Bosques y seguridad alimentaria: soluciones desde los pueblos amazónicos

Niños en comunidad nativa Santa Elisa, en Masisea, Ucayali. Foto: Patricia Saavedra. Niños en comunidad nativa Santa Elisa, en Masisea, Ucayali. Foto: Patricia Saavedra.

Existe una estrecha relación entre la salud de los bosques y la de las personas, especialmente si se trata de pueblos indígenas, quienes viven en ellos. Unos de los múltiples impactos se da en la alimentación. Pese a que las cifras suben y bajan, lo cierto es que son recurrentes las alertas del estado nutricional, especialmente de entornos no urbanos, como lo es el amazónico. ¿Tiene los pueblos indígenas soluciones propias en sus manos?

Por Patricia Saavedra

Servindi, 5 de julio, 2023.- Un bosque saludable provee alimentos saludables, medicamentos e incluso salud mental. Asimismo, gracias a su biodiversidad, el Perú cuenta con numerosos productos de alto valor nutricional y fuentes importantes de hierro.
 
Sin embargo, distinto a lo que se supondría, en medio de esa exuberante biodiversidad existen problemas de salud como la desnutrición y anemia.

En el caso de las poblaciones nativas amazónicas, dicho escenario es una combinación de diversos factores que van desde malas condiciones de saneamiento y brechas en la cobertura de servicios, hasta la falta de prácticas saludables en la población.

No obstante, se ciernen también las permanentes amenazas y presiones sobre los bosques. 

En el caso de estos últimos, no sólo se afectan el hábitat y la disposición de bienes comunes, sino también se incide en el debilitamiento de la cultura y prácticas ancestrales, ante la intromisión de población no nativa.

A nivel nacional la Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (ENDES 2020) nos señaló que 6.7% de niños/as nacidos en los últimos cinco años nacieron con bajo peso. 

Asimismo, que el 12.1% de niños/as sufrieron de desnutrición crónica, agravándose en las zonas rurales, ya que la cantidad de casos se duplica (24.8%).

De otro lado, la anemia también rondó los hogares ya que afectó al 40% de menores de tres años y al 20,9% de mujeres en edad fértil (de 15 a 49 años).

Ya para el ENDES 2022, la anemia en niños/as menores de 5 años fue más prominente en el área rural (42,4%). Mientras que la desnutrición crónica, según este mismo estudio, afectó al 11,7% de niños/as menores de cinco años de edad.

Para regiones amazónicas como Ucayali, la prevalencia de anemia en menores de 5 años se ubica en el rango de 40 a 57.9%, mientras que en desnutrición crónica se sitúa en el rango de 10 a 19,7%.

Situación en la Amazonía

De acuerdo al Centro Nacional de Salud Intercultural (CENSI), en 2019 y 2020 los mayores registros de desnutrición entre la población amazónica se presentaron en Amazonas, Loreto, Junín y Ucayali, respectivamente. 

Asimismo, en 2021 continúa primero Amazonas, seguido de Junín, Ucayali y Loreto.

El CENSI también revela que entre el 2019 al 2021, entre la población amazónica alrededor del 80% de casos asociados a la desnutrición corresponden a la subcategoría retardo del desarrollo debido a desnutrición proteicocalórica.

A esto le sigue la desnutrición proteicocalórica de grado moderado y leve, con alrededor de un 15% de los casos.

La causa principal de la anemia es la deficiencia de hierro, mientras que la desnutrición infantil crónica es resultado de una alimentación baja en calorías, proteínas y micronutrientes. 

Así, un niño con anemia suele estar cansado y tener palidez, pero en uno con desnutrición, el principal síntoma se aprecia en la talla.

"La enfermedad que más sufrimos en Ucayali es el dengue por los zancudos que hay, además de la anemia y parasitosis, que es lo que más prevalece en las comunidades nativas", indicó Magaly Pérez, técnica en salud del pueblo Asháninka.

La desnutrición ocurre cuando se consumen insuficientes calorías, así como por la absorción deficiente de la cantidad de nutrientes esenciales (vitaminas y minerales), los que permiten mantener la salud.

Dependiendo del grado, esto puede afectar desde la talla, la pérdida de masa muscular o disminución de la inmunidad, hasta el debilitamiento de los sistemas cardíacos y respiratorios.

En el caso amazónico, la prevalencia de desnutrición se concentra en menores de cinco años, superando el 50% de los casos entre 2019 y 2021.

Por su parte, el artículo de investigación “Anemia y desnutrición en niños y adolescentes indígenas de la Amazonía peruana en contexto de exposición al plomo: un estudio transversal” refrenda esta tendencia.

El documento concluye también que la desnutrición crónica y la anemia son los padecimientos más frecuentes entre la infancia indígena de 0 a 17 años.

Comunidad nativa Santa Elisa. Imagen: Patricia Saavedra.

Nutrición y salud indígena: enfrentando amenazas

No solo las ampliamente conocidas brechas de servicios (salud y saneamiento, por ejemplo) son las que orillan a las poblaciones amazónicas a ésta y otras situaciones de riesgo respecto a la salud. 

