Las Becas Indígenas en México y la cooperación internacional

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Por Marcos Matías Alonso*

Preámbulo

1 de setiembre, 2020.- A principios del 2001, el Dr. Heliodoro Díaz Cisneros, en aquel entonces director de Programas de México y América Latina de la Fundación W.K. Kellogg, me presentó al Dr. Pablo Farías Campero, quien era representante en México y Centroamérica de la Fundación Ford. En aquel tiempo me desempeñaba como Director General del Instituto Nacional Indigenista (INI), hoy transformada en el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). Uno de los temas de nuestra agenda era explorar mecanismos para la formación de estudiantes indígenas a nivel de postgrado.

Ambos –Díaz y Farías– vislumbraban que, en el futuro próximo, tanto la Fundación W.K. Kellogg como la Fundación Ford convocarían a la creación de un consorcio de fundaciones internacionales para formar y capacitar a estudiantes indígenas a nivel superior en las mejores universidades del mundo.

Coincidían en que la formación profesional contribuiría a aminorar la desigualdad de acceso a mejores oportunidades entre los estudiantes indígenas y los procedentes de otros sectores de la sociedad. Con Díaz, Farías y otros colegas celebramos múltiples reuniones de trabajo. En esas sesiones informales coincidimos que era de suma importancia involucrar a alguna institución académica con experiencia en la formación de estudiantes indígenas.

Lo anterior nos llevó a sostener diversos diálogos con el director del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y con los directivos de la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (ANUIES).

En junio del 2001, en la Casa Chata se firmó un acuerdo de colaboración entre el CIESAS, la Fundación Ford, la ANUIES y el INI para iniciar el Programa de Apoyo a Universidades para Estudiantes Indígenas. Xóchitl Gálvez, titular de la Oficina de Representación de la Presidencia de la República para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, fungió como testigo de honor del acto protocolario. En este primer acto no podía faltar la representación indígena: Isaías Aldaz Hernández, mixe de Oaxaca, fue el vocero que planteó la demanda de apoyo para los estudiantes indígenas del país.

Por su parte, Pablo Farías anunció que la Fundación Ford otorgaría financiamiento por un millón de dólares para iniciar la fase piloto de esta iniciativa pionera en el país. En aquel verano del 2001 nació el Programa Internacional de Becas de Posgrado para Indígenas (IFP, por sus siglas en inglés), que en México llevaron a cabo la Fundación Ford, el INI (hoy INPI) y el CIESAS.

Foto: CIESAS, CDMX. Reunión con Xóchitl Gálvez. Junio del 2001.

Programa Internacional de Becas de Postgrado para Indígenas (PIBPI)

Entre otros, con el apoyo de la Fundación Ford y el INI, entre 2001 y 2010, el PIBPI otorgó en México 226 becas, de las cuales 192 fueron para maestría (85%) y 34 para doctorado (15%). El universo de becarios estuvo compuesto por 91 mujeres (40%) y 135 varones (60%). Con esta composición fueron beneficiados 20 de los 31 estados y 29 de los 62 pueblos indígenas del país. En su formación académica predominaron las ciencias sociales y humanidades. El mayor número de becarios hizo su posgrado en temas relacionados a la educación (42), manejo de recursos naturales (29), derecho (27) y desarrollo rural (26).

Como se muestra en el mapa, el mayor número de candidatos procedió de Oaxaca y Chiapas (dos de los estados con los niveles de desarrollo humano más bajo en el país). La población indígena con grado universitario es ínfima: 0.5% en Oaxaca y 0.2% en Chiapas, seguidos de Yucatán, Veracruz, Puebla y Michoacán.

La mayoría de los becarios cursó sus estudios en México (39.5%), seguido de España (26.5%), Chile (30%) y Costa Rica (9%). El dominio limitado del inglés fue un factor determinante para que el 95% de los becarios eligiera estudiar en países de América Latina y España. El siguiente cuadro muestra las principales universidades que eligieron los becarios indígenas. Todas ellas instituciones de alto nivel académico y prestigio internacional.

La siguiente gráfica muestra la composición de los pueblos indígenas que fueron beneficiados con el PIBPI:

El PIBPI cerró su ciclo de actividades en 2013. Fueron doce años de intensas actividades para consolidar un programa educativo a nivel superior destinado a estudiantes indígenas. La Fundación Ford, como otras fundaciones internacionales, tuvo la visión de propiciar la institucionalización del PIBPI para que, a corto plazo, se lograra la mexicanización del programa. Es decir, al ser una experiencia exitosa, lo deseable era que las instituciones de educación superior lo retomaran y lo convirtieran en parte de sus programas de formación académica.

