WRM, 22 de enero, 2020.- El lenguaje y las palabras son campos en disputa de lucha política. Lo que elegimos e interpretamos al utilizar el lenguaje puede evidenciar puntos de vista muy profundos y marcados en cuanto a cómo ver, comprender y relacionarse con el mundo. El lenguaje, por lo tanto, nunca es neutral y ciertos conceptos han sido utilizados históricamente para dominar personas y territorios. Los significados y usos de las palabras están en constante cambio y se relacionan con conflictos políticos, intereses y el poder.
El WRM reflexiona sobre la conexión entre el lenguaje y la deforestación en relación a conceptos que generalmente se presentan como positivos y necesarios desde una perspectiva ambiental y social. En la realidad, sin embargo, éstos tienden a servir a los intereses económicos de las corporaciones a la vez que dominan y perjudican a las comunidades y a los bosques y territorios de los que ellas dependen.
Esta lista de conceptos está lejos de estar terminada. Su objetivo es alertar a nuestros lectores y lectoras acerca de sus significados y usos, los intereses que se esconden detrás y exponer brevemente por qué cada uno de ellos contribuye a la destrucción de los bosques.
Manejo Forestal Sostenible
El Manejo Forestal Sostenible se comenzó a difundir en las regiones con bosques tropicales a fines de la década de 1980 como una supuesta solución a la deforestación causada por la tala industrial de bosques tropicales. La Tala Selectiva se promovió como una estrategia clave para obtener beneficios económicos sin comprometer el funcionamiento y la supervivencia del bosque.
La idea fue respaldada por empresas madereras, instituciones financieras multilaterales como el Banco Mundial y grandes ONG conservacionistas. En la práctica, la tala industrial, ya sea “selectiva” o no, ha probado ser una actividad intrínsecamente destructiva que mata los bosques. No causa sorpresa que la promesa del Manejo Forestal Sostenible no se haya cumplido. Mientras que las áreas bajo Manejo Forestal Sostenible han aumentado en todos los bosques tropicales del mundo, la deforestación también ha aumentado.
El Manejo Forestal Comunitario es una subcategoría del Manejo Forestal Sostenible que hace que este concepto suene aún más positivo. Las conversaciones con miembros de comunidades que fueron presionadas a ingresar al llamado Manejo Forestal Comunitario revelaron cómo la tala les hizo cambiar su medio de sustento basado en productos no maderables por otro basado en la extracción de madera de alto valor comercial.
Debido a que la destrucción se produce de forma más gradual, las comunidades podrían darse cuenta recién después de un periodo significativo de tiempo de cuán destructiva es esta actividad para el bosque.
Aunque el concepto sugiere que este tipo de tala está dirigido por la comunidad, quienes lideran este modelo corporativo son los ingenieros forestales externos. Las empresas madereras y consultoras reciben beneficios que sobrepasan por lejos los recibidos por las comunidades.
Áreas Protegidas
Las Áreas Protegidas o de conservación no protegen ni conservan los bosques. Por el contrario, éstas matan los bosques, ya que por lo general invaden territorios ancestrales y expulsan a sus habitantes del bosque, con frecuencia de manera violenta.
Cuando un bosque se queda sin quienes han estado viviendo con y defendiéndolo por miles de años, ese bosque tiende a destruirse o deteriorarse. Las empresas pueden ingresar más fácilmente a esos bosques porque ya no encuentran oposición a su destrucción por parte de las comunidades.
Existen muchos ejemplos donde áreas supuestamente protegidas han terminado siendo invadidas con proyectos extractivos. Asimismo, cuando los bosques se convierten en áreas de conservación, los regímenes de incendios naturales y otras características del bosque se ponen en riesgo.
¿Por qué? Porque históricamente las comunidades del bosque con sus conocimientos tradicionales han sostenido y enriquecido la diversidad de hábitats de los bosques. La mayoría de las Áreas Protegidas prohíben que las comunidades sigan viviendo allí, lo que significa que ya no pueden mantener sus medios de vida y prácticas ancestrales de uso y manejo de esos bosques.
