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- 22 inversionistas controlan franja costera del Perú. Capitales privados acceden a más de un millón 400 mil ha. en los últimos veinte años.
Por Jorge Arboccó
3 de febrero, 2014.- Gracias a La revista Agraria, de la ONG Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES), los peruanos hemos podido enterarnos un poco más sobre el acaparamiento de tierras en el Perú y cómo viene creciendo año a año.
Según el último número de esta interesante revista, 22 inversionistas contralan buena parte de las tierras de la franja costera peruana con más de 60 mil hectáreas de tierras. También se muestra que más de un millón cuatrocientas mil hectáreas han sido transferidas a capitales privados en los últimos veinte años.
El estudio indica:
“los principales agentes de la nueva concentración de tierras en el país son grupos económicos o empresas independientes plenamente identificados, como Gloria, Romero, Oviedo o Dyer, los que participan indistintamente en las subastas de los Megaproyectos de riego, en el sector del azúcar y los biocombustibles y en el mercado de tierras. También, que al igual que en la época previa a la reforma agraria, cuando inversionistas de origen extranjero como las familias Grace y Gildemeister participaban activamente en la adquisición de tierras a gran escala, el escenario actual nos muestra a un número cada vez mayor de empresas con capitales extranjeros, como el Grupo Manuelita, Danper, Maple o la Sociedad Agrícola Rapel, que poseen cientos o miles de hectáreas…”(1)
Según éste estudio, sobresale la adquisición de tierras para megaproyectos de riego, biocombustibles, conservación y ecoturismo, entre otros.
Ahora, el problema no radica de hecho en la inversión, esta es provechosa para el país, pero, sí se hace necesario normar el número de hectáreas que un mismo grupo económico nacional y-o extranjero puede sumar. Además, de controlar el monopolio de la tierra, también es necesario establecer un mejor ordenamiento territorial.
Los territorios aptos para la agricultura en el país son escasos en razón de la demanda de alimentos pero, sí la demanda crece y la cantidad de territorios destinados a la agricultura decaen, nos veremos frente a un problema de inseguridad alimentaria.
Ahora, la inseguridad alimentaria también se puede dar por una falta de planificación sobre la producción. Debemos apuntar a una producción diversificada que atienda toda la demanda, sobre todo nacional, antes que para la exportación para evitar alimentos cada vez más caros para el propio país donde se producen.
Esta diversificación se encuentra íntimamente unida al conocimiento de su manejo, y la agricultura familiar es su principal impulsor. La misma que espera mayor apoyo para su crecimiento, comenzando por la asistencia técnica debida, mejora en créditos y otras estrategias que puedan potenciar la principal fortaleza de nuestro país, su gran biodiversidad.
Finalmente, vale leer esta importante revista y revisar en su totalidad su último número; para aquellos que desean conocer más esta información visiten: LRA: http://bit.ly/1CCSS0d o SCRIBD: http://bit.ly/1Es4NA3. El tema está en la agenda, hay que pasar la voz.
Nota:
(1) Revista Agraria. Año 15. CEPES: Enero del 2015. Págs. 7-8.
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