Un año antes del cierre formal del PIBPI se creó el Programa de Becas de Posgrado para Indígenas (PROBEPI), dirigido por el CIESAS y cofinanciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) y la CDI (hoy INPI). En mayo de 2012 se estableció el convenio de colaboración con las tres instituciones con el objetivo de formar profesionistas indígenas que históricamente han sido excluidos de la educación de posgrado.

En esta nueva etapa, el PROBEPI cuenta con presupuesto propio del sistema CONACYT. Lo más relevante fue la inclusión de un presupuesto específico para la formación de mujeres indígenas con aspiraciones de cursar un posgrado en México. El derecho de los pueblos indígenas de recibir una educación de alto nivel científico aún no resuelve el problema de la desigualdad de oportunidades; sin embargo, el CIESAS, la CDI (hoy INPI) y el CONACYT contribuyen a disminuir la injusta brecha de oportunidades. En este proceso, ha sido invaluable la contribución técnica y financiera de la Fundación Ford y otras agencias de cooperación internacional.

La idea sembrada en 2001 ha rendido frutos extraordinarios. Cientos de profesionistas indígenas se han formado en las mejores universidades nacionales y extranjeras. Los derechos de la mujer indígena constituyen una enorme brecha y seguro estoy que este programa crecerá en su consolidación institucional. En marzo de 2015 se cerró la tercera convocatoria del PROBEPI y fueron seleccionados 31 becarios: 14 mujeres y 17 hombres, quienes iniciaron su maestría en julio de 2015. Respecto a la procedencia de los becarios indígenas, siete son de Chiapas, seis de Oaxaca, cuatro de Guerrero, tres de Veracruz, tres de Yucatán, dos de Michoacán y uno de Sinaloa, Quintana Roo, San Luis Potosí, Puebla, Estado de México y la CDMX.

Además del PIBPI y el PROBEPI, el CIESAS ha consolidado otros programas de formación de profesionistas indígenas. Entre ellos resalta el programa pionero de la Formación Profesional de Etnolingüistas, en colaboración con el INI (hoy INPI) y la Dirección General de Educación Indígena de la SEP. La primera generación fue de 53 profesionistas indígenas en etnolingüística que se realizó en Pátzcuaro, Michoacán, de 1979 a 1982. La segunda generación de etnolingüistas se desarrolló en San Pablo Apetatitlán, Tlaxcala, entre 1983 a 1986 y egresaron 56 profesionistas indígenas. De ambas generaciones se graduaron un total de 109 profesionistas indígenas, quienes en la actualidad desempeñan diversas actividades educativas en la CDMX y en otras entidades del país.

El Programa de Formación Profesional de Etnolingüistas fue la base fundamental para crear la Maestría en Lingüística Indoamericana (MLI). En este año el CIESAS tiene en marcha la décima segunda generación de la MLI, además de un Doctorado en Lingüística Indomaericana. En México y en América Latina el CIESAS tiene un liderazgo indiscutible en la formación de alto nivel de estudiantes indígenas que hoy sirven a su país como docentes, investigadores, diseñadores de políticas lingüísticas y servidores públicos. 

En México, además de la contribución del CIESAS en la formación de profesionistas indígenas, existen otras experiencias que han orientado sus esfuerzos hacia la misma dirección. Resumo a continuación los programas más significativos.

Becas del INI/CDI: de posgrado a licenciatura

Hasta 1990, el INI impulsó el Proyecto de Becas a Estudiantes Indígenas (PBEI), originalmente orientado a postgrado. Debido al limitado número de estudiantes de este nivel, en 1997 lo enfocan principalmente a licenciatura. El apoyo al PBEI ha sido limitado. Entre 1997 y 2007 sólo se otorgaron en promedio 200 becas al año.

