorarlas tal como son. Esta energía es la que borra toda posibilidad de aburrimiento. De esta manera se evita que el ocio se convierta en madre de todos los vicios, como lo dijo un sabio.
c) La creatividad es un potencial consciente del ser, como el infinito que no tiene fin. Las personas creativas están en armonía con el cosmos que no tiene cuando dejará de renovarse y ser creado. El universo siempre está en plena creación, la creación nunca ha terminado, por eso es que es eterna. Lo mismo, el hombre creativo siempre encuentra soluciones en la vida por que está en armonía con el sistema de la creación constante que el universo ha diseñado para ser infinito. Lo pueden despreciar, lo pueden humillar, pero como está conectado en la armonía creativa del cosmos, su espíritu se mantiene hacia esa dimensión y muchas veces es sordo al pesimismo. He ahí, el refrán: a palabras necias, oídos sordos. Este dicho no es cualquier palabra rimada, es inspirada, proviene de la forma de ver las cosas de manera espiritual.
Por eso, el visionario disfruta la vida haciendo algo creativo y positivo en su alrededor. Si no hay dinámica constante, no hay felicidad, no hay realización, la vida se vuelve una rutina, hasta el amor en la pareja se acaba. La música, la danza, la poesía, la pintura, el arte, etc. son como los principales reflejos de sentimiento y felicidad. La alegría, es una forma de vivir la vida en éxtasis, es parte de la dinámica, del amor que el ser humano, sin excepción alguna a las culturas, ha encontrado la forma de canalizar su máxima expresión de exaltación espiritual.
Lo que posees y todo lo que haces es el fruto de tu responsabilidad, creatividad - inteligencia y dinámica, entonces tu conciencia es la que disfruta de estos y de su pureza; en consecuencia refleja en el rostro del hombre y la mujer una alegría que embellece su vida. De lo contrario, la carga de culpabilidad puede matar emocionalmente y desequilibrar a cualquiera. Si esa es su faceta interna, convierte al hombre y a la mujer en renegados y resentidos sociales, faltos de identidad, sensación de orfandad, inferioridad y psicológicamente inestables.
El equilibrio emocional es un aspecto de la vida que redunda en la salud física y mental de las personas, por eso es que siempre era y es necesario practicar la meditación. Pero la meditación no es aquella que de manera religiosa tienes que sentarte para concentrarte, sino, que es un hábito que todo ser tenemos y lo llevamos adentro. Quedarse dormido en la playa, bailar con entrega y sin ninguna inhibición, reír en esencia y no disimulada, hacer deporte, trotar o gozar de un paseo contemplando a la naturaleza, imitar el canto de las aves, nadar a gusto o quedarte en blanco es parte de la meditación efectiva, porque todas estas son la algarabía del relajo del cuerpo y la mente.
Los pueblos indígenas, también tenían una manera de ser meditativos recibiendo energías de la naturaleza en el bosque, las cataratas, ellos han podido de esta manera lograr su visión. La visión no se logra sólo sometiéndose en estrictas reglas disciplinarias de dieta como se estila hacer tradicionalmente. No es otra cosa que ser coherente con la conciencia. La visión se concreta con el afloramiento de la conciencia y coherencia con ella. Y los resultados que obtienes con esta práctica son eficaces. Es como sembrar una semilla en un buen terreno para tener una cosecha fructífera. No es cuestión de apostar ni adivinar, ni es cuestión de suerte ni milagro, es cuestión de ritmo, es estar seguro que así lo será, no porque te lo cuenten sino porque lo conoces y eres conciente y responsable de lo que haces.
A la conciencia nadie la conoce mejor que uno, porque es intrínseca al individuo. Por eso, el que camina en coherencia con su conciencia, tiene un camino preparado para sentirse bien a donde se dirija. Si se propone ser un profesional de vocación... lo será, si se propone tener un buen hogar... lo encontrará, porque así como piensa uno y obra en coherencia, otras personas y otros espacios que piensan y cursan procesos similares se cruzarán en el camino. Los caminos se hacen a gusto de cómo uno quiere ser.
Un dibujante o pintor no dibuja un cuadro por casualidad, refleja su visión, lo que hace es sombrear y pintar lo que ve. Es admirador y capturador de la belleza y lo hace real en un papel o lienzo gracias a esa verdad existente. Pero también un dibujante puede dibujar algo imaginario, es el reflejo del reto para lograr lo imposible cuando hay mucha creatividad, un escultor puede crear estatuas extraterrestres en parques, un biólogo puede crear un ambiente natural con ayuda de la tecnología y la ciencia. Uno puede hacer paraíso en la tierra, pero al no ser coherente entre lo que se dice y se hace genera que las cosas terminen mal y el protagonista tendrá que buscar excusas para culpar a otros de sus propios fracasos.
