UNI otorga doctorado Honoris Causa a S. Varese

Entrega del reconocimiento a Stefano Varese a cargo del rector de la UNI, Alfonso López Chau y la lideresa del pueblo yanesha y directora del Programa Mujer de Aidesep, Teresita Antazú. Foto: UNI Entrega del reconocimiento a Stefano Varese a cargo del rector de la UNI, Alfonso López Chau y la lideresa del pueblo yanesha y directora del Programa Mujer de Aidesep, Teresita Antazú. Foto: UNI

Reproducimos un artículo y un valioso discurso de Alberto Chirif con motivo del reconocimiento otorgado por la UNI al antropólogo Stefano Varese por su extraordinario trabajo en favor de los pueblos indígenas.

Servindi, 21 de febrero, 2024.- Stefano Varese Druetto, antropólogo e intelectual ítalo peruano, recibió este 21 de febrero el reconocimiento de Doctor Honoris Causa de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI).

El reconocimiento a Varese se dio por haber "contribuido en forma extraordinaria al conocimiento de los pueblos originarios de la Amazonia peruana y de la América indígena", indicó el centro de estudios universitario.

La UNI también destacó que el autor del icónico libro “La sal de los cerros”, enfocado en la cultura amazónica, también ha desarrollado estudios sobre el desarrollo agro-ecológico sustentable, la migración, los derechos humanos, entre otros.


Postales del reconocimiento otorgado por la UNI a Stefano Varese este 21 de febrero. Foto: UNI

Con motivo de este acontecimiento, reproducimos un articulo escrito por Vicente Otta R. —y publicado en el portal Otra Mirada horas antes de la entrega del reconocimiento—, sobre la trascendencia e importancia del trabajo de Varese para el reconocimiento y defensa de los derechos de los pueblos indígenas amazónicos.

Asimismo, después de ese texto, reproducimos las palabras que el antropólogo Alberto Chirif, experto en pueblos amazónicos, compartió con motivo de la entrega del doctorado Honoris Causa a Stefano Varese, el cual resulta ser un valioso testimonio sobre el trabajo y la vida de Varese.

UNI otorga doctorado honoris causa a Stefano Varese

Por Vicente Otta R.

Otra Mirada, 21 de febrero, 2024.- Stefano Varese, antropólogo e intelectual ítalo peruano, recibirá este miércoles 21 de febrero, el doctorado honoris causa de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI). Si hay una forma de resumir su larga y fructífera trayectoria sería usando la expresión con la que Gustavo Gutiérrez describía a Arguedas: “vivió entropado con su pueblo”, en versión de Varese, con los pueblos indígenas del mundo.

El autor de La sal de la tierra, memorable y canónico texto sobre los pueblos originarios y la Amazonía peruana, ha desarrollado una larga, y comprometida actividad con el conocimiento, la difusión y la justicia. 

Varese tuvo que expatriarse luego del golpe de Morales Bermúdez contra Juan Velasco el año 1975, pues fue autor principal de la Ley de Comunidades Nativas, uno de los puntos más altos de las reformas velasquistas: la primera ley importante que visibiliza a los indígenas amazónicos y los convierte en sujeto de derecho. 

En los últimos 50 años Stefano ha realizado una intensa actividad intelectual, académica y cultural-social entre México y EE. UU, no muy conocida por el amplio publico peruano por lo que presentaremos una breve mención de su trayectoria.

Varese egresó como Doctor en Etnología por la Pontificia Universidad Católica del Perú en el año 1967. Ya en México, se desempeñó como catedrático, para luego ser director de la Unidad Regional de Oaxaca de la Dirección General de Culturas Populares, dependiente de la Secretaría de Educación Pública de México.  

Fue también investigador principal del Instituto Nacional de Antropología e Historia, de la Secretaría de Educación Pública de México. En California, Estados Unidos, se desempeñó como profesor titular en el Department of Native American Studies,  de la Universidad de California, en Davis desde 1989, convirtiéndose luego en su director entre los años 2004 y 2007.