Existen también dinámicas sociales resultado de la afectación a los territorios ancestrales y retroceso de los bosques primarios (es decir, aquellos que nunca han sido intervenidos por el ser humano).

El retroceso de los bosques, sea por la construcción de carreteras, proyectos de megainfraestructura, industrias extractivas o las galopantes economías ilegales (tala, minería, narcotráfico) agudizan las brechas pre existentes.

Asimismo, abren las puertas a amenazas diversas muchas veces disfrazadas con promesas de progreso, fe y bienestar.

"La civilización ha venido a cambiar todo. Y peor con la iglesia como la adventista. La iglesia prohibía los hechiceros, los brujos, pero mi papá era un sabio que curaba", recordó Magaly Pérez.

La integrante del equipo técnico de la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU) para temas de salud indígena explicó cómo las prácticas de medicina ancestral se han ido perdiendo para ceder a la imposición de creencias foráneas.

Y es que, como dicen, "los problemas llegaron cuando llegaron los blancos", en alusión no solo a la visión occidental sino también a las enfermedades y males que se propalaron diezmando a la población amazónica.

"Por ejemplo, ahora la gente indígena muere de cáncer, antes nosotros no sabíamos lo que era un cáncer porque a nosotros desde muy pequeños nos daban las yerbas amargas para que no te agarren ese tipo de enfermedades", refiere Magaly.

La pérdida de las prácticas propias y en gran medida remplazadas por nuevos hábitos nocivos venidos desde fuera atizan la gravedad de la situación.

''En algunos lugares donde ya hay la carretera, donde están cerca los distritos a las provincias ya hay bastante pérdida de identidad", sostiene Teresita Antazú, directiva de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep).

Teresita Antazú, Magaly Pérez, Tabea Casique y Mery Fasabi. Imagen: Servindi

Los bosques y la disponibilidad de alimentos

"Nosotros como pueblos indígenas vivimos en los bosques, en territorios comunales, vivimos de la recolección, de la búsqueda de alimentos a través de los árboles que producen algunos alimentos comestibles", refirió Tabea Casique, responsable del programa Salud Intercultural de Aidesep.

Y es que el retroceso de los bosques –sea por deforestación, contaminación de ríos o agotamiento de los suelos– impacta en la disposición de recursos que habitualmente se encontraban en ellos.

"Actualmente ya no se está observando lo mismo que hace unos 20 años. Antes teníamos cantidades que nos proveían para poder recolectar, ahora eso ha bajado, por el cambio climático no produce como debe", revela Casique, líderesa del pueblo Ashéninka.

Por su parte Mery Fasabi, mujer shipiba e integrante del Comando Matico, explica como, por ejemplo, la tala ha afectado la disposición de productos del bosque:

"Había abundancia de frutas silvestres, la gente iba a coger sus frutas en esos tiempos, pero ya no hay por los madereros”, afirma.

“Se ha hecho la tala ilegal y se han cortado muchas maderas y algunas eran frutales, o sea, frutos silvestres, eran maderas buenas. Y ahora ya no se ve, por ejemplo, el caimito. Ya no se ven varias frutas silvestres", prosiguió.

"Y en los animales tampoco ya no hay mucha abundancia. Antes sí había carne de monte, ahora ya no”, mencionó.

“Los animales también ya se están terminando por el hecho de que ya no hay mucha madera y se están depredando, y ustedes saben que los animales viven de eso al igual que el ser humano", puntualizó la docente del pueblo Shipibo.

En conclusión "hay escasez de estos productos que tenemos en los bosques, que consumimos y también hay poca extensión", refrendó por su parte Tabea Casique, directiva de Aidesep.

Sin embargo, Casique Coronado también denunció la ausencia de las autoridades en el control de la pesca para las temporadas en que ello no corresponde.

"Tiene que haber un control de parte de las instituciones del Estado, tienen que velar por los recursos hídricos”, exigió.

“Vienen personas foráneas esperando en los ríos prácticamente a llevarse los pescados más grandes y botando los pequeños o desperdiciando otros pescados porque no son para el mercado", refirió.

Alimentación amazónica. Imagen: Patricia Saavedra.

¿Tiene el Estado una perspectiva intercultural de la alimentación?

Si bien el programa Qali Warma es el que se encarga de brindar alimentación variada y nutritiva a niños/os de nivel de educación inicial y primaria en las escuelas públicas del Perú, además del nivel secundario en poblaciones indígenas amazónicas, este no encajaría del todo con las necesidades de estas últimas.
 
"Yo diría que no [es pertinente] porque casi no le están aceptando mucho, recuerdo que en Breu y otras comunidades, por ejemplo, no les gusta la leche. Igual el atún, eso en las comunidades no lo aceptan tampoco".

Así lo explica Magaly Pérez respecto a cómo es recibido este programa y sus productos en territorios indígenas amazónicos. 

La especialista del programa de salud indígena de ORAU remarcó que pese a que el Qali Warma ha mejorado respecto a su llegada a los pueblos, aún le falta mejorar respecto a su llegada a las comunidades.

En ellas, falta además explicar más acerca de los alimentos poco conocidos por ellos e incluso cómo prepararlos. 