Las Áreas Protegidas se crearon en el marco de una filosofía que se originó en los Estados Unidos a fines del siglo XIX para preservar zonas “silvestres” “intactas”, sin ninguna presencia humana, principalmente para la caza de élite y el disfrute de la belleza del paisaje.
Esta idea colonial de la conservación, que separa la “naturaleza” de los “humanos”, también ha facilitado la división de los bosques en áreas de concesión para diferentes fines: mientras que algunas zonas deben ser “preservadas” sin personas, otras son destruidas en función de intereses económicos empresariales. Las ONG conservacionistas están involucradas de una forma u otra en la mayoría de las Áreas Protegidas, a menudo en alianza con empresas que causan deforestación en otros lugares.
Restauración del Paisaje
Estas dos palabras se combinan para expresar un interés político muy específico. La Restauración generalmente involucra plantar árboles para establecer plantaciones de monocultivos industriales. En conferencias internacionales y regionales se han comprometido millones de hectáreas para proyectos de Restauración, como una supuesta solución a la crisis climática y para detener la pérdida de bosques. Estas promesas persisten a pesar de los bien documentados efectos negativos de las plantaciones de monocultivos en el terreno.
Y por si fuera poco, los lugares que quienes defienden la restauración llaman de paisaje, son lugares que los pueblos del bosque llaman su territorio. La palabra territorio no deja lugar a dudas de que la tierra en cuestión es mucho más que un paisaje geográfico. El territorio es identidad; es un espacio para la vida, moldeado por las complejas interacciones entre las comunidades humanas y no humanas a lo largo del tiempo.
Hablar de paisajes, a su vez, hace que sea mucho más fácil crear la ilusión de zonas vacías, escasamente utilizadas o degradadas que pueden ponerse a disposición para la restauración. Estudios académicos e iniciativas mundiales y regionales han utilizado el término paisajes para afirmar que millones de hectáreas de tierra están disponibles para la restauración. En realidad, esta tierra ya está en uso y es probable que la restauración elimine el control sobre el uso de esta tierra, que sus ocupantes llaman su territorio.
La tala, la palma aceitera, la minería, los combustibles fósiles y las empresas del agronegocio están renombrando parte de sus actividades como Restauración. Con esta imagen “más verde”, no solo se les permite continuar con sus operaciones sino que ahora también se les considera parte de “la solución” a la deforestación y degradación de los bosques. Por lo tanto, la restauración también mata los bosques porque identifica a las plantaciones industriales como positivas y limpia la imagen de las empresas que impulsan la deforestación.
Certificación
El mensaje que promueven los sistemas de certificación es “¡sigan comprando!” Tan pronto como un producto industrial o agrícola queda desprestigiado, una iniciativa de certificación voluntaria surge para garantizar que sus actividades sean “sostenibles” de acuerdo a sus propios indicadores. Los sistemas de certificación matan los bosques porque legitiman la expansión de quienes deforestan.
Las empresas eligen cuidadosamente qué mercados deben abastecer con productos certificados. Se enfocan en aquéllos cuyos consumidores quieren comprar de acuerdo a sus “preocupaciones éticas” y, por lo tanto, consideran las etiquetas de certificación como una “garantía” de que esos productos se han producido o extraído con prácticas “sostenibles”.
Debido a que estas etiquetas incentivan a los consumidores a seguir comprando, son un estímulo para aumentar el consumo en lugar de reducirlo. Por lo tanto, estas etiquetas facilitan la expansión del control corporativo sobre aún más tierras comunitarias. Estas tampoco han logrado resolver los conflictos entre las comunidades y las empresas que acapararon sus territorios.
Es importante tener en cuenta que ningún sistema de certificación excluye o limita la expansión, esencialmente para que siempre se puedan certificar aún más áreas. De ahí que sean una parte crucial del comercio de productos industriales de exportación.