Los pueblos indígenas, nunca pensaron ser como Einstein, científico y físico, ni millonario como Bill Gates -quién logró gran fortuna con su creatividad- pero lograron ser lo suficientemente visionarios para mantener el bosque técnicamente intacto, con un conocimiento de aprovechamiento del suelo y de los recursos naturales que ahora es materia de muchas investigaciones científicas.
Lo que trato de decir es que no hay que sumirse en la tristeza colectiva con pensar que ya no tenemos tiempo y espacio adecuado para lograr la visión. En el mundo actual hay gente que disfruta los prodigios de la vida, sean indígenas o no, gracias a su visión.
Paradójicamente, los que disfrutan de su creación son aquellos que menos participación han tenido en el mundo intelectual. Los personajes que más renombre han tenido por su aporte a la humanidad, son gente que siendo sencilla ha revolucionado al mundo con su inteligencia y su sabiduría. Ser inteligente no es igual que ser intelectual, la inteligencia viene de la espiritualidad, de lo divino. El ser intelectual es algo más cercano a lo material, viene de la mente, de lo aprendido, de lo memorizado, del estudio. Por eso es que el intelectual es calculador, se prepara antes de hablar, en cambio el inteligente es espontáneo, habla inspirado, es creador, no espera ni depende de otros. Por eso es que son calificados como peligrosos, por que la inteligencia nunca se somete a los parámetros que la sociedad, la religión, los partidos políticos, los sindicatos o algunas personas establecen de acuerdo a sus intereses.
En la actualidad los pueblos indígenas están enfrentando diversos factores -choque de culturas, invasión de sus territorios, enajenación de sus recursos, entre otros- que les impide desarrollar su bien estar y que lo obliga a concentrar su energía principalmente en defenderse. Este obstáculo ha creado un inmenso vacío. Los jóvenes migran a las ciudades con la esperanza de aprender algo que les sirva de instrumento para afrontar las dificultades de su pueblo, pero, al final, quedan atrapados por este factor.
Las mujeres son las más afectadas. Se sienten desplazadas de su rol, sienten que sus conocimientos se han quedado obsoletos, no se sienten útiles ante las ventajas a las que el varón accede, entonces pierden la autoestima. El equilibrio de género está fraccionado. No sienten el afecto que gozaban antes porque hasta los códigos de consumo han variado en las comunidades. Esto influye directamente en la psicología colectiva de la población femenina y de la juventud. Esta sensación de abandono muchas veces lleva a suicidios masivos de mujeres como está ocurriendo en las comunidades del pueblo Awajún.
A principios de 2009, en una comunidad de Loreto tres mujeres se han suicidado en un día solo porque el padre de una de ellas le reclamó por haber demorado en regresar a casa. Enterada la amiga con quien se juntó, se suicidó también por que creyó ser responsable del castigo. Instantes después y en un mínimo descuido una niña también se suicidó porque no tenía con quien juntarse, sus dos amigas se habían suicidado. Ella dijo: no hay sentido vivir sin amigas.
En el alto Marañón el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) detectó un caso aproximado de un centenar de suicidios de mujeres en una sola comunidad. Según la encuesta, las mujeres respondieron que en realidad, envenenarse era una forma de protestar, de llamar la atención del varón y -yo agregaría- también de los padres. Ellas no quieren suicidarse, pero ocurre que el veneno les acaba conduciendo a la muerte. Esa es una sensación de un gran vació que tienen porque los roles que mantenían ocupadas a las mujeres y les otorgaba un lugar privilegiado, ahora quedan rezagados y hasta los padres no se empeñan a formar a sus hijos como antes.
Los hombres, en su mayoría, se dedican y se entretienen liderando los procesos sociales de su comunidad, en cambio las mujeres no tienen en que entretenerse - estar solo en la chacra no es suficiente-, no tienen las mismas oportunidades que el varón y son desplazadas por estos. Las cerámicas que elaboran no sirven porque el varón trae platos y ollas de metal, y la mujer no puede fabricar los platos de metal como lo sabe hacer con las cerámicas. La niñez y la juventud nacen débiles, inhibidos, porque las enseñanzas que los padres impartían y los afectos que recibían, prácticamente son progresivamente reemplazados por una práctica de competitividad social que no es propia de su mundo, no es lo propio, y más los conduce hacia actos intimidatorios que el patrón impone a cambio de cachueleos domésticos y muchos niños crecen con baja autoestima e inhibición sexual.
