Volviendo a la idea de comparar la autopercepción de género con otras autopercepciones, como las de transedad y transespecie, es totalmente descontextualizada, imaginaria y mal intencionada en términos empíricos y prácticos, ya que en estas últimas identidades no existen movimientos ni organizaciones que estén pidiendo reconocimiento del Estado al ser casos puntuales, lo que nos muestra la ridiculez del argumento señalado.
Por Andrés Kogan Valderrama*
31 de mayo, 2023.- La reciente viralización de un video de la plataforma TikTok, en el cual una persona de 45 años se declara como una niña de 9 (1), ha despertado una ola de críticas en las redes sociales, en donde se ha planteado no solo lo absurdo de la situación, sino también la relación que tendría esto con las demandas históricas de la comunidad LGBTIQ+.
De ahí que nos recuerde a otros casos en el mundo, en donde persona se han autopercibido como perros, dragones, gatos, caballos o bebés, lo que ha traído consigo que se haga también un paralelo con las demandas de las disidencias sexogenéricas, como si todas compartieran algo en común y fuéramos testigos de un surgimiento de múltiples nuevas identidades, las cuales pondrían en riesgo las bases de la sociedad misma.
Dicho esto, no es casual que sectores de ultraderecha aprovechen este tipo de noticias para vincular el derecho a la identidad de género, el matrimonio igualitario, la educación sexual integral y el derecho al aborto, con el supuesto reconocimiento a las personas transedad y transespecie, generando intencionalmente una campaña de desinformación, que lo que busca finalmente es ridiculizar a quienes buscan alejarse de los moldes tradicionales del sistema hetero patriarcal, a través de una idea superficial e individualizante de la autopercepción.
Es lo que vienen haciendo distintos difusores de las ideas de esta nueva derecha políticamente incorrecta, como es el caso de los argentinos Agustín Laje y Emmanuel Danann, quienes a través de sus videos, insistentemente plantean que nos encontraríamos bajo una hegemonía cultural de izquierda, controlada por un neomarxismo, que ha reemplazado la lucha de clases tradicional y material, por una lucha identitaria, centrada en el género, lo sexual, lo indígena y lo ambiental, que ha colonizado a los distintos Estados, grandes empresas, medios de información y a Naciones Unidas.
No es casual por tanto, que hablen de ideología de género como una forma discursiva para instalar una agenda que promueve una lucha entre hombres vs mujeres, homosexuales vs heterosexuales y cisgéneros vs transgéneros, que lo que buscaría finalmente es destruir la convivencia, promoviendo incluso prácticas aberrantes como la pedofilia, necrofilia y zoofilia, que aunque cueste creerlo, es parte de lo que estos sectores de ultraderecha plantean en su relato a través de su batalla cultural.
Por eso que Laje y Dannan utilizan todo el tiempo un tipo de humor en sus videos que solo busca humillar y vencer al otro, desde una masculinidad amenazada, mostrándonos incluso un diálogo ficticio y absurdo, en donde uno de ellos se autopercibe como un robot (2), lo que solo busca reforzar la idea de que hay una especie de idiotización masiva de la sociedad, en donde ellos vendrían a develar los peligros que puede traer este tipo de situaciones.
Ante esto, dado la gravedad de dicho relato y de una arremetida a nivel mundial de la ultraderecha, no se puede dejar pasar tanta desinformación junta y el daño que genera para millones de personas, en donde personajes como estos, solo encubren su profundo conservadurismo, a través de un paralelo inexistente entre las demandas de la comunidad LGBTIQ+ y casos extravagantes que solo se representan a sí mismos.
Por lo mismo, todo lo dicho por estos youtuber de ultraderecha, muy utilizado por sus miles de seguidores en redes sociales, es fácilmente rebatible desde un punto de vista liberal clásico, que ellos supuestamente profesarían, el cual no solo respeta la propiedad privada, sino también la libertad individual de las personas para que cada uno pueda decidir y tener el proyecto de vida que quiera y estime conveniente.
Es cosa de tomar lo planteado de alguien proveniente del mundo de la derecha liberal en Chile, como lo es la historiadora transgénero Valentina Verbal, quien ha escrito y expuesto sobre la ideología de la ideología de género (3), dejando en evidencia al mismo Agustín Laje en un debate organizado por la Fundación para el Progreso (4), en donde deja al descubierto las falacias de un discurso lleno de prejuicios, estereotipos y miedo de lo que salga del molde tradicional.
En consecuencia, Verbal nos muestra cómo la ideología de la ideología de género encubre la imposición de un discurso biologicista sobre el cuerpo que solo busca naturalizar la idea binaria de género y la sexualidad vista solo desde un punto de vista anatómico y reproductivo, negando totalmente el carácter histórico y cultural de distintas formas que han existido sobre identidades de género, expresiones de género y de orientaciones sexuales, las cuales contienen una pluralidad enorme en los seres humanos.
Además, Verbal plantea que Laje cae en un explícito discurso de odio, al plantear que la comunidad LGBTIQ+ lo que busca finalmente es la legalización de la pedofilia, solo porque el campo psiquiátrico con el tiempo ha ido despatologizando a las disidencias sexogenéricas, luego de todo el daño que le han hecho a millones de personas, con tratamientos brutales, torturas y muertes, violando sistemáticamente los Derechos Humanos.
Asimismo, Verbal emplaza a Laje por su supuesto liberalismo, ya que la patologización y criminalización de otras identidades de género y orientaciones sexuales, se hacen precisamente a través del Estado, el cual se vuelve un ente inquisidor que decide qué es lo correcto y que es lo que no, lo que lo vuelve un discurso estatista moralizante y que rechaza la autodeterminación de las personas, ya que niega la igualdad ante la ley.
Por último, volviendo a la idea de comparar la autopercepción de género con otras autopercepciones, como las de transedad y transespecie, es totalmente descontextualizada, imaginaria y mal intencionada en términos empíricos y prácticos, ya que en estas últimas identidades no existen movimientos ni organizaciones que estén pidiendo reconocimiento del Estado al ser casos puntuales, lo que nos muestra la ridiculez del argumento señalado.
Notas:
(1) https://www.youtube.com/watch?v=ei9oR9rp7uY
(2) https://www.youtube.com/watch?v=1H7szuxKzNQ
(3) https://e-revistas.uc3m.es/index.php/FEMERIS/article/view/6621/5233
(4) https://www.youtube.com/watch?v=6WhY8xkxlqg
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* Andrés Kogan Valderrama es sociólogo, diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable, magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea y profesional de la Municipalidad de Ñuñoa. Integrante de Comité Científico de la Revista Iberoamérica Social y director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org.
SOBRE EL COLUMNISTA
Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo, diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable, magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea y profesional de la Municipalidad de Ñuñoa. Integrante de Comité Científico de la Revista Iberoamérica Social y director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org.
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