En dicho centro de estudios, también fue coordinador del programa de posgrado del Native American Studies y director del Indigenous Research Center of the Americas-IRCA-NAS.

Experiencias principales

Varese, como ya mencionamos es antropólogo social, cultural y político, centrado en el área de pueblos indígenas de las Américas: región amazónica, región andina, América Central, México, diáspora indígena de Latino América, y en temas de perspectivas hemisférica y global.

Su trabajo ha estado vinculado al desarrollo en comunidades indígenas; desarrollo agro-ecológico sustentable; autodeterminación cultural/económica/política; jurisdicción y manejo territorial autónomo; migración rural-urbana; migración transnacional/transfronteriza; manejo y desarrollo de recursos culturales cultural; derechos humanos.                                            

Su experiencia lo ha llevado a ser asesor de Naciones Unidas tanto en Unesco, para temas indígenas en educación y currículo intercultural y para la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)

Autor de innumerables libros y artículos, desde la memorable publicación de La sal de los cerros, pionero y revelador texto sobre los nativos amazónicos, hasta su más reciente publicación: El arte de la memoria, donde afirma: “El arte no es un trabajo de la razón, sino del corazón”

En dicho texto Varese dice que es un antropólogo que se ha transformado últimamente en un filósofo del pensamiento indígena y del pensamiento moderno contemporáneo occidental en comparación a los pensamientos indígenas. 

“Pienso en lengua española, italiana y ahora también en inglesa. En el libro menciono que soy un políglota ‘pequeño’, porque tengo muchas dificultades con algunas lenguas indígenas, como el asháninka. El quechua andino lo trabajé como estudiante por tres años, pero nunca llegué a poseerlo. En cambio, las lenguas europeas sí las manejo muy bien.”

También señala y cuestiona: “¿Qué sentido tiene conocer, estudiar y convivir con la gente oprimida, los marginados y después abstraerse en los privilegios de una vida urbana y acomodada o del mundo académico, y olvidarse de que ellos existen y siguen luchando por garantizar la permanencia de su modo de vida? No creo que sea posible ser un antropólogo no activista. Yo creo que la antropología y todas las ciencias sociales deben ser activistas, entrar al rodeo y echar todas las ganas en tratar de modificar la situación para mejorar.” 

Mantener de manera inclaudicable el compromiso con la verdad y la justicia social a lo largo de estos 57 años de ejercicio intelectual y académico es un mérito que lo ennoblece en lo personal y profesional. Esta significativa constancia es la que motiva a hacer público el reconocimiento de la universidad peruana.

Varese se caracteriza por haber practicado los principios éticos nacidos en la Grecia antigua: el conocimiento de la verdad debe estar conciliado con la belleza y la justicia.

Hombre de varios mundos recoge también los valores éticos de nuestra civilización andina pre hispánica basado en los siguientes principios:

Allinta yachay: cuando aprendas algo, hazlo bien
Allinta Ruway: cuando hagas un trabajo, hazlo bien
Allinta munay: cuando quieras, hazlo con todo el corazón

Esta prolongada trayectoria de excelencia académica, de producir y divulgar saber y belleza al servicio de la sociedad, especialmente de los más necesitados, los pueblos indígenas, merece el más pleno reconocimiento. 

Este sentido reconocimiento es lo que en esencia realiza la Universidad Nacional de Ingeniería como centro de conocimiento al servicio de la sociedad.

Palabras de Alberto Chirif con motivo del doctorado Honoris causa otorgado a Stefano Varese, por la Universidad Nacional de Ingeniería

Siento gran orgullo por haber sido invitado por Stefano Varese para dirigir unas palabras en esta ceremonia en la que la Universidad Nacional de Ingeniería le confiere el título de doctor Honoris causa debido a sus méritos como intelectual y profesional. Es además un motivo de alegría por la influencia que tuvo Stefano en mi elección profesional y por la amistad que nos une desde hace seis décadas.

