La diabetes: una amenaza silenciosa en el pueblo Shipibo de Ucayali

La diabetes avanza en la población del pueblo Shipibo de Ucayali, una de las regiones con mayor número de afectados con esta enfermedad. En esta nota recogemos tres historias.

Servindi, 13 de mayo, 2022.- La silenciosa expansión de la diabetes en Ucayali viene teniendo un impacto devastador en las comunidades del pueblo Shipibo del departamento.

De acuerdo al Ministerio de Salud (Minsa), Ucayali es una de las regiones con mayor número de personas con diabetes. Producto de la enfermedad, las posibilidades de ceguera y amputaciones aumentan considerablemente.

A continuación, Servindi presenta las historias sobre cómo esta enfermedad silenciosa ha afectado a la vida de tres integrantes del pueblo Shipibo.

“Lo más difícil es no poder caminar”

Daniel Vanari Rojas tiene 43 años, 12 de los cuales viene conviviendo con la diabetes. Además de Daniel, su hermano y su madre enfrentan la enfermedad.

A causa de la diabetes, hace un mes y medio, a Daniel le amputaron la pierna en el hospital de Yarina. En un inicio, el problema no parecía de consideración.

“Era una herida chiquitita, pero luego se hizo grande. Por dentro me estaba acabando. Yo lo sentí cuando estaba en mi tobillo”, relata.

“Ahí esa herida reventó y se hizo grandaza, se veían mis venas, el hueso... De ahí me fui al hospital y me amputaron”, agrega.

En él, el problema se manifestó como una permanente sensación de hambre y de sed que lo llevaba a tomar cualquier líquido que encontrara.

En un primer momento, como no sabía la razón de su malestar, no tenía reparos en tomar gaseosas y comer harinas. Ahora, estos productos están prohibidos en su alimentación.

Daniel no recurrió a mayor atención médica antes ni después de su amputación. Actualmente, lleva el tratamiento de forma personal, con la medicación que ya conoce.

No obstante, hay algunos cambios a los que todavía no se puede acostumbrar.

“Ahorita estoy más o menos tranquilo, solo es el tema de mi pierna. Lo más difícil para mí es no poder caminar”, dice Daniel.

Daniel Vanari Rojas era sonidista de grandes grupos musicales. En la foto, entrevistado por Ítalo García M.

“Uno sufre con la alimentación”

El profesor de Educación Intercultural Bilingüe, Lucio Ricopa, recuerda que hace nueve años comenzó a sentir una incesante necesidad de tomar agua y de orinar. Junto a ello, su visión comenzó a hacerse borrosa.

En ese momento, con 37 años, ocupaba un puesto ejecutivo en la provincia de Nuevo Loreto. Así que, preocupado por estos problemas, viajó a la ciudad de Pucallpa para hacerse un análisis.

Diagnosticado con diabetes, ha aprendido a convivir con la enfermedad y con los significativos gastos para su tratamiento: Glibenclamida, Metformina, Supernova, rehidratantes y vitaminas.

El otro problema con el que ha tenido que lidiar, dice Lucio, está en las dietas:

“También la familia tiene que comprender que cuando uno está así, sufre cuando ven que comen otra cosa como frituras, gaseosa… Ahí sufres, en la alimentación”.

Desde el inicio de la emergencia sanitaria por la pandemia del COVID-19, Lucio ya no acude a hospitales, pero eso no ha significado dejar de lado su tratamiento.

A pesar de una inicial resistencia, a sus 46 años, Lucio se ha acostumbrado a mantener una dieta saludable y a cuidarse.
 

Lucio Ricopa, profesor shipibo natural de la comunidad Vista Alegre de Boca del Pachitea.

“No veía. No podía salir. Parecía abandonado”

Ronaldo tenía 49 años cuando falleció de diabetes. Le diagnosticaron la enfermedad tres años antes de su muerte. En su familia, nadie tiene claro como inició todo.

“Usted sabe que uno se ve que está bien de salud, pero en nuestro interior no sabes cómo estamos”, dice su primo, Reyner Castro.

Tras nueve años trabajando como docente, Ronaldo contaba con seguro social. Fue a este servicio al que recurrió para su tratamiento. Sin embargo, a los primeros descuidos con la alimentación, la enfermedad atacó violentamente.

A pesar de que continuó con la atención médica, la diabetes siguió avanzando. Ronaldo le contaba a su primo que sentía mucho cansancio, que sentía el cuerpo pesado.

Como recuerda Reyner, el cuerpo de Rolando ya estaba dominado por la diabetes al momento en que su vista se vio comprometida. Luego, en enero de 2021, le amputaron la pierna.

“Él ya no veía. No podía salir. Parecía abandonado”, menciona.

Tras ello, le pusieron una sonda para que su sangre pueda circular, pero había momentos en que se hinchaban sus extremidades y su rostro. Así, la enfermedad continuó.

A las 4 de la mañana del viernes 4 de marzo de 2022, Ronaldo Martínez falleció en el seguro social de Pucalllpa. Dejó a tres hijas menores de edad en la orfandad.

Mientras recuerda a su primo, Reyner también comenta que él presenta un cuadro de diabetes, pero ha podido controlarlo mediante una alimentación basada en vegetales y de acuerdo a lo que le han indicado en los centros de salud.

A la izquierda, Reyner García. El medio, el difunto profesor Ronaldo Martínez Vásquez. En marzo de este año falleció por la secuela de la diabetes.

Sin duda, el tema plantea la necesidad de hacer visible este drama de salud por lo que continuaremos su desarrollo en próximas entregas.

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Los testimonios para este reporte fueron recogidos por el comunicador shipibo Ítalo García Murayari.

 

Este trabajo fue realizado en el marco del proyecto “El poder de la confianza: Contrarrestar la desconfianza y desinformación sobre las vacunas en Perú”, una campaña de Servindi, con el apoyo de Internews.

 

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