Perú apuesta por el reconocimiento práctico, más allá del papel, de las lenguas originarias, con un proyecto de noticieros en esas lenguas. No sucede lo mismo en otras partes de América Latina.
Por Mirra Banchón
DW, 23 de marzo, 2022.- El proyecto de noticieros en lenguas originarias en Perú comenzó en 2016. Llevan por título "Ñuqanchik" ("nosotros” en quechua), "Jiwasanaka" ("nuestra voz” en aymara) y Ashi Añame ("nosotros” en asháninka). Al parecer, son un éxito. Es el primer proyecto estatal en un noticiero a nivel nacional que refleja el reconocimiento a las lenguas que existen en el país desde antes del castellano.
Se calcula que en la zona andina hay entre 8 y 10 millones de hablantes de quechua (3,37 de ellos en Perú y entre 2 y 4 millones hablantes de aymara. Del asháninka, en la Amazonia, unos cien mil. Son 48 las lenguas originarias que se hablan en Perú. En Colombia son 68, la que más hablantes tiene es el wayunaiki.
"El único criterio que tenemos en este momento para escoger las lenguas para los noticieros es la cantidad de hablantes”, explica a DW Gustavo Hernández, antropólogo peruano y asesor de los informativos.
¿Qué efecto han tenido estos noticieros? "Aún no tenemos datos del impacto. No obstante, por reacciones telefónicas, escritas y en redes sociales sabemos que las comunidades están muy satisfechas. Incluso felices. Se sienten acogidas y representadas”, comenta Hernández.
Siglos de por medio
¿Por qué se han tardado tanto en darles este espacio a estas lenguas que estaban en el continente americano bastante antes de la difusión de las europeas? ¿Por qué, mayormente, no tienen cabida en los espacios públicos o en la educación formal? "La respuesta es sencilla y compleja”, responde Hernández.
"El orden colonial implantado en las Américas se sedimentó en base al precepto de superioridad del blanco occidental. Esta concepción caló en la estructura social, se consolidó por muchos siglos. Una cultura se impuso, se abrogó superioridad. Impuso sus prerrogativas culturales y lingüísticas. Las otras se invisibilizaron en un proceso continuo”, agrega Hernández.
Con todo, esta invisibilizacion lingüística, basada en una discriminación racial, no acaba necesariamente con la extinción de todas estas lenguas. "En algunos casos, que se hayan escondido por siglos en lugares recónditos, que hayan sido reservadas al espacio doméstico, las ha nutrido, han hecho que se adapten y salgan a la palestra reforzadas”, apunta Hernández.
De Perú a la Guajira
Este es el caso del wayunaiki, que se extiende por la Guajira, entre Colombia y Venezuela. "Yo aprendí wayunaiki en mi casa: de mi madre, mis abuelos, mis tíos, mi prima. En ese momento, no había la educación diferencial como hay ahora. En mi tiempo había sacerdotes italianos que se encargaban de escribir nuestra lengua”, cuenta a DW Aura Robles, maestra artesana con reconocimiento internacional.
En el tiempo de su escolarización, el centro educativo estaba a 120 kilómetros de su ranchería. Aura fue enviada a casa de familiares para poder escolarizarse. "Creo que soy la única colombiana que tuvo que repetir el kínder. Veía a la maestra mover la boca, pero no la entendía. Yo solo sabía wayunaiki”, cuenta Aura. De no haber sido por la buena voluntad y la dedicación de su maestra, esta niña wayú habría desistido de escolarizarse en castellano. Era a finales de la década de los 1960.
¿Esta política de discriminación lingüística ha cambiado? Al parecer sí, con bemoles. "En Perú y en casi toda América Latina las leyes reconocen la plurinacionalidad y el derecho al uso de las lenguas originarias tanto en el ámbito privado como público”, anota Gustavo Hernández. No obstante, "una cosa es la ley y otra su implementación”, agrega.
En el caso de la nación wayú, ¿ha cambiado algo desde el tiempo en que Aura Robles comenzaba su educación formal? "Hemos luchado por que así sea. Los wayú morían en la puerta de un hospital, pidiendo auxilio sin que nadie les entendiera”, cuenta Aura Robles.
"Entretanto tenemos educación diferencial. Pero las clases se imparten bajo los árboles, están en manos privadas y son, mayoritariamente, para educación primaria y solo en cinco centros de la Guajira”, agrega Robles.
Hacia la implementación práctica de las leyes
Las dramáticas situaciones han aportado a crear conciencia. "Ahora, leyes sí que tenemos, pero falta la voluntad política para llevarlas a la práctica. Por otro lado, la necesidad de una escolarización en la lengua de los wayú es evidente", explica Aura Robles y pone otro ejemplo: "Con la hambruna de los últimos años, muchos wayús se fueron a Venezuela. Ahora, con la crisis humanitaria, muchos vuelven y son despreciados porque, en su propio territorio, no saben hablar su lengua”, agrega.
Como fuere, "aunque legislativamente en muchos países de América Latina hay avances en el reconocimiento de la multiculturalidad y la pluralidad lingüística y aunque hay experiencias minoritarias exitosas en la educación primaria y parcialmente en la educación secundaria, nos enfrentamos a sistemas educativos que, en la práctica, siguen centrados en el español y que permiten un estado homogenizador", apunta Hernández. Los buenos resultados de "Ñuqanchik", "Ashi Añame" y "Jiwasanaka" confirman su optimismo: "La idea es poder cubrir todas las lenguas originarias existentes."
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