En 2008 se destinaron 406 becas al año, dando prioridad a la participación de las mujeres indígenas en el PBEI. De hecho, la demanda ha sido insatisfecha. Crece el número de estudiantes que demandan este servicio; sin embargo, el crecimiento a su respuesta ha sido lento. En 2010, la CDI y su PBEI otorgaron 606 becas y en 2011, se incrementó a 800 becas al año. El siguiente cuadro muestra la inversión anual de becas y el número de beneficiarios:

Actualmente los becarios pertenecen a 49 pueblos indígenas, entre los cuales destacan: nahuas (15.7%), mixtecos (11.1%) y mayas (10%). Como parte de las estrategias de apoyo, fueron beneficiados también otros pueblos minoritarios, entre ellos: cucapá, pima, quiché, tacuate y tojolabal. Las siguientes gráficas muestran los pueblos indígenas con mayor número de becarios y los principales estados de procedencia de los estudiantes indígenas que recibieron apoyo de la CDI en 2011:

 

Entre otros, los problemas más frecuentes del PBEI son: limitado número de becas, insuficiente monto mensual y restringido seguimiento posterior a la conclusión de la beca; además, la falta de mecanismos para facilitar que los estudiantes indígenas continúen con estudios de posgrado y carencia de mercado laboral. Sin embargo, a pesar de los problemas manifiestos, el PBEI es una noble iniciativa que debe ser fortalecida en el futuro próximo.

El SBEI de la UNAM: cifras disímiles

En marzo de 2011, el Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) realizó una radiografía estudiantil y presentó algunos resultados que es necesario destacar. En el primer semestre de 2009, la población estudiantil de la UNAM era de 283,198 estudiantes.

La siguiente gráfica presentada por el PUEG muestra la distribución de becas de licenciatura, la cual señala que, del total de becas otorgadas por la UNAM en 2009, el 1.0% corresponde a indígenas. Es decir, fueron 2,831 estudiantes indígenas que la UNAM becó en el 2009.

Sin embargo, los datos que presenta el Sistema de Becas para Estudiantes Indígenas (SBEI) del Programa México Nación Multicultural (PMNM) de la UNAM, son cifras inferiores, nada halagadoras. El PUEG señala que hubo 2,831 estudiantes indígenas becados en 2009, y en el 2015 el PMNM becó sólo a 800. Aunque con una diferencia de seis años, las cifras son sumamente disímiles.

El SBEI nació en diciembre del 2004 como parte de una de las actividades relevantes del Programa Universitario México Nación Multicultural (PUMNM). En aquel tiempo el rector de la UNAM reconoció que los estudiantes indígenas quedaron excluidos del acceso a los diversos programas de formación académica en la UNAM. Por ello se propone “desarrollar y monitorear un sistema de becas para miembros de los pueblos originarios de México, que garantice una participación equitativa en todos los ámbitos del quehacer universitario”. También señaló la urgente necesidad de garantizar la inclusión de los estudiantes indígenas en la máxima casa de estudios.

El SBEI becó en 2015 a 800 estudiantes indígenas con un monto de $2,606 pesos mensuales por beca. El siguiente cuadro muestra el número total de becas, pueblos indígenas de pertenencia y los estados de procedencia:

 

El número de egresados es pequeño con relación al total de la matrícula de estudiantes becados.

La siguiente gráfica muestra la composición pluriétnica de la procedencia de los estudiantes indígenas.

Si tomamos en cuenta que en el ciclo escolar 2014-2015 la población total de los estudiantes de bachillerato, licenciatura y posgrado en la UNAM era de 342,542 alumnos, los 800 estudiantes indígenas becados por el SBEI representan el 0.2%.

Como ha sido indicado, el SBEI surgió con el apoyo del Dr. Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM en aquel tiempo; también gracias a los principales líderes indígenas de México y del continente. Es necesario recordar que, en octubre del 2004, la UNAM auspició el encuentro continental “Después de la década de los pueblos indígenas: recuentos y horizontes”. Entre sus principales recomendaciones para las instituciones de educación superior señalaron:

“Que las universidades e instituciones académicas establezcan un vigoroso programa de becas para jóvenes indígenas para garantizar su plena formación, acompañado de procesos de transformación curricular que aseguren la incorporación de enfoques interculturales desde los conocimientos y los derechos colectivos de los pueblos indígenas”.

De la recomendación anterior surgió el PUMNM bajo la dirección de José del Val. En la ceremonia de clausura del evento, realizada en Ciudad Universitaria, estuvieron presentes Juan Ramón de la Fuente, Pablo González Casanova, Miguel León Portilla y, entre los representantes de los pueblos indígenas: Rigoberta Menchú (Guatemala), Mirna Cunninghan (Nicaragua), Víctor Hugo Cárdenas (Bolivia), Donald Rojas (Costa Rica), Marcos Terena (Brasil), Nina Pacari (Ecuador), Luis Evelis Andrade (Colombia), Tarcila Rivera (Perú) y Marcos Matías (México).