REDD: Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de los bosques
Desde 2005, REDD ha sido el mecanismo predominante de la política internacional sobre bosques. El concepto se ha redefinido constantemente desde su introducción: de REDD a REDD+ (que incluye Manejo Forestal Sostenible, la Reforestación y las Áreas de Conservación), y a REDD+ a escala de paisaje y jurisdiccional. Algunos ya ni siquiera usan el término REDD+ sino que se refieren a sistemas de pago “basados en el desempeño” o “basados en los resultados” o en la “restauración del ecosistema”.
Como su nombre sugiere, su objetivo es reducir las emisiones derivadas de la deforestación. 14 años después, sin embargo, sus defensores todavía no pueden mostrar pruebas convincentes de que REDD+ realmente haya reducido la deforestación.
En realidad, REDD+ representa un concepto que de hecho destruye bosques y causa daños a los pueblos del bosque. Esto porque, como mecanismo de compensación de carbono, limpia la imagen de empresas que son responsables de altos niveles de contaminación y destrucción y degradación de bosques, tales como las industrias de aviación, de productos alimenticios globales y de minería.
También ha promovido la idea de que los bosques son Sumideros de Carbono, reduciendo sus complejos e interrelacionados ciclos y funciones a los de almacenamiento de carbono.
REDD+ distrae de las causas reales de la deforestación y evita la implementación de políticas y medidas más adecuadas para detener la deforestación.
REDD+ no es una idea originada en las comunidades del bosque. Por el contrario. Culpabiliza por la deforestación a las prácticas agrícolas de los pueblos campesinos y del bosque, y no aborda los verdaderos agentes de la deforestación a gran escala. La mayoría de las actividades de REDD+ imponen restricciones al uso comunitario de los bosques, y estas son a menudo muy severas.
La agricultura itinerante, la recolección y otras actividades de subsistencia generalmente están prohibidas en las áreas REDD+, y las restricciones se aplican por lo general con el apoyo de guardias armados.
Mientras tanto, la destrucción de los bosques a manos de las empresas continúa sin problemas por parte de REDD+.
Compensación
La compensación es un concepto que se ha estado infiltrando en las negociaciones de la ONU sobre clima y los bosques, así como en numerosos programas y actividades internacionales.
Para comprender la lógica detrás de este concepto, ya sea que esté vinculado a la biodiversidad, el carbono, el agua o algo similar, es importante tener en cuenta lo siguiente: la compensación destruye bosques porque permite que el modelo económico dominante continúe prosperando y expandiéndose.
En lugar de detener la destrucción de territorios y bosques, este mecanismo solo puede existir si es que hay una mayor destrucción, que debe ser “compensada” en otra parte. La compensación se basa en la suposición simplista de que dos lugares pueden ser “equivalentes”. No considera todas las interrelaciones existentes, la diversidad específica y la singularidad en el tiempo y el espacio de cada lugar.
La lógica detrás de la compensación también se aplica a programas donde la palabra “compensación” no aparece, como es el caso de la Deforestación Neta Cero. Pero detrás del nuevo nombre se esconde la misma lógica. Los compromisos de las empresas para una Deforestación Neta Cero pueden sonar inspiradores, pero la palabra Neta es crucial.
Este término significa que la deforestación puede suceder, los bosques pueden ser destruidos, siempre que la superficie total de bosque dentro de una geografía dada permanezca sin cambios. Significa que una empresa de plantaciones de palma aceitera, por ejemplo, puede destruir bosques siempre que “compense” esa destrucción conservando en otro lugar un bosque “equivalente” en términos de biodiversidad. Todo lo que la empresa tiene que hacer es crear una historia que sugiera que sin su proyecto de “compensación”, este bosque “equivalente” correría el riesgo de ser destruido.
Soluciones Basadas en la Naturaleza (también llamadas Soluciones Climáticas Naturales)
Este es el último concepto impulsado por la industria de los combustibles fósiles, de la mano de las ONG conservacionistas. Su objetivo: evitar que su historial de contaminación y desastres socio-ambientales formen parte de las negociaciones climáticas.
