De latidos y rituales

No nos olvidamos de tanto dolor injusto e innecesario que impera en este mundo, que también es bello y único. A veces lo que se tiene que hacer o queda por hacer, es seguir cantando a lo que somos y a lo que podemos ser. Sea nuestra Luna Llena un pequeño aporte a la cordura, a la alegría y a la esperanza, con el pueblo de Palestina en el corazón.

A manera de presentación...

Luna Llena nació como publicación en junio del 2000 y siempre ha sido una labor colectiva, con  diversas personas colaborando para hacer posible su puntual aparición el mero día del plenilunio. Surgió en la Isla de Barro Colorado –reserva científica de la Institución Smithsonian en el Canal de Panamá–, como gestión conjunta con Annie Saint Amand y Elisabeth (Beth) King. Tras un tiempo sin aparecer y luego de mi jubilación, me fui con la Luna bajo el brazo y la ofrecí al Biomuseo de Panamá.
En estos dos primeros espacios prevalecieron los temas de historia natural. Luego de otro receso y queriendo intentar nuevas formas y temáticas, por cuatro años –de julio 2019 a julio 2023–, la escribí a dos manos con Cebaldo de León (todas estas lunas en: www.inawinapi.com/luna-llena).

Permítanme añadir que en estos años, cuando volvía al Perú, solía pedir en el mostrador del aeropuerto “asiento con ventana del lado de donde se mira la cordillera de los Andes”. Y contemplando el espinazo que sostiene la geografía de seis países sudamericanos, desde 10K msnm y, sobre todo, cuando visitábamos después al Valle del Vilcanota –el famoso ”Valle Sagrado” del Cusco– u otro lugar en los Andes, solía decirme: “... Buena idea sería escribir algún día, una  ́Luna Llena en los Andes ́”.


“...cuando volvía al Perú, solía pedir en el mostrador del aeropuerto asiento con ventana del lado de donde se mira la cordillera de los Andes ”
Fotografía de José A. Cárdenas

Pasó el tiempo. Hace ahora un año, iniciamos con Hugo Chacón y Luis Chávez esa hermosa aventura que es la revista trimestral Willakuy –Política, Cultura y Arte (1). Fue cuando estábamos armando el tercer número de la revista que desde las costas de la Patagonia argentina, llegó Mallki -Isabel María Álvarez- quien, de alguna manera acudía al impostergable llamado ancestral, luego de haber recibido el enlace de la revista. Rápido terminó de tejerse todo: hoy, ella es parte del Comité Editorial de Willakuy. En el primer Zoom que compartió con el equipo, Mallki nos contó por qué se autoreconocía andina. Al escucharla, me dije: “Aquí está la persona con quien vamos a hacer “Luna Llena en los Andes”.

Esa es la historia, mis queridos y alunados amigos. La propuesta de Mallki y de su servidor para esta nueva edición de Luna Llena, será de un año (noviembre 2023 a noviembre 2024). Los temas en su esencia serán andinos, pero pensados para el mundo entero: adonde llegue y haga tierra esa botella con mensaje dentro lanzada a la mar, que siempre ha sido Luna Llena. Porque además en esta parte del planeta la presencia y la conexión con los Andes son reales, se dan, más allá de distancias y de aduanas. Por eso es que Calle 13 –desde Puerto Rico, ¡imagínense!– en su bellísima canción “Latinoamérica” (2), afirma:

“...la espina dorsal del planeta es mi cordillera.”

Calma. Claro que sí: Ani Ventocilla King también estará presente. Ha confirmado participación e ilustraciones, luna tras luna. Termino aquí con un gracias, a cada un@ de ustedes, por seguirnos la corriente y por su presencia, razón de ser de Luna Llena.

Jorge (Coqui) Ventocilla

(1) https://willakuy.substack.com/p/que-es-willakuy-2e9?r=1hka5o

(2) https://www.youtube.com/watch?v=DkFJE8ZdeG8 (en el minuto 1:21 lo dice, rotundo).

De latidos y rituales

Coqui: Creo haberte contado brevemente Mallki que, a mediados del pasado mes, acudí a uno de esos llamados que, algunas veces, llegan para sacarnos del lugar de confort. Un amigo limeño, a quien había reencontrado tras muchísimo tiempo, me escribió un mensaje redondo:
“Te andan buscando”, copiando luego los intercambios de un grupo en crecimiento de excompañeros del primer año de la Universidad Católica con quienes, en 1973, había cursado tres semestres de Letras.

Me estaban buscando como a varias docenas más de estudiantes, que en aquellos tiempos lucían 16 - 17 años y hoy ya son abuelos. Querían celebrar las Bodas de Oro de aquel inicio. Al principio, la verdad, me pareció flaco el argumento para el festejo. Pero sus maneras y la cantidad de recuerdos que sacaban no sé de dónde y compartían, atrajeron en un principio, mi curiosidad, y luego, mi cariño.

Ahí se dio la corazonada: “¿Por qué no vas?” –me dijo el que late. “…Medio siglo a estas alturas del segundo tiempo: si lo vas a hacer, hazlo porque no hay repetición” –me dijo el que piensa. Reuní mis millas, hice mi costalillo, y terminé en Chincha, al sur de Lima, el 18/19 de noviembre junto a un montón de personas que no veía hace medio siglo. 

¿Y por qué te cuento esto? ¿Por qué, además, vamos a iniciar la Luna Llena de diciembre con esta historia?

Pues, primero, porque estoy feliz de haber seguido mis latidos: hice el viaje haciéndole caso a la corazonada que sentí –algo poco frecuente. Segundo, porque valió mucho hacerlo dada la calidad humana que encontré ofreciéndome amistad a cambio de lo mismo, nada más. Y tercero, porque lo sucedido me volvió a confirmar el altísimo valor de los rituales para nosotros, los humanitos.