En el discurso pronunciado en aquel acto resalté:

“Como indígena y como mexicano, he visto el creciente interés de la UNAM en el tema de los pueblos indígenas… Tuvieron que transcurrir varias centurias para que en la UNAM surgiera un interés institucional hacia los pueblos indígenas de México. Hoy, la UNAM ha abierto las puertas de este recinto universitario a los líderes, ideólogos, estrategas, poetas e intelectuales indígenas de Amerindia o Indoamérica. Mis hermanos indígenas han visto con gran interés que la UNAM ha iniciado el impulso de una nueva plataforma universitaria para institucionalizar la diversidad cultural. Auguramos los mejores deseos para que el Programa Universitario México Nación Multicultural se fortalezca y que, en su política multicultural, los pueblos indígenas de México ocupen un lugar central”.   

Han transcurrido once años desde aquel histórico encuentro con las autoridades de la UNAM. En la actualidad, el PUMNM se transformó en el Programa Universitario Diversidad Cultural e Interculturalidad (PUIC), desconozco si los pueblos indígenas juegan un papel central o tienen presencia marginal y coyuntural. Cuando se haga la evaluación respectiva, los resultados indicarán si su transición de identidad fue favorable o sólo fue un cambio de “fachada”.  

La ANUIES y la UACH

Paralelo a la experiencia del 2001 con el PBPI, la Fundación Ford, en coordinación con la ANUIES, orientó una estrategia de asistencia a instituciones de educación superior (IES) para fortalecer las Unidades de Apoyo Académico para Estudiantes Indígenas (UAAEI). Durante cuatro años brindaron ayuda a diez instituciones de educación superior y beneficiaron a un promedio de 4,000 estudiantes indígenas.

En este proyecto, el enfoque de apoyo de la Fundación Ford, lejos de becar al estudiante indígena, ayudó a la institución y su planta docente: asesores, tutores y asistentes. La idea fue capacitar a la planta docente para prepararlos en la interculturalidad entre el que enseña y el que aprende. También tuvieron como propósito homologar el nivel de conocimiento de los estudiantes indígenas con aquellos que venían de otros sectores del mundo rural no indígena.

La ANUIES, en tanto organismo responsable de la operación y supervisión del proyecto financiado por la Fundación Ford, definió su objetivo prioritario de “fortalecer los recursos académicos de las instituciones de educación superior para responder a las necesidades especiales de los estudiantes indígenas y ampliar sus posibilidades de éxito académico en ese nivel y de acceso al nivel de formación de posgrado” (ANUIES, julio de 2001).

El proyecto entre la ANUIES y la Fundación Ford no pasó la primera evaluación. Después de los cuatro años el proyecto feneció y dejó algunas experiencias que relato a continuación.

De acuerdo con el reporte de la ANUIES, en las once instituciones de educación superior se beneficiaron a 2,848 estudiantes pertenecientes a los estados sede de cada una de las universidades locales.

En la Universidad Autónoma de Chihuahua (UACH) se fortalecieron los recursos académicos para responder a las necesidades de los estudiantes indígenas. Como se muestra en las dos gráficas siguientes, entre el 2001 y el 2004 hubo un crecimiento de la matrícula de estudiantes indígenas. La primera indica un descenso en el periodo 2003-2004; la segunda, un incremento de 39 estudiantes indígenas.

 

La sucesiva gráfica presenta una relación de los numerosos pueblos indígenas inscritos en la UACH donde predominan los nahuas, zapotecos, mixtecos y mayas. Los directivos de aquel tiempo se sorprendieron de la enorme participación de estudiantes indígenas inscritos en dicha universidad.

La siguiente gráfica refleja cómo, en el inicio del 2000, el grueso de los estudiantes indígenas de la UACH pertenecía a la preparatoria agrícola; predominaban las licenciaturas en irrigación y zootecnia.

Las gráficas adjuntas muestran el crecimiento de matrículas de estudiantes indígenas respecto a la matrícula total de la UACH y algunas de las becas que el ingreso a la UACH asegura obtener a los estudiantes indígenas.

