La capacidad de los pueblos de Jamaica y del Caribe para elaborar y valorizar sus propios relatos autóctonos –indispensables para la transmisión del conocimiento y el desarrollo– se ve amenazada por la focalización que se hace en disciplinas más remuneradoras, como las ciencias exactas y tecnológicas, en detrimento de las ciencias humanas
Por John Ayotunde Isola Bewaji*
28 de agosto, 2017.- En cuanto pudo, el ser humano trató de comprender todos los aspectos de la vida y del mundo que le rodeaba. Para comprender y describir su entorno no sólo recurrió a la literatura, la filosofía, la educación, la religión, las artes, la historia, la antropología, la arqueología y la sociología, sino también a la economía, la psicología, la información, el desarrollo, el deporte, el derecho, el comercio, las finanzas, las ciencias políticas y los estudios de género, el medio ambiente, la comunicación y la cultura. La necesidad de conferirles validez científica ha hecho que algunas de esas disciplinas se hayan catalogado como ciencias sociales, pero mi convicción personal es que desempeñan también un papel en las ciencias humanas.
Gracias al lenguaje los seres humanos han producido sus propios relatos, privilegiándolos con respecto a los procedentes de otras regiones. Todas las civilizaciones están apegadas a aquellos relatos que encarnan las culturas, los sistemas de conocimiento y la formas de ser que han creado.
Tres acontecimientos han desempeñado un papel determinante en el lugar que las ciencias humanas han acabado por ocupar en las universidades occidentales: la revolución científica, la revolución industrial y el nacimiento de la lógica matemática, teoría del pensamiento moderno iniciada por el filósofo y matemático alemán Friedrich Ludwig Gottlob Frege (1884-1925) que consiste en aplicar las leyes de la lógica a ámbitos ajenos a esta disciplina.
La conjunción de la revolución científica y la industrial dio a luz al positivismo lógico y a la convicción de que toda búsqueda del conocimiento debe descansar en una metodología científica, so pena de perder su validez y pertinencia.
Esto tuvo consecuencias desastrosas para los legados intelectuales de las sociedades no europeas, presentadas en general como primitivas, incivilizadas, paganas y atrasadas. La adopción de este punto de vista permitió la apropiación económica de todos los recursos de esas sociedades por medio del colonialismo y la esclavitud.
Relatos suplantadores
Lo peor que ha hecho la enseñanza tradicional es equiparar los relatos de Europa y Arabia a verdades universales y suplantar con ellos los de las sociedades indígenas de todas las partes del mundo. Por eso, los africanos saben muy poco de su ascendencia, ya que usan nombres, lenguas, religiones, ciencias y tecnologías ajenas, hasta el extremo de llegar a olvidar –e incluso odiar, a veces− sus propios sistemas de conocimiento, filosofías, formas de ser y valores, extraviándose en universos ajenos.
Esto plantea una serie de cuestiones. En primer lugar, señalaremos que la industrialización ha desembocado en la mundialización de todas las formas de realidad. Aunque la mundialización sea inevitable, no tiene por qué impedir a las poblaciones del Caribe recurrir a su legado africano para dar rumbo y sentido a la vida civilizada. No es necesario oponerse a la mundialización, pero cada uno de nosotros puede enriquecerla gracias a las culturas históricas de sus antepasados.
En segundo lugar, la apología de la enseñanza de las ciencias, las tecnologías, la ingeniería y las matemáticas crea un imperativo erróneo, al hacer pensar que las restantes disciplinas apenas son útiles porque, aparentemente, no reportan beneficios prácticos directos a la sociedad. La enseñanza primaria, secundaria y superior de Jamaica y las Antillas de habla inglesa se ha centrado en las ciencias exactas, las tecnologías y las ciencias sociales, mientras que en esos tres niveles de enseñanza se han suprimido o reducido disciplinas como las bellas artes, la música, la ética, la historia, la cultura y los estudios sobre el patrimonio por no considerarse útiles para el desarrollo humano.
En la Universidad de las Indias Occidentales (UIO), común a 17 países del Caribe anglófono, la supremacía otorgada a las ciencias exactas ha tenido por resultado que la Facultad de Ciencias Humanas y Educación atraiga tan sólo a menos del 25% del alumnado, ya que se subestima la contribución que sus licenciados pueden aportar al desarrollo nacional y regional. El diario jamaicano The Gleaner ha exhortado en varios de sus editoriales a las autoridades a suprimir la financiación destinada a la enseñanza de la historia, la filosofía, las lenguas y las artes, para concentrar los recursos económicos en disciplinas que permitan a Jamaica y los demás países de la región recuperar su retraso en este plano e ingresar en el primer mundo en el plano tecnológico. Según este diario, no hay necesidad alguna de que las personas sepan quiénes son, en qué mundo real viven, a qué sociedad pertenecen y de qué antepasados descienden. Para que todo vaya bien –añade The Gleaner– basta lograr la paridad tecnológica con Occidente.