Asimismo, falta fomentar el uso de los propios alimentos característicos de las comunidades, así como la difusión de sus propiedades para la salud.

"El Estado es aún limitado en su intervención en temas de salud y seguridad alimentaria, como que nadie lo promueve, pero es una necesidad priorizar este tema", indicó Tabea Casique, y prosigue:

"Uno va a la comunidad y la población qué come: lo que siembran, lo que cosechan y muchas veces llevan los mejores productos a la venta, al mercado y lo que queda para la familia, cuando debería ser al revés, debemos trabajar fuertemente para poder concientizar a esa población".

Las soluciones las tienen los PPII

La pandemia del Covid 19 puso al límite la sobrevivencia a los pueblos indígenas de la Amazonía.

Impedidos por la inamovilidad de realizar el comercio trasladándose a pueblos y ciudades, y con el temor del contagio ante una enfermedad en ese momento mortal, los pueblos indígenas se replegaron en sus territorios.

Esta experiencia les obligó –si es que algunos ya no lo hacían– a vivir de lo que producen sus chacras y a buscar alivio a la pandemia y otras enfermedades en su medicina tradicional, puesto que los servicios de salud se hallaban colapsados.

"Cuando no había la vacuna [para el Covid 19] nuestras plantas medicinales fueron muy valoradas y también las chacras, porque nosotros como comunidades tenemos lo que nosotros llamamos chacras integrales", explicó Teresita Antazú.

Y prosigue: "en un lugar tenemos sembrado yuca, plátanos, sachapapa y algunas verduras, sembramos todo ahí. Hasta tenemos huerta medicinal. A nosotros nos ha ayudado porque como prohibieron salir afuera a comprar, qué hubiera sido de nosotros, esto nos preguntamos siempre, qué hubiera sido".

Sin embargo, estas prácticas ancestrales propias de los pueblos se habían ido perdiendo, por lo que en diversos momentos hubo iniciativas que apuntaron a su rescate.

La primera fue el proyecto "Huerta Integral Familiar Comunal", más conocido como HIFCO, desarrollado por la Aidesep, y que se remonta a 1986.

HIFCO implementó un curso intensivo y práctico para la población indígena con la finalidad de intercambiar experiencias y conocimientos para una mayor comprensión del monte tropical y su mejor uso. La experiencia se desplegó en Ucayali.

Lamentablemente, el proyecto no tuvo posteriores réplicas desde Aidesep al parecer por falta de apoyo. 

Asimismo, el contexto de conflictividad de aquel tiempo (conflicto armado interno) complicó su continuidad en nuevos territorios.

Haroldo Salazar, especialista en ecología y selva tropical , y ex presidente de Aidesep, explicando la experiencia de HIFCO, de la que fue gestor. Imagen: You Tube.

Consultada sobre si se cuenta con algo similar en la actualidad, Tabea Casique, directiva nacional de Aidesep remarcó lo siguiente:

"Desde Aidesep no tenemos eso. Hoy se viene trabajando en diferentes temáticas, pero vemos poco apoyo de parte de los aliados [en seguridad alimentaria], poca participación o poco interés de apoyar en estos temas cuando es prioritario. Si bien es cierto hablamos de salud, de seguridad alimentaria, muy pocos aliados quieren apostar por este tema".

Imagen; Mongabay

La experiencia más reciente es la de "Farmacias del bosque: mujeres indígenas rescatan plantas de la Amazonía peruana para combatir el Covid-19 y otras enfermedades", sin embargo, tras concluir estaría buscando el aseguramiento de su continuidad.

"Desde la experiencia de las chacras, lo que hemos hecho, por ejemplo, es promover el intercambio también de conocimientos, intercambio de plantas, hay cosas que sí se tienen que mantener porque hay cosas que se han perdido. Hemos estado promoviendo también el intercambio de semillas", explicó Teresita Antazú.

"Es una práctica que es muy antigua, pero que se ha ido perdiendo, por esto nosotros en la organización la estamos promoviendo nuevamente, porque en algunos lugares, sobre todo los lugares cercanos a la ciudad como que se olvida un poco eso, porque se acostumbran ya a comprar todo", señala la lideresa yanesha.

La recuperación del impacto del Covid 19 –una enfermedad de origen zoonótico asociada a la destrucción de los ecosistemas– aún continúa. 

Sin embargo, rampante asoma el dengue, que actualmente se expande a nuevos escenarios debido a que su vector transmisor –el mosquito aedes aegypti–, que antes solo se encontraba a nivel del mar cada vez se adapta más a las alturas.

Asimismo, junto al cambio climático y el crecimiento de las ciudades, el dengue suma condiciones propicias para su propagación.

"Ahorita, por ejemplo, la gente acá en Pucallpa, todo el mundo se está enfermando con el famoso dengue, y siento que eso está relacionado también con el Covid, porque es muy fuerte, nunca se ha visto un dengue así", intuye Mery Fasabi. 

Sabe muy bien que la salud del bosque y de su pueblo son una sola, donde la consigna es la defensa de los bosques, así como la lucha contra la crisis climática.
 

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