La creación de un viceministerio de Gestión Territorial plantea la necesidad de conocer cuál es el enfoque detrás de la iniciativa. "De lo contrario reduciremos el concepto de gestión y gobernanza territorial a la acepción de ejercicio del poder y de eso ya hemos tenido suficiente y no hemos logrado alcanzar sociedades sustentables".
Así no anota el ingeniero Rodrigo Arce quién desde la perspectiva de complejidad destaca elementos sustanciales como la importancia de la cultura del diálogo y el valor estratégico de las políticas de interculturalidad, entre otros elementos.
Estará la nueva gestión en capacidad de " Ir más allá de lo evidente, atreverse a abordar la diversidad con responsabilidad, respeto y creatividad".
"la gobernanza territorial no es el ejercicio de imponer un “modelo acabado” sino el arte de tomar decisiones con prudencia y sostenibilidad con participación activa y comprometida de la sociedad civil" afirma el autor cuyo artículo reproducimos a continuación.
Gestión territorial en perspectiva de complejidad:
A propósito de la creación del Viceministerio de Gobernanza Territorial
Por Rodrigo Arce Rojas*
La gestión territorial corresponde a uno de los grandes campos identificados como problemas de frontera por lo tanto tiene que ser abordada necesariamente desde la interdisciplinariedad, transdisciplinariedad e incluso de la indisciplinariedad. Existe mucha experiencia y literatura sobre la gestión biofísica del territorio, incluso desde perspectivas socioeconómicas y sociopolíticas, por lo que quisiera añadir la perspectiva de complejidad más allá de los enfoques anteriormente señalados.
En efecto, un territorio puede ser descrito en sus características biofísicas con todas las tecnologías modernas y tener muy altos grados de resolución aun cuando se reconoce que todavía falta mucha ciencia y tecnología para tener todas las respuestas. Pero sobre las características biofísicas (entendidas convencionalmente como naturaleza o incluso como capital natural) están las personas que influyen sobre los ecosistemas y a su vez son influidas por éstas. Las personas con su cultura, con sus apremios económicos, con sus necesidades y proyecciones son grandes configuradoras del destino de los territorios que a su vez terminan modelando a las personas. Desde una perspectiva sistémica se reconoce entonces la gran cantidad de elementos que interactúan, son interdependientes y son interinfluenciables. Se reconoce además la dialogicidad entre los sistemas humanos (sociales, institucionales, económicos, políticos, religiosos) con los sistemas naturales. Por tanto, la gestión territorial no la podemos desligar de la gobernanza territorial.
De acuerdo con Farinós (2008) y Rosas-Ferrusca, et al. (2012) la gobernanza territorial se entiende como una práctica/proceso de organización de las múltiples relaciones que caracterizan las interacciones [el subrayado es mío] entre actores e intereses diversos presentes en el territorio. El resultado de esta organización es la elaboración de una visión territorial compartida, sustentada en la identificación y valorización del capital territorial, necesaria para conseguir la cohesión territorial sostenible a los diferentes niveles, desde el local al supranacional. En esta misma perspectiva Romis (2012) señala que la expresión “gobernanza territorial” se refiere al conjunto de modalidades de vinculación [el subrayado es mío] entre los actores productivos e institucionales de un territorio y a los arreglos institucionales que se constituyen. Noten que en ambas definiciones las palabras claves que tipifican la gobernanza territorial refieren a interacciones y vínculos. No podría ser de otra manera porque territorio alude fundamentalmente a vectores y sus interacciones. En esta dirección – y tomando en cuenta las interacciones entre agentes y elementos del sistema - Delgadillo y Torres (2009) consideran que la sostenibilidad territorial debe ser abordada desde un enfoque multidimensional y sistémico que considere aspectos bióticos y abióticos, sociales, culturales, así como las modalidades de gestión de los territorios y su gobernabilidad.
En otra perspectiva la gobernanza [forestal] se refiere a quién toma decisiones, cómo se toman las decisiones, tipos de decisiones que se toman y características de las decisiones con relación a los bosques (Petkova y Larson, 2011). Quién toma las decisiones refiere a los actores, incluyendo la sociodiversidad y sus múltiples manifestaciones como entes biopsicosociales, cómo se toman las decisiones alude al método (Nacional/ Sub-nacional/Local, instituciones participantes, reglas formales e informales, relaciones de poder, prácticas de toma de decisiones), y las características de las decisiones refieren a los atributos (claras, entendibles, coherentes, amplias y completas, disponibles). Como se puede apreciar la gobernanza alude fuertemente a las características de las personas y su cultura. Por ello importa conocer a las personas desde perspectivas psicológicas, sociológicas, antropológicas, filosóficas y culturales. Influye mucho su cultura política, su cultura democrática, su cultura dialógica, entre otras expresiones. La prevención, gestión y transformación de los conflictos implica también tener la capacidad de identificar cuáles son los grandes significados, propósitos y sentidos que están crujiendo y por lo tanto reconocer la dinámica existente entre estabilidad e inestabilidad del sistema. En un país de alta sociodiversidad no se puede dejar de desconocer que no todo se resuelve desde la lógica omnímoda del mercado.