En tercer lugar, en tiempos como los actuales de ajuste financiero nacional, regional e individual, son casi siempre la educación y las ciencias humanas las que pagan las consecuencias de los ajustes estructurales. Las familias y las personas prefieren invertir en disciplinas “comercializables, rentables y valorizadoras”. Por su parte, los países creen que se debe privilegiar la enseñanza de las ciencias, la medicina, la ingeniería y las tecnologías porque se supone que todas esas disciplinas mejoran la productividad.
Identidad y patrimonio cultural
El estudio de las ciencias humanas es imprescindible para configurar la identidad de una sociedad, valorizarla y darle proyección. Una sociedad que menosprecia la comprensión, valorización y difusión de las humanidades se expone a todo tipo de abusos, al deterioro de su patrimonio cultural y a la usurpación de su identidad. So pretexto del “síndrome del bagaje intelectual y cultural vacío” de las poblaciones africanas, los africanos del Nuevo Mundo han sido víctimas de un verdadero “epistemicidio” –es decir, un exterminio de sus sistemas de pensamiento propios y sus conocimientos autóctonos– que les ha conducido a verse desposeídos de sus identidades y patrimonios culturales, dejando a los individuos confusos, desorientados y desarraigados. La violencia e incivilidad crecientes en la sociedad jamaicana obedecen en parte a esa desposesión. Aun cuando Jamaica ha superado lo que cabía esperar de ella en numerosos ámbitos, lo cierto es que en el país persiste cierta preferencia por lo “euro-occidental”.
El sistema de pensamiento de la UIO ha sido víctima del condicionamiento histórico puesto de relieve por el profesor jamaicano Errol Miller: la dependencia económica en que cayeron los países de la región después de la abolición de la esclavitud y la emancipación. Por eso, la UIO no ha sido capaz de adoptar buenos modelos educativos, concebidos para la enseñanza de las ciencias humanas, sin inquietarse por la rentabilidad inmediata de este tipo de enseñanza.
La UNESCO nunca ha dejado de desempeñar un papel preponderante en la búsqueda de un mundo más humano en el que se valoricen la razón, el pensamiento crítico y la diversidad. No obstante, es comprensible que los países de la región del Caribe se vean reducidos a la condición de mendicantes e incapacitados para adoptar decisiones susceptibles de librar a sus ciudadanos de la penuria, habida cuenta de la resistencia a indemnizar económicamente a sus poblaciones por los horrores de la trata esclavista transatlántica, una de las mayores crueldades de la historia humana. Esto explica probablemente por qué Jamaica registra uno de los índices de homicidios más altos del mundo, a pesar de ser el país natal del político, periodista y editor Marcus Mosiah Garvey (1887-1940), precursor del panafricanismo; del velocista Usain Bolt, campeón olímpico; y del “reggae”, apreciado en todo el mundo.
Un elemento clave: la formación de docentes
¿Qué se puede hacer para mejorar la enseñanza de las ciencias humanas en Jamaica y el Caribe anglófono? Promover y reforzar los proyectos de formación de docentes de la UNESCO; por su parte, la UIO debe encabezar esta tarea emprendiendo un examen a fondo de su función en la enseñanza de las ciencias humanas. Es necesario que la UIO cuente con un departamento o un centro de estudios filosóficos que contribuya a fomentar el espíritu crítico en el estudio de otras disciplinas, como los estudios sobre solución de conflictos o los estudios empresariales, turísticos y medioambientales.
Es fundamental que en Jamaica y la región del Caribe se enseñen las ciencias humanas en los centros docentes de primaria, secundaria y postsecundaria, porque la paz se construye en las mentes de las personas. Aunque las expresiones culturales y musicales surgidas en Jamaica han trascendido sus fronteras y ejercido una influencia en el mundo entero, se han hecho muy pocos esfuerzos por enseñar dichas expresiones a los jóvenes del país y fomentar su uso. La adquisición de este tipo de conocimientos serviría para impulsar su creatividad y propiciar su emancipación económica.
Por último, es importante comprender que las ciencias humanas son básicas para la elaboración, preservación, acumulación, acopio, difusión y utilización de los conocimientos. Los países ricos y poderosos no encomiendan la educación de sus ciudadanos a países ajenos. De igual manera, las sociedades pobres y endebles deben comprender que es necesario que sus relatos sean autóctonos y se transmitan sin adulteraciones y con toda su magnífica diversidad, por el bien de toda la humanidad.
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John Ayotunde Isola Bewaji es de nacionalidad jamaicana, pero nació en Nigeria. Ha escrito varias obras, entre las que destaca “The Rule of Law and Governance in Indigenous Yoruba Society – an Essay in African Philosophy” [El Estado de derecho y la gobernanza en la sociedad indígena yoruba – Un ensayo de filosofía africana]. También ha dirigido diversas publicaciones, como la revista Caribbean Journal of Philosophy.
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