¿Por qué es relevante el pensamiento complejo en el desarrollo forestal?

Foto: Donofré Chuco / Servindi Foto: Donofré Chuco / Servindi

Por Rodrigo Arce Rojas*

30 de mayo, 2018.- Hablar de desarrollo forestal ya es inquietante porque inmediatamente tendríamos que pensar en cuáles son los criterios e indicadores para concebir un “desarrollo forestal”. Seguramente las respuestas que demos a esta crucial pregunta van a desplegar nuestra propia visión de lo que entendemos por desarrollo, el paradigma de civilización en el que nos inscribimos, las grandes creencias en la que sustentamos nuestros discursos y acciones, los discursos y narrativas que nos ponen en evidencia. Hablar de desarrollo implica la posibilidad de cambio de una situación dada a una situación ideal calificada mejor que el anterior. ¿Cuáles son entonces nuestros indicadores de éxito cuando hablamos de desarrollo forestal?

Hablar de desarrollo implica la posibilidad de cambio de una situación dada a una situación ideal calificada mejor que el anterior. ¿Cuáles son entonces nuestros indicadores de éxito cuando hablamos de desarrollo forestal?

Es objetivo de la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre “ Contribuir con el desarrollo sostenible del país, a través de una adecuada gestión del Patrimonio Forestal y de Fauna Silvestre de la Nación, que asegure su aprovechamiento sostenible, conservación, protección e incremento, para la provisión de bienes y servicios de los ecosistemas forestales, otros ecosistemas de vegetación silvestre y de la fauna silvestre, en armonía con el interés social, cultural, económico y ambiental de la Nación”. Los verbos claves son aprovechar, conservar, proteger e incrementar y están articulados a la multidimensionalidad de la sostenibilidad. Vamos a revisar el objetivo de la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre desde la perspectiva de los sistemas adaptativos complejos.

Lo primero que habría que señalar es que existe una estrecha interrelación entre el patrimonio forestal y de fauna silvestre (perspectiva biofísica) con los sociedad (perspectiva social). Los seres humanos están tanto dentro de los bosques como fuera de los bosques pero tomando decisiones (institucionales, legales, económicas, tributarias, entre otras) que inciden sobre los bosques. De otro lado, la biodiversidad forestal pone de manifiesto su interacción con los seres humanos a través de lo que se ha dado en llamar servicios ecosistémicos del bosque. Por todo ello hablar de bosques es hablar de socioecosistemas.

Desde una perspectiva socioecositémica los bosques prácticamente están interrelacionados con la totalidad de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Si ampliamos la mirada los mares y bosques se encuentran interrelacionados por el ciclo hidrológico y el agua es parte fundamental de la constitución de nuestro cuerpo. Las interrelaciones entre el carbono y el oxígeno a nivel global también dan cuenta de nuestra estrecha conexión con los bosques. Vista así las cosas, sociedad y bosques forman parte de una única realidad más allá de nuestros esfuerzos por organizarnos institucionalmente por sectores, por funciones y competencias y por disciplinas.

Un sistema adaptativo complejo está conformado por materia/masa, energía e información de manera intercambiable. A ello le debemos añadir el sentido en el que fluyen. Aplicado al socioecosistema bosque entonces tenemos que entender que los componentes tangibles (componentes biofísicos) están en estrecha relación con los componentes intangibles (paradigmas, creencias, ideologías, ideas, pensamientos, sentimientos, palabras, significados, entre otros). Todos estos componentes están interrelacionados, son interdependientes y son interdefinibles. Por ello no hay creencia, ideología o palabra vacía con relación a los bosques porque finalmente configura su realidad. Si asociamos por ejemplo la frase crecimiento económico a los bosques lo estaremos tratando desde esa perspectiva. Por eso es que también hay otras palabras fuerza (energía) que representan la relación humana con los bosques: naturaleza, verde, vida, cuidado, ternura, resistencia (como lo describió un reconocido líder indígena de Madre de Dios). Esto es posible entenderlo si es que entendemos la estrecha interrelación que existe entre cuerpo-mente-fisiología-palabra-acción. Cualquier elemento que aparece en el sistema termina por generar una dinámica no lineal.

Por estas razones, el tema de bosques no es sólo de ingenieros sino también de ciudadanos en general, de campesinos, indígenas, de poetas, literatos, historiadores, filósofos, cantores, entre otros (en todos los casos también estoy pensando en las versiones femeninas). Las narrativas que nos construyamos intersubjetivamente también constituyen una poderosa fuerza transformadora que puede tener una manifestación positiva o negativa. En esta perspectiva ingresa la razón, la emoción, la imaginación, la intuición reconociendo, desde la óptica de la teoría de la comunicación, que todo comunica.

Pero no sólo existen los componentes en interacción. También existe la visión de totalidades que quiere decir las múltiples dimensiones presentes tal como lo reconoce objetivo de la Política Nacional Forestal y de Fauna Silvestre. Ahora bien, no es sólo tomar en cuenta sectorialmente las dimensiones sino en sus múltiples interrelaciones, interdependencias e interdefinibilidades. Vista así las cosas superamos las estrechas relaciones de causa y efecto que han dominado nuestra acción y pasamos a pensar en una red de relaciones en una trama compleja. Es así cómo es que se explica la estrecha interrelación de los bosques con casi la totalidad de Objetivos de Desarrollo Sostenible. Eso requiere pensar en la totalidad de funciones y manifestaciones del bosque y no sólo desde una perspectiva maderable o de fauna concentrada en unas cuantas especies comerciales. En otras palabras, los bosques son importantes porque constituyen manifestación exuberante de la vida y no únicamente por la valoración económica que le podamos dar desde una perspectiva antropocéntrica y mercadocéntrica.