Quero ubicarme en la década de 1960 por la importancia que tuvo para el país, en general, y en particular para la Amazonía, que es el campo donde Stefano ha tenido una relevancia especial. Es una década de golpes de Estado, que se inician con el del general Ricardo Pérez Godoy a Manuel Prado, en 1962, quien, a su vez, fue “golpeado” por el general Nicolás Lindley un año más tarde. Este convocó elecciones que fueron ganadas por Fernando Belaunde Terry al que la decadente aristocracia limeña de Lima calificaba de comunista porque había anunciado que haría una reforma agraria. A dos años de iniciado su gobierno se desataron movilizaciones guerrilleras, inspiradas en la Revolución Cubana, en varios lugares del país, entre ellas, la principal, fue la liderada por Luis de la Puente Uceda, en la selva central, en territorio de los ashaninka, el pueblo con el cual Stefano realizaría su trabajo pocos años más tarde. Después de la derrota de estas movilizaciones siguió una etapa de gran inestabilidad política y corrupción, que tuvo como acontecimiento emblemático el caso de la “página once” que desapareció del contrato que el gobierno de Belaunde Terry negociaba con la International Petroleum Company. En ese momento un nuevo golpe instaló en el poder, en1968, al general Juan Velasco Alvarado que inicio una etapa inédita en la historia de la participación castrense en el poder. En efecto, ese gobierno comenzó a realizar una serie de reformas, como la agraria, que definitivamente transformaron las relaciones de poder en el país.

Stefano Varese había sustentado su tesis de doctorado en 1966 con un trabajo sobre etnohistoria del pueblo ashaninka, conocido en aquel entonces como campa. Dos años más tarde, ese texto se convertiría en la primera edición de La sal de los cerros publicada por la Universidad Peruana de Ciencias y Tecnología, de fugaz presencia en la vida académica del país. A través de la notoriedad que le dio ese libro y algunos artículos, entre ellos, uno en el que denunciaba el bombardeo realizado por la Fuerza Aérea Peruana, durante el gobierno de Belaunde Terry, en 1964, contra los integrantes de una maloca habitada por familias matses en la zona de los ríos Yaquerana y Yavarí, en la frontera con Brasil, fue llamado por el gobierno de Velasco Alvarado para elaborar una propuesta de política pública que salvaguardara los derechos territoriales de los pueblos indígenas amazónicos. La convocatoria de Stefano para trabajar dicha propuesta fue realizada por dos colegas suyos que en aquel tiempo ya trabajaban con ese gobierno: Mario Vásquez y Carlos Delgado, ambos eran parte del equipo director del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (Sinamos).

Sin embargo, antes de lo mencionado en el párrafo precedente, Stefano Varese, junto con colegas de los demás países amazónicos y algunos de los Estados Unidos y Europa, impulsó el llamado “grupo de Barbados”, que se reunió en esa isla caribeña para analizar la situación de los indígenas de Sudamérica. Como consecuencia de esa reunión se redactó y difundió una declaración en la que se denunciaba el genocidio que diversos gobiernos, en especial los de Brasil y Paraguay, cometían contra los pueblos indígenas. Eran los años en que esos países estaban regidos por crueles dictaduras que impulsaban proyectos viales, como la Transamazónica, y de colonización que deforestaban de manera extensiva los bosques amazónicos y del Chaco y atropellaban los derechos ancestrales de los pueblos indígenas a sus territorios. La Declaración también enjuició severamente a las iglesias por su silencio cómplice y su labor etnocida y a los antropólogos que tomaban a los indígenas como objetos de sus estudios sin preocuparse por su situación presente, sin tomar partido en su defensa, como dice el hermoso poema de Gabriel Celaya, “partido hasta mancharse”. El grupo de Barbados volvió a reunirse dos veces más, en 1977 en la isla caribeña y en 1993, en Rio de Janeiro. Un libro que se encomendó editar en 2021 da cuenta de lo que fueron las reuniones del grupo de Barbados. En él, se recogen textos de las personas sobrevivientes del grupo original e se incorpora a otras, antropólogas y de otras profesiones, que han demostrado a lo largo de su quehacer profesional su compromiso con los derechos de los pueblos indígenas. La obra se titula Por la conquista de la autodeterminación - En el cincuentenario de la Declaración de Barbados, y fue auspiciada por el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA, por sus siglas en inglés). Stefano es cofundador de este Grupo que inicio sus actividades a inicios de la década de 1970. Su labor es canalizar fondos hacia organizaciones indígenas e instituciones de apoyo que defienden los derechos de los pueblos originarios. Es además la principal editora en el mundo de libros y revistas sobre temas indígenas. Su primera publicación fue precisamente la Declaración de barbados de 1971. 