 

La beca interna otorga servicio de hospedaje, alimentación, artículos de limpieza y un monto efectivo de $409. La beca externa sólo brinda servicio de alimentación y un monto de $873. A los estudiantes externos se les apoya con uno o dos alimentos a un costo simbólico. No pagan ninguna colegiatura.

En el Anuario del 2010 de la UACH se registró un total de 4,158 estudiantes de licenciatura. De este total, 996 eran estudiantes indígenas; representaban el 24%, con un fuerte porcentaje en los Departamentos de Enseñanza, Investigación y Servicio (DEIS) de Fitotecnia, Ciencias Económicas Administrativas e Ingeniería Agroindustrial.  La siguiente tabla muestra el total de matrícula de licenciatura de estudiantes indígenas por unidad académica.

Universidades Interculturales

En enero de 2001, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Vicente Fox anunció la creación de la Coordinación General de Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB) y designó al Profr. Natalio Hernández como titular de dicha instancia.

Como frecuentemente ocurre en las iniciativas pioneras de la burocracia institucional, en los primeros días y semanas, la CGEIB carecía de la infraestructura indispensable para su operación. Natalio Hernández batalló infructuosamente durante el primer mes de actividades.

Pasados los dos meses de la creación de la CGEIB, el titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer a Silvia Schmelkes como la nueva titular de la CGEIB. Ni Xóchitl Gálvez, ni yo, que en aquel tiempo éramos parte del gabinete presidencial, nos enteramos de la nueva designación ni de las razones inexplicables del reemplazo de Natalio Hernández por Silvia Schmelkes.

La CGEIB promovió la fundación de los Centros de Educación Intercultural Bilingüe como parte del sistema educativo de México. Las fuentes oficiales señalan que la Universidad Intercultural del Estado de México, ubicada en el municipio de San Francisco del Progreso, fue la primera universidad de este tipo. Sin embargo, la Universidad Autónoma Indígena de México, ubicada en Mochicahui, Sinaloa, se fundó cuando los conceptos de interculturalidad y multiculturalidad no eran parte del lenguaje oficial de la SEP, tampoco de la política educativa en el sector cultural de los pueblos indígenas.

El siguiente cuadro señala las universidades interculturales que existen en México:

La matrícula total de las universidades interculturales correspondiente al ciclo escolar 2014-2015 suma 12,692 estudiantes, de los cuales 4,641 (36.5%) son indígenas.

El total de becas de manutención que las universidades interculturales ofrecieron a estudiantes indígenas en el ciclo escolar 2014-2015 asciende a 4,014. De estas becas, 2,356 fueron para mujeres indígenas (59%) y 1,658 (41%) para varones indígenas. La beca de manutención para el primer año fue de $750 pesos mensuales, $830 para el segundo año, $920 para el tercer año y $1,000 para el cuarto y quinto año. Con estas ínfimas cantidades, los estudiantes cubren algunas de sus necesidades más esenciales como alimentación y transporte.

Los siguientes cuadros muestran el número de matrícula atendida en el ciclo escolar 2014-2015 y las 44 lenguas indígenas a las que pertenecen los estudiantes de las universidades interculturales. Como se podrá ver, la Universidad Autónoma Indígena de México es la más plurilingüe de todas; su sede registra hablantes de 26 lenguas indígenas.

La matrícula total de las universidades interculturales correspondiente al ciclo escolar 2014-2015 suma 12,692 estudiantes, de los cuales 4,641 (36.5%) son indígenas.

El total de becas de manutención que las universidades interculturales ofrecieron a estudiantes indígenas en el ciclo escolar 2014-2015 asciende a 4,014. De estas becas, 2,356 fueron para mujeres indígenas (59%) y 1,658 (41%) para varones indígenas. La beca de manutención para el primer año fue de $750 pesos mensuales, $830 para el segundo año, $920 para el tercer año y $1,000 para el cuarto y quinto año. Con estas ínfimas cantidades, los estudiantes cubren algunas de sus necesidades más esenciales como alimentación y transporte.

Los siguientes cuadros muestran el número de matrícula atendida en el ciclo escolar 2014-2015 y las 44 lenguas indígenas a las que pertenecen los estudiantes de las universidades interculturales. Como se podrá ver, la Universidad Autónoma Indígena de México es la más plurilingüe de todas; su sede registra hablantes de 26 lenguas indígenas.

Comentarios finales

En este informe expuse la experiencia del sistema de becas indígenas del CIESAS, la CDI/INPI, la UNAM, la Universidad Autónoma Chapingo y las Universidades interculturales. Aun sumando todos los esfuerzos institucionales, en México son insuficientes las becas para los estudiantes indígenas.  