El gran reto que nos toca para reivindicarnos y continuar siempre firmes manteniendo el fundamento de vida en libertad es promoviendo el camino de coherencia con la consciencia si queremos retomar la visión para enfrentar con éxito las vicisitudes que el mundo actual nos presenta. La voluntad de ser coherente con la consciencia está en uno mismo. Descubierto este camino, el trajín ritual para alcanzar la visión se esfuma y deja de ser un mito. Y los caminos están para escoger según vocación. Hay muchas formas de hacerlo, ya sea en interacción de sinergia colectiva para ser agricultores de éxito, desarrollando capacidades de liderazgo si se tiene alguna iniciativa propia, consolidando las vocaciones innatas que los individuos tenemos, no ser conformistas con lo que se aprende en el mundo académico si no a eso agregarle los valores de vida y socializarlos. No quedarse como docentes convencionales y rutinarios sino innovadores. No idolatrar a sabios, ni académicos, ni a profetas, sino motivarse de ellos para consolidar las visiones propias, no mirar a Dios de manera paternalista, etc.
Vivir esperanzado de algo o de alguien es renunciar a la luz que nos ofrece la consciencia, es perder la coherencia entre el ser con el deseo de querer ser, es como querer cruzar el río con una canoa ajena, como querer subir con una escalera prestada o como andar con una luz que depende de otros. Más, andar con los dos pies, navegar con una embarcación propia, andar con luz propia y sin escalera prestada es atender el mensaje de la consciencia y ser coherente con ella: Quiero, me propongo alcanzar y logro. El no proponerse, es solo temor.
Uno de los mecanismos para despertar los conocimientos de aprendizaje para la vida sería rescatar los valores ancestrales y los valores positivos del conocimiento moderno a través de la educación, cambiando el sistema y el currículo actual, haciendo que el currículo alternativo sea más formativo, orientado a construir seres humanos y no a seres robóticos, que se proponga enseñar a ser coherentes, que escudriñe las enormes ventajas que ofrece la inteligencia nata de los niños.
La educación secundaria debería de concluir en carreras técnicas y básicas para desenvolverse en la vida, las universidades deberían ser centros de grandes especializaciones creativas y motivadoras para mirar cada vez más en el horizonte de la libertad. Por eso insisto que toda medida debería de tener en cuenta los distintos conocimientos que ofrece la humanidad de las diferentes culturas para fortalecer las nuestras y hacer de ellas insumos formativos para que la vida sea algo para disfrutarla en libertad y no solo vivir enfrentándola en condición de subordinado. El mundo actual exige nuevos paradigmas, nuevos caminos de visión para ser libres. La visión en comunión con el mundo espiritual es el único camino para romper las cadenas de la pobreza que tanto nos agobian y que solo sirven actualmente para el disfrute de la vida de unos cuantos.
Reflotemos nuestras fortalezas para seguir defendiendo nuestros territorios y los recursos naturales ahora mas que nunca porque el único reducto de la naturaleza que queda del planeta es lo que está en custodia de los pueblos indígenas. No permitamos que a nombre de la globalización y de las políticas económicas mal orientadas se vaya de nuestra mano la selva que alberga la esperanza del futuro de los pueblos indígenas y del mismo planeta frente a los acontecimientos que depara el tan mentado calentamiento global.
Notas:
•Etsa dijo: "Cada persona carga sobre sus espaldas una maldición. El mundo está hecho para la gente que vivirá de su constancia y esfuerzo, pobre de aquel holgazán" (Estsa es un profeta mitológico del pueblo Awajún).
•El ocio como madre de todos los vicios, no solo es medible en términos de empleo de fuerza física o de deseo. Uno es holgazan también cuando no tiene iniciativa propia, cuando evade ser creativo, etc.
•Las dietas para llegar a tener visión como lo hacían los ancestros eran y serán necesarios como una forma de purificación para conectarse con el mundo espiritual. Ayuda a reencontrarse con la personalidad interna de la consciencia. Pero sin dieta -siempre que no sea necesaria por fines medicinales- también se puede lograr este reencuentro con la consciencia y ensayar el ser coherente con ella mediante la práctica.
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* Gil Inoach Shawit, es indígena del pueblo Awajun y se desempeñó como Presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP) durante dos periodos consecutivos, de 1996 al 2002.
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