Es importante además pensar en la multiescalaridad en el que aparecen las múltiples escalas, y jerarquías en las que se inscriben los sistemas. Un sistema siempre está dentro de otro sistema y por tanto se verifica una dialogicidad entre el sistema y el entorno. Depende de la escala en la que nos ubiquemos para ver con mucha más claridad los componentes del socioecosistema pero de todas maneras siempre caeremos en él. También es necesario dar cuenta de las múltiples temporalidades, no sólo desde una perspectiva de pasado, presente y futuro sino de las múltiples posibilidades que se pueden generar desde el presente. Por eso es tan importante tomar en cuenta la historia, el proceso y el contexto.

El bosque como socioecosistema también presenta una serie de características como ser no descomponible, irreversible e impredecible. El juego de entropía y neguentropía es lo que permite el juego de la vida y permite que el sistema tenga capacidad de aprendizaje y por tanto de adaptación y evolución. La intervención humana sobre los bosques no debe anular la capacidad de resiliencia pues de lo contrario nos ganará las fuerzas de la entropía con la irreversibilidad de la flecha del tiempo. La silvicultura y el manejo forestal sostenible tienen el delicado encargo de lograr sostenibilidad, si en ese propósito se obtienen ganancias económicas en buena hora para la sociedad y el empresario, pero no se puede imponer únicamente el lucro sacrificando la sostenibilidad.

Quiere decir entonces que pensar el bosque como socioecosistema significa pensarlo como sistema adaptativo complejo y eso requiere un pensamiento complejo que en buena cuenta significa pensar fuera de la caja. Pensar fuera de la caja no es una moda, una extravagancia, una curiosidad de excéntricos y soñadores sino un imperativo ético. ¿Cuántas injusticias ambientales, epistemológicas, sociales y culturales aún están presentes en nuestro quehacer forestal? ¿Cuántos personajes están ausentes en nuestra gestión porque simplemente no tienen poder, rango o recursos? ¿Cuántas voces están apagadas o ausentes en la historia forestal que estamos escribiendo? ¿Cuántos mecanismos y procedimientos son legales y ajustados a derecho pero que a todas luces son insensibles de la realidad social y cultural? ¿Cuál es el impacto de mantenernos incólumes en nuestras funciones y competencias cuando estamos viendo frente nuestro la alteración y degradación de los ecosistemas forestales?

¿Cuál es el impacto de mantenernos incólumes en nuestras funciones y competencias cuando estamos viendo frente nuestro la alteración y degradación de los ecosistemas forestales?

Durante toda la historia de la civilización los poderes fácticos (económicos, políticos) han buscado normalizarnos, estandarizarnos, disciplinarlos de tal manera que aceptemos entusiastamente teorías, conceptos, significados, frases y memes culturales porque lo han dicho los grandes, porque se sustentan en fórmulas matemáticas, porque implican crecimiento económico, porque así lo dicen la economía ambiental y economía de recursos naturales, porque es mejor así.

Entonces nos regocijamos en la farra de la disyunción, de la separación, de la fragmentación, del aislamiento. Es cuando la historia se centra en nuestro casillero y el futuro se construye de aquí en adelante a partir de nuestras premisas y nuestras cajas. Es indudable que con esta forma de actuar hemos tenido éxitos espectaculares pero no podemos negar que también hemos provocados crisis monumentales especialmente en los campos ambientales y sociales.

Necesitamos por tanto una batalla para pensar fuera de la caja que significa atreverse a pensar en sentido contrario a lo acostumbrado o instituido, pensar en múltiples posibilidades, pensar lo que no ha sido pensado, pensar en la historia de nuestras palabras estrella, pensar en la red de relaciones a partir de nuestras palabras estrellas. La historia del agua no empieza a partir de nuestros caños y termina en los vertederos.

Entonces pensar no se reduce a un acto cognitivo sino a la integralidad del ser humano en interacción con su entorno: ver no lo que no ha sido visto o no ha querido ser visto, sentir lo que ha sido sentido o no ha querido ser sentido. Pensar fuera de la caja es fuente de creatividad, innovación y transformación. En el campo forestal necesitamos que esa forma de pensar compleja tenga apellido de paz, justicia, equidad, derechos y sostenibilidad y no sólo de madera, carbono, mercancías o exportación.

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*Rodrigo Arce Rojas es Doctor en Pensamiento Complejo por la Multiversidad Mundo Real Edgar Morin de México. Su correo es rarcerojas@yahoo.es

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Comentarios (4)
HECTOR VILCHEZ ... (no verificado) Mié, 30/05/2018 - 15:53
Interesante artículo Rodrigo, he leído el artículo con detenimiento y recien voy entendiendo lo que significa el pensamiento complejo en el campo forestal. Felicitaciones.
Rodrigo Arce (no verificado) Jue, 31/05/2018 - 07:46
Muchas gracias Héctor. Gran reto para que el talento sea fuente de inspiración para hacer mejor las cosas en nuestro campo. Un abrazo,
Rosa Paz Soldán (no verificado) Sáb, 02/06/2018 - 17:58
Rodrigo, la explicación es clara y real, la teoría es fuerte pero lamentablemente los intereses particulares lo son más. Además cómo insertamos estas ideas sobre la complejidad de los socioecosistemas y sus beneficios globales en nuestros líderes cuyos cerebros se circunscriben a lo simple y cómodo y desconocen lo sencillo y total del concepto SOSTENIBILIDAD. ESE ES EL VERDADERO RETO FORESTAL
Rodrigo Arce (no verificado) Dom, 03/06/2018 - 15:44
De acuerdo Rosa.
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