Servindi, 25 de abril, 2015.- Berta Cáceres, la activista indígena del pueblo Lenca que destacó en su lucha por evitar la construcción de una represa que amenazaba con desplazar a cientos de indígenas, fue galardonada el lunes 20 de abril con el prestigioso premio ambiental Goldman.
En medio de amenazas de muerte y secuestro contra ella y su familia, Berta Cáceres fue el rostro visible de una tenaz lucha social que evitó la construcción de la represa Agua Zarca tras lograr que la empresa china Sinohydro paralice la obra el 2013.
La represa impediría a la comunidad Lenca desarrollar sus actividades agrícolas al privatizar no solo el río sino varios kilómetros a la redonda. Además, afectaría el uso de las aguas para el consumo, el riego de cultivos y la pesca artesanal.
Por su parte, los promotores de la obra aseguran que la planta, con una capacidad de 22 megavatios (MW), forma parte de un plan para asegurar el abastecimiento eléctrico renovable en uno de los países más pobres de la región.
La premiación de Cáceres fue aplaudida por diversas organizaciones de defensa de los derechos humanos de su país.
Por ejemplo, Berta Oliva, presidenta del Comité de Familiares Desaparecidos en Honduras (COFADEH), afirmó a Reuters que Berta Cáceres "es una mujer dedicada a la defensa de su pueblo y su tierra poniendo en riesgo su vida por los grupos económicos que promueven estos proyectos hidroeléctricos y mineros".
Cabe recordar que Berta Cáceres registra en su trayectoria la co-fundación en 1993 del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), cuyo objetivo fue enfrentar las crecientes amenazas de la tala ilegal, la defensa de los derechos del pueblo Lenca y la mejora de sus condiciones de vida.
Una lucha de largo aliento
En una entrevista hecha por la BBC, Cáceres relata que el conflicto con la represa empezó el 2006 cuando la comunidad de Río Blanco fue a pedir su ayuda, luego de presenciar el ingreso de maquinaria pesada como parte del proyecto hidroeléctrico.
"Nadie del gobierno les había comunicado nada", dijo.
Cáceres indica que tiempo después se enterarían que la represa Agua Zarca había sido aprobada con una concesión a la empresa hondureña Desarrollos Energéticos SA, DESA, con el respaldo de la compañía china Sinohydro.
Según Cáceres, el proyecto hidroeléctrico negó el derecho de consulta libre previa e informada, garantizado en el Convenio sobre Pueblos Indígenas núm. 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), ratificado por Honduras.
Frente a ello, la indígena de 42 años emprendió el 2010 una larga protesta junto a la comunidad Lenca. El acto más representativo se dio el 2013 con el bloqueo indefinido de carreteras para impedir el paso de las maquinarias.
"Había presencia y hostigamiento militar, policial, guardias privados, sicarios. Incluso la policía hizo acciones en que apuntó los cañones de sus fusiles a las cabezas de niños y niñas y ancianos de Río Blanco", cuenta Berta Cáceres.
Informe Global Witness: la amenaza por defender el ambiente
Pese a las amenazas de muerte y secuestro que sigue recibiendo, Berta Cáceres, madre de cuatro hijos, no teme al creciente clima de represión que ha conllevado que al menos tres compañeras suyas hayan sido asesinadas desde el 2013 por oponerse a la obra.
De acuerdo a un estudio publicado por la organización no gubernamental Global Witness, cada semana mueren asesinados en todo el mundo dos activistas medioambientales, siendo precisamente Honduras el país más peligroso para los defensores de la naturaleza.
La citada asociación advirtió que el número de asesinatos de activistas medioambientales y de la tierra alcanzó en 2014 una media de "más de dos por semana", lo que supone un aumento de un 20 por ciento respecto a 2013.
“En Honduras, de 2002 a 2014 se produjeron 111 asesinatos de activistas ambientales”, señaló el medio informativo Iagua. “Esto es a lo que nos enfrentamos", concluyó Berta Cáceres.
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