Es loable el esfuerzo de colaboración técnica y financiera de la Fundación Ford y otras agencias de cooperación internacional, que lograron la formación de capital humano en la profesionalización de los estudiantes indígenas del país. Fueron doce años de intensas actividades del PIBPI para consolidar un programa educativo a nivel superior para estudiantes indígenas. La Fundación Ford, como otras fundaciones internacionales, tuvieron la visión para institucionalizar el PIBPI y lograr su “mexicanización”. Mis mejores deseos para que CONACYT siga fortaleciendo tan loable programa.

Varios de aquellos estudiantes indígenas que se formaron gracias a la generosidad de las becas de la Fundación Ford, del CIESAS y del INI (INPI), hoy son capital humano en políticas públicas del poder ejecutivo. Varios han incursionado en el poder legislativo federal y local. Ha sido menor su colaboración en el poder judicial, pero todo indica que hay varios abogados que ya participan en los tribunales y nada descarta qué en el futuro próximo, tendremos a los primeros magistrados indígenas en el país.

En el 2013, había en el país aproximadamente 36 millones de jóvenes, los cuales representaron el 31.23% del total de la población. De esa cantidad, 18.75% (3,377,372) eran alumnos inscritos de educación superior. Extrapolando cifras, podemos concluir que, si casi la mitad de los jóvenes mexicanos se asume indígena, tendríamos 3.5 millones de estudiantes indígenas en las diferentes universidades del país. Obvio, falta la cuantificación es insuficiente e inexistente.

En México no existe un mecanismo que cuantifique la población indígena inscrita en el sistema universitario nacional. Algunos autores indican que no rebasa el 1%. Urge la puesta en marcha de un instrumento censal que cuantifique la matricula indígena inscrita en el sistema universitario y que permita obtener cifras verificables y cuantificables.

Para los estudiantes pobres indígenas de México las becas representan una alternativa para vencer adversidades y poder concluir una carrera universitaria. Las mujeres indígenas son aún más excluidas del sistema de educación superior. Urge que los poderes del país cambien esta injusta situación.

La Cámara de Diputados del país debe aumentar el monto de las becas para los estudiantes indígenas. Apremia la instauración de un Programa Nacional de Becas Indígenas. En el Presupuesto de Egresos de la Federación, desde la creación del presupuesto transversal destinado a los pueblos indígenas, ha sido fundamental la asignación de recursos a CONACYT para las becas a los estudiantes indígenas. Año con año debe incrementarse este presupuesto para fortalecerse la política pública educativa a nivel de maestría y doctorado para los profesionistas indígenas del país.

Crecientemente el Estado mexicano debe comprometer recursos financieros en la formación de sus jóvenes indígenas. Hay una base constitucional que obliga su cumplimiento y es insoslayable no retroceder en estos derechos fundamentales.  

El sistema universitario mexicano debe aumentar la matrícula de estudiantes indígenas en sus respectivos campus. Nuestra nación multicultural debe reflejarse también en las universidades. No hacerlo implica condenar a la juventud a optar por caminos que no son deseables para nuestro país.

En México es común que las iniciativas pioneras hayan sido detonadas por organismos extranjeros. Por mi parte, ha sido un honor haber contribuido de forma directa en algunas experiencias expuestas en este informe. Mi formación profesional fue posible gracias a la oportunidad de haber sido huésped de la Casa del Estudiante Indígena y ser beneficiario de varios programas de becas que me permitieron hacer carrera académica.

Hace años, con la Fundación W.K Kellogg, el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey y Laspau/Universidad de Harvard, impulsamos el Programa de Fortalecimiento de Liderazgo en las Américas. Sin la contribución financiera de la Fundación W.K Kellogg, jamás hubiera conocido el Instituto Tecnológico de Massachusetts de Cambridge o la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard. Mi gratitud por su capital semilla que ayudó a formar varias generaciones de profesionistas indígenas y no indígenas de México y América Latina.

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*Marcos Matías Alonso es investigador Titular del CIESAS.

 

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Comentarios (2)
charly Sol (no verificado) Mar, 01/09/2020 - 15:12
Excelente artículo
Rafael (no verificado) Mié, 02/09/2020 - 15:40
Me parece que es un artículo falto de rigor académicos y uso de fuentes.
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