Las personas conforman la sociedad y la sociedad está conformada por personas. Desde una perspectiva de principio hologramático podríamos parafrasear que las personas están en la sociedad y la sociedad está en cada una de las personas. Esto es más fácil de entender si reconocemos que la realidad es en el fondo un proceso de construcción social a partir de las intersubjetividades. Es en función a esta realidad que podemos reconocer la cadena de significado individuo-sociedad-especie humana que nos plantea Edgar Morin.
la gobernanza territorial no es el ejercicio de imponer un “modelo acabado” sino el arte de tomar decisiones con prudencia y sostenibilidad con participación activa y comprometida de la sociedad civil.
Las personas, y también la sociedad, tienen paradigmas, creencias, niveles de conciencia, valores, representaciones sociales, ideologías, cosmovisiones, estereotipos, prejuicios, es decir, una manera de ver el mundo, patrones mentales con los que interpretan la realidad y ponen de manifiesto patrones de actuación. La gestión territorial con enfoque de sostenibilidad no puede dejar de desconocer estos aspectos porque corre el riesgo de reducirse a “conceptos acabados” tales como crecimiento económico, el mercado como regulador absoluto de la realidad, “así es la economía”, eficacia y eficiencia, entre otros. Lo contrario es valorar la diversidad y aceptar que existen múltiples posibilidades de desarrollo (desarrollos contextuales). En esta perspectiva la heterogeneidad no aparece como un problema (como frecuentemente se alude y se apela por tanto a la necesidad de homogeneizar) sino más bien como energía cultural pura que debe ser canalizada a través del arte del diálogo y la construcción de acuerdos sostenibles. Por todo ello la gobernanza territorial no es el ejercicio de imponer un “modelo acabado” sino el arte de tomar decisiones con prudencia y sostenibilidad con participación activa y comprometida de la sociedad civil. Ello requiere por tanto planificación, coordinación, espacios de diálogo, espacios para procesar las diferencias, información y transparencia.
Ahora bien, es importante reconocer que no solo existen razones pues el ser humano es un complejo en el que se encuentran indesligablemente unidos la mente/intelecto, el cuerpo, las emociones y la espiritualidad. A estos elementos (que se encuentran perfectamente entrelazados) se suman la fisiología y la palabra. Hasta ahora como sociedad hemos privilegiado las razones y sobrado sabemos que eso no basta. Es más, muchas de las decisiones que tomamos son profundamente emocionales, y el inconsciente toma decisiones por nosotros aun cuando pensemos que ha sido una decisión soberana consciente. Recordemos el tema de construcción social de la realidad a partir de las intersubjetividades.
En esta perspectiva, interesa también reconocer la complejidad del lenguaje muchas veces con palabras polisémicas y ambiguas. La borrosidad del lenguaje lleva a que los actores jueguen convenientemente a usar los significados encajonados de las palabras o apelar los significados difuminados para alterar los sentidos. De ella da cuenta el malabarismo con el que tratan los políticos al lenguaje y ni qué decir de las relaciones entre poder y comunicación que terminan construyendo realidades convenientes a intereses económicos o políticos.
En términos de gestión territorial y de gobernanza territorial interesa partir de conceptos operativos claros y no escudarse en la plasticidad del lenguaje para evadir el tratamiento integral del desarrollo. Siendo la gestión y la gobernanza territorial temas complejos importa mucho reconocer esta realidad para su apropiado tratamiento. El enfoque de complejidad implica reconocer los diferentes elementos que conforman los sistemas y que interactúan interdependientemente, el diálogo con el entorno, el contexto y la historia, el reconocimiento de la no linealidad, la capacidad adaptativa y evolutiva, las emergencias, entre otras propiedades. Ello nos lleva a reconocer la importancia de una cultura del diálogo, el valor estratégico de las políticas de interculturalidad, atreverse a salir de las zonas de comodidad y de los conceptos acabados para mirar lo que no se quiere mirar, escuchar lo que no se quiere escuchar y sentir lo que no se quiere sentir. Ir más allá de lo evidente, atreverse a abordar la diversidad con responsabilidad, respeto y creatividad. En el fondo alude a tener claro qué paradigmas contribuyen a abrir posibilidades. De lo contrario reduciremos el concepto de gestión y gobernanza territorial a la acepción de ejercicio del poder y de eso ya hemos tenido suficiente y no hemos logrado alcanzar sociedades sustentables.
Literatura citada:
- Delgadillo, J. y Torres, F. (2009). La gestión territorial como instrumento para el desarrollo rural. Estudios Agrarios. Procuraduría Agraria.
- Farinós, J. (2008). “Gobernanza territorial para el desarrollo sostenible: estado de la cuestión y agenda” en Boletín de la A.G. 46
- Petkova, E., Larson, A. y Pacheco, P. (eds) 2011 Gobernanza forestal y REDD+: Desafíos para las políticas y mercados en América Latina. CIFOR, Bogor, Indonesia. 320 p.
- Romis, M. (2012). Gobernanza Territorial. Conceptos Claves y Análisis de Casos. Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN - Grupo BID).
- Rosas-Ferrusca, F.; Campos-Alanís, H.; Calderón-Maya, J. (2012). Elementos conceptuales para el análisis de la gobernanza territorial Quivera [en línea] (Julio-Diciembre). [Fecha de consulta: 2 de marzo de 2017] Disponible en:<http://www.redalyc.org/
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