Después de 14 años de fracaso en la reducción de la deforestación, los mismos defensores de REDD+ ahora afirman tener una nueva solución, llamada Soluciones Basadas en la Naturaleza. La lógica sigue siendo la misma de anteriores conceptos fallidos como REDD+: la compensación.
Aproximadamente tres cuartas partes de las actividades ahora denominadas Soluciones Basadas en la Naturaleza involucran plantar árboles (plantaciones industriales) o la restauración de bosques (áreas de conservación).
Éste concepto genera más destrucción de bosques porque le da nuevos nombres a las antiguas falsas soluciones como la compensación y REDD+. Tal como antes, las Soluciones Basadas en la Naturaleza dejarán a los agentes de la deforestación a gran escala intactos, al tiempo que desviarán la atención de la imperiosa necesidad de dejar los combustibles fósiles bajo tierra.
Salvaguardas o Guías Voluntarias
Las empresas, los bancos, las agencias de desarrollo y las ONG conservacionistas promueven salvaguardas o guías voluntarias (para las llamadas mejores prácticas) como una herramienta para evitar la reglamentación estatal.
Dichas entidades prometen regular sus actividades, de acuerdo con las Normas, Directrices o Indicadores que son creados por ellos mismos. Sin tener ninguna base legal, estas normas voluntarias dan la impresión de que la industria está reglamentada, que las cosas son “seguras” y que se está haciendo algo para “mejorar” las actividades industriales. Sin embargo, las salvaguardas o guías voluntarias matan los bosques porque permiten que las actividades destructivas continúen y se expandan, dividen las comunidades, debilitan la resistencia y dan inmunidad a los autores de la deforestación y el acaparamiento de tierras.
Las salvaguardas y las guías voluntarias se han convertido en parte integral de las “listas de verificación” de empresas y bancos. Han abierto la puerta para que las compañías mantengan sus negocios aún cuando sean causantes de destrucción ambiental y social - que los bancos afirman que no financian y las empresas afirman no causan.
El Banco Mundial, por ejemplo, tiene sus propias salvaguardas y normas sociales y ambientales para los proyectos que financia. Pero como éstos son voluntarios, el Banco los ha revisado y diluido con el tiempo, flexibilizando aún más los “requisitos” necesarios para invertir en zonas de bosque.
El desarrollo, la actualización y el monitoreo de estas salvaguardas y normas se ha convertido también en un negocio próspero para las empresas de consultoría.
Bosques plantados
Los bosques plantados son una contradicción en sí mismos ya que lo único que se puede plantar es un árbol y no un bosque. Este concepto se basa en la definición de bosques de la FAO. Las empresas de monocultivos industriales de árboles son quienes más se benefician de este concepto.
La definición de la FAO reduce un bosque a cualquier superficie cubierta por árboles, descartando otras formas de vida, así como la diversidad biológica, cíclica y cultural que define un bosque en su continua interconexión con las comunidades que dependen de él.
Las estadísticas nacionales sobre cobertura de bosques cuentan estos monocultivos industriales como bosques, a pesar de los profusamente documentados impactos sociales y ambientales que tales plantaciones han causado en todo el mundo.
La definición de bosques es un tema altamente político. También tiene graves consecuencias sociales y ambientales para las comunidades que dependen del bosque.
La definición de la FAO sigue siendo la definición de bosques más utilizada en la actualidad y sirve como guía para las definiciones nacionales de bosques en todo el mundo. También es referencia en foros internacionales, como las negociaciones climáticas de la ONU.
El Acuerdo de París de las Naciones Unidas, por ejemplo, adopta la definición de bosque de la FAO y, por lo tanto, promueve los monocultivos industriales de árboles bajo la apariencia de una imagen positiva de bosques.
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Fuente: Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, boletín 247 noviembre/diciembre 2019: https://wrm.org.uy/es/files/2020/01/Boletin-247_ESP.pdf
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