Al calor del anunciado reconocimiento de los derechos de los colectivos indígenas, cuyos asentamientos en ese momento ya habían adoptado el apelativo de comunidades nativas, nombre con el que figuraban en el borrador de la ley que trabajaba Varese con otros colegas en el gobierno de Velasco Alvarado, comenzó un movimiento organizado por diversos colectivos indígenas para plantear y reclamar sus derechos. El primero de ellos, y que sobrevive hasta hoy a pesar de haber cambiado de nombre, fue el Congreso Amuesha, que congrega comunidades de este pueblo (hoy llamado yanesha) asentadas en la llamada “selva central”, específicamente en la provincia de Oxapampa (Pasco). Sin embargo, esta iniciativa no hubiese prosperado de no haber sido por el notable trabajo realizado por mi colega Richard Ch. Smith, conocedor de la lengua y de la cultura de ese pueblo, así como de la geografía de lo que constituye su territorio ancestral. La primera reunión de esa organización fue en 1969. Asistí a ella por sugerencia de Stefano con quien colaboraba, de manera ad honorem, en el Centro de Estudios Amazónicos que había creado dentro del Instituto Porras Barrenechea, que dirigía el doctor Jorge Pucchinelli.   

Los trabajos de Stefano, la Declaración de Barbados y el surgimiento de organizaciones indígenas amazónicas despertó el interés de jóvenes estudiantes de las universidades Católica y San Marcos. Un artículo de mi colega Frederica Barclay, incluido en el libro que conmemora el cincuentenario de la Declaración de Barbados, relata con maestría la manera cómo esos procesos decidieron a grupos de estudiantes a seguir la carrera de Antropología y a dedicar sus esfuerzos al trabajo comprometido con los derechos de los pueblos indígenas. La recuperación de la memoria de lo que se vivió en las décadas de 1960-1980 ha dado lugar a un inusitado interés por parte de jóvenes estudiantes y nuevos antropólogos por lo que sucedió en aquel tiempo, que ha sido bautizado como la “antropología comprometida” o “activista”, que en un momento fue relegada a los baúles del olvido por parte de estudiosos de corte académico.

Permítanme ahora intervenir en calidad de actor en el contexto de la década de 1960. Luego de terminar mis estudios de colegio, en 1961, realicé un primer intento para ingresar a la Universidad Católica del Perú, a lo que en ese entonces se llamaba “Letras”, y ahora se llama “Estudios generales”, esos primeros años después de los cuales los alumnos se reparten por diversas facultades. Mi calidad de mal alumno en el colegio me pasó factura y recién pude ingresar en el segundo intento en 1963, con el propósito de estudiar Literatura. Como ya lo he mencionado en otro escrito, un curso de Filología me desanimó en mi intento y opte por “ciencias sociales”. Un año más tarde abandoné esos estudios con la seguridad que mi futuro estaba en el trabajo de la tierra, la chacra, no como ingeniero sino como campesino. Como ninguna universidad ofrece este estudio, lo que constituye una medida acertada, porque me temo que los resultados irían en desmedro de la riqueza de conocimientos que manejan los campesinos, opté por sembrar zapallos y otras plantas en una pequeña chacra al sur de Lima. No obstante, los suelos salitrosos no auguraban éxitos en mi nueva vida. Corría el año 1966 cuando conocí a Stefano que recién regresaba del Gran Pajonal, meseta amazónica habitada por los ashaninka, o asheninka como se le llama a la población que allí radica, ubicada en las alturas de la margen izquierda del río Tambo, cuyos cursos de agua que corren hacia el norte desaguan en los ríos Pichis y Ucayali.     