Mallki: Celebro tu decisión, Coqui: cuando el cariño nos interpela, es imposible poner resistencia. Voy a parafrasearte: “el corazón sabe”. Nuestros compañeros de estudio, son parte de nuestro ayllu afectivo –ese núcleo con el que compartimos aprendizajes, aventuras y sueños en un particular momento de la vida–. Además, es tal como dices: un reencuentro siempre está cargado de ritualidad y, en este caso, además, tiene la impronta del ADN andino. Venimos de una cultura del compartir. Esta máxima de nuestros ancestros que alguien, alguna vez, dejó escrita en uno de mis cuadernos, lo resume muy bien:

Ruraqman chayaspa rurapakuna
Mikuqman chayaspa mikunakuna
Tusuqman chayaspa tusupakuna
Yachaqman chayaspa yachapakuna

Versionado en castellano, el mensaje sería: Compartir el trabajo. Compartir los frutos. Compartir las celebraciones. Compartir los saberes y las tecnologías.
Así que, sigamos compartiendo…


Ilustración por Ani Ventocilla King

Coqui: Fíjate Mallki que de paso me pregunto si no será, quizá, que somos la única especie que hace, que necesita practicar rituales. La naturaleza –animales, plantas y tantísimo más– está poblada de compartires. De ahí el equilibrio ecológico, como ejemplo mayor. Pero, o no sabemos percibir rituales como tales en el resto de habitantes, o ciertamente somos la única especie que los practica.

Mallki: La vida misma es pura ritualidad. Desde tiempos antiguos, la humanidad conecta con la naturaleza y con el cosmos a través del ritual. Esto está muy presente en los pueblos originarios; pero en todas las culturas, existen rituales que marcan los distintos momentos de la vida: se los llama ritos de pasaje e indican que se suelta una etapa para recibir otra.

En la tradición andina, los distintos ritos de pasaje marcan transiciones y tienen carácter de eventos. A ver…recordemos algunos:

Los de los primeros años de vida son: el corte del ombligo –que nunca se hace con objetos metálicos–; la forma de tratar a la placenta –que, a diferencia de la cultura occidental, es enterrada en un lugar especial– y, la entrega de la faja o chunpi para proteger el ombligo de la wawa (1), recordar su vida dentro de mamá y asegurar rectitud en la vida futura.

Pero las culturas son dinámicas y, la cultura andina no es la excepción; por eso, actualmente, muchas de esas prácticas se han perdido o se han modificado.

Coqui: Ahora que mencionas al chunpi, alguien me envió la imagen de una wawa-choclito que expresa muy bien lo que estás diciendo. ¿Fuiste tú? Buscaré esa foto porque es genial.

Mallki: ¡Cuánta ternura y cuánto símbolo en la imagen! No, no he sido yo quien te envió esa foto pero ilustra muy bien que, la idea del chunpi, viene de la observación del fruto del maíz. Sin duda, es genial: una versión actualizada de una costumbre ancestral. Confirmado: todo ha cambiado pero ha permanecido.

Ya entre el tiempo en el que la wawa comienza a hablar y cambia sus dientes de leche, se hace el rutuchicuy o primer corte de pelo que simboliza el paso de “niño de pecho” a “niño independiente”. En ese evento, los niños reciben el primer animal o el primer surco en la chacra y así, se los inicia en el cuidado y la responsabilidad por el otro.

Y entrada la adolescencia, las mujeres tienen su k´ikuchikuy (2) –ritual familiar cuando llega su primera luna– y, los varones, celebran su warachikuy (3) –ritual consistente en la realización de pruebas de destreza que indican su ingreso como miembro activo de la comunidad y que se hacen en este mes de diciembre en el marco de la celebración del Qhapaq Raymi (4) –coincidente con el solsticio de verano en el hemisferio sur–.

Si seguimos la cronología y, teniendo en cuenta los cambios culturales resultado de los contactos interculturales, de los sistemas de educación, de los medios de comunicación y de la sociedad de consumo, podemos colegir que la celebración de las Bodas de Oro del comienzo de una carrera universitaria es, por antonomasia, un ritual que pone en valor aquello que nos defiende del olvido: la memoria.

Coqui: Pensamos que la memoria reside únicamente en nuestro cerebro, pero no: está en todos los sistemas de nuestro cuerpo, en esa inmensidad que somos. Y uno tiene la certeza de que, bastante de ella está ahí, donde habitan los latidos. Por eso, la preminencia de las corazonadas.

Mallki: Así es, Coqui. A propósito, es preciso agregar que, hace unos días, durante el Qhapaq Raymi del 21 de diciembre, aquí en la Patagonia, con mi ayllu afectivo, estuvimos agradeciendo por esta Luna Llena en los Andes y corazonando para que nosotros y nuestros lectores recibamos la luz, el calor y la energía sanadora del Tayta Inti (5) en el momento de su mayor acercamiento a la tierra. En ese momento, una piedra blanca fue sumada al círculo del espacio ritual, para representar al colectivo Luna Llena en toda su extensión.

Y ahora sí, nos despedimos para seguir corazonando en el 2024…

Notas:

(1) Bebé recién nacido o de muy corta edad.

(2) Primera menstruación.

(3) Ritual de la madurez varonil.

(4) Fiesta mayor del Sol. Marca el momento en el que el astro está en su máximo esplendor y se celebra la vida que nace.

(5) Padre Sol.

(Escrito por Isabel María Álvarez y Jorge Ventocilla en diciembre de 2023).

Escucha nuestro podcast


AÑADE UN COMENTARIO
CAPTCHA
This question is for testing whether or not you are a human visitor and to prevent automated spam submissions.