Mientras no se cambie la Constitución Política del Estado, todos los derechos de nuestro pueblo seguirán perdiéndose, porque desde que fue hecha –bajo la dictadura fujimorista– no fue pensada sino en satisfacer los intereses de las grandes empresas transnacionales y sus lacayos politiqueros de turno.
Por Mario Tabra Guerrero*
9 de diciembre, 2018.- Ya pasó el tan anunciado referéndum el cual nos “permitía decidir” sobre cuestiones de la agenda del Ejecutivo que no se atrevía a tocar y cual Pilatos se las entregó al pueblo para que “decida”.
Pero, esta decisión no tenía nada que ver con si los electores querían seguir bajo el imperio de la corrupción o cambiar de rumbo económico, político o social, porque ninguna de las cuatro preguntas permite decidir al pueblo sobre nuestros recursos naturales, territorio, salud, educación, agua y desarrollo sostenible.
Hoy, más que nunca, y tal como lo manifestara el presidente Vizcarra “nada se hará fuera de la Constitución”; es decir, la madre del cordero es intocable, la Constitución Política de 1993.
La culpable de toda esta debacle institucional y ascenso de la corrupción se refuerza, se parcha, pero se refuerza, y se refuerza el derecho a seguir entregando libremente nuestro territorio comunal a las grandes empresas transnacionales mineras, petroleras, gasíferas y agroindustriales.
Se refuerza la libertad de ser cómplices para hacer añicos el planeta, libertad de ser exonerados de pagar los impuestos tal como lo determina el Consenso de Wahington y su hijastra la Constitución fujimorista.
Se refuerza la libertad de contaminar nuestras aguas, aire y suelo sin remediar los pasivos ambientales, libertad de “esclavizar” a sus trabajadores, libertad de matar o criminalizar a los defensores de derechos ambientales y humanos.
Cuando amanezca el lunes 10 de diciembre y se despierte de la “referéndumlandia” y regresen a su rutina, los electores verán como fueron traicionados, así como lo fue el 09 de diciembre de 1824 tras la capitulación de Ayacucho: los vencedores fuimos vencidos, porque los vencidos fueron vencedores, mediante los dispositivos favorables a los españoles.
No sé si es una maldición, porque cuando vencemos... siempre perdemos (véanse elecciones de las tres últimas décadas). Ahora, tanto los poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial buscarán sacarle la vuelta a nuestro inocente pueblo, que con mucha devoción y esfuerzo fue a las urnas a depositar su confianza en estos caudillos políticos que ni principios ni ideales tienen, más que el magro interés de succionar las riquezas de todos los peruanos y peruanas y luego largarse del país donde compran casas y depositan todo lo robado para vivir de nuestra pobre inocencia.
Mientras no se cambie la Constitución Política del Estado, todos los derechos de nuestro pueblo seguirán perdiéndose, porque desde que fue hecha –bajo la dictadura fujimorista– no fue pensada sino en satisfacer los intereses de las grandes empresas transnacionales y sus lacayos politiqueros de turno.
Vamos pueblo despierten y “no pidamos”, ¡exijamos lo que nos pertenece!: El derecho a vivir en paz, en un mundo libre de contaminación y con justicia redistributiva.
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*Mario Tabra es cantautor, comunicador, escritor y activista ambiental originario del pueblo de Ayavaca.
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