Stefano venía cargado de fotografías, películas, grabaciones de música, canciones y relatos y notas de campo, pero, sobre todo, era portador de emociones, y esto fue lo que decidió lo que debía hacer de mi vida profesional. En silencio (no comunique nada a mi padre, quien no había tenido oportunidad de seguir mayores estudios porque la vida le había sido difícil y que, por esta razón, sentía profunda angustia de que su hijo pasara por el mismo trance) ni a mis amigos, y preparé mi traslado de la Universidad Católica a la de San Marcos, donde enseñaba Stefano cursos de etnografía amazónica. Aprobé las pruebas que se me exigieron y comencé nuevamente mi vida de estudiante universitario. ¿Cómo elegí la Amazonia y los pueblos indígenas como mi centro de interés principal? Creo que ya lo he contado en otros escritos y solo quiero decir que fue una mezcla de factores, entre la influencia de Stefano y acontecimientos casuales, aunque no tengo aún claro de si realmente existe el azar o se trata de sucesos acomodados por poderes invisibles.

En 1972 Stefano se retiró de Sinamos y sugirió mi nombre a Mario Vásquez, que por entonces dirigía la dependencia de ese organismo donde se trabajaba la ley de comunidades nativas y otras cuestiones relacionadas con ellas, para darle continuidad a la labor que él había comenzado. Allí permanecí hasta 1978, cuando renuncié para seguir el mismo rumbo, pero a través de otros contextos institucionales. A lo largo del tiempo transcurrido con lo que él califica su autoexilio, he mantenido con Stefano no solo sintonía respecto a los grandes temas que nos preocupan, sino también la colaboración concreta en diversas publicaciones.

La obra de Stefano es prolífica, no solo por lo que ha escrito sino sobre todo por lo que ha hecho en defensa de los pueblos indígenas y la formación de nuevas generaciones de antropólogos que han asumido su misma línea de trabajo. La sal de los cerros tiene seis ediciones en castellano, cinco de ellas realizadas en Lima (1968, 1973, 2002, 2006 y 2022) y una en la Habana (2011). El libro además ha sido editado en francés, italiano e inglés. Entre sus obras destacan también Las minorías étnicas y la comunidad nacional (Lima, 1974), Procesos educativos y diversidad étnica: el caso del estado de Oaxaca (París 1980), Indígenas y educación en México (1983), Witness of Soveregny (Copenhague, 2006). El arte del recuerdo (Lima, 2018, 2020 y 2021) y El bosque civilizado (Lima, 2023). Asimismo, es coautor de varios libros y de artículos especializados publicados en diversas revistas y libros.

En la segunda edición de La sal de los cerros Stefano señala: “Sucede con lo que se escribe que nos envejece con poca generosidad y nos pone crudamente frente a nuestras limitaciones”. Termino estas líneas diciéndote, Stefano, que este no es el caso de tu libro, no solo por su carácter pionero, que abrió un campo de reflexión al país sobre una realidad desconocida, sino por haber proporcionado, desde entonces y hasta ahora, energías a estudiosos y activistas para dedicar sus mejores esfuerzos a la construcción de una sociedad basada en la justicia y la equidad.

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    Comentarios (1)
    Ana Pizarro (no verificado) Lun, 26/02/2024 - 09:24

    Felicitaciones para Stefano Varese, que nos ha enseñado tanto y también a Alberto Chirif por su texto.

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