Compartimos una crónica de acción llamada Yanina Socorro Poveda, en recuerdo a una señora periodista que salió electa congresista después que se la llevó la pandemia del Covid-19 y tuvo que ser reemplazada por el profesor Echevarría que solo sabe pasear.
La hojita dulce de coca y el espíritu de Yanina Socorro Poveda: crónica de una acción
“La pusilanimidad no hace más que arrear el asno en que monta”.
PALUJO.
Por José Luis Aliaga Pereira
25 de marzo, 2024.-Preocupados por lo que pasa en el país y en su pueblo, se reunieron para discutir la situación. La casita serrana, como siempre sucedía, se alborotó. La movida era política: el poder, tomado por delincuentes, no los podía amedrentar. Alguien dijo que la coca no armaba y eso era una grave señal. Entonces la adquirieron de otra fuente. Sucedió lo mismo. La sagrada, ancestral y mágica hoja de coca, no armaba, exigía algo. Cuando Melquiades quiso analizar el caso, manifestó muy serio:
― Esto es más fuerte de lo que pensé. Es un espíritu que viene del sur; un viento empuja la coca. Miren ―dijo, y cuando alzó las tres hojas que sostenía en las manos, éstas comenzaron a moverse en la dirección señalada por el hombre. No era ―repitió después― un solo espíritu el que se sentía fuerte, llegaban desde tribus completas que se hacían sentir con cánticos y danzas, cantos de guerra, ella era la lideresa. Tres hojitas que lo decían todo.
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Desde septiembre del 2023 venían organizándose con más empeño. El representante del congreso llegaba en sus días, como le llaman, de representación, con sus asesores que eran conocidos politiqueros que armaron su estrategia ganaplata con mentiras. Llegaron con sus guardias y guardaespaldas, todos con caras de palo a reunirse con los jerarcas del pueblo; se tomaban fotografías y regresaban contentos a su local en Lima, a rendir cuentas luego de un verdadero paseo con gastos pagados.
Siempre existen gentes que, desde el pueblo, hacen lo mismo y esperan a sus pares camaleones para aprovechar, al igual que ellos, los presupuestos del gobierno. Hasta que encontraron un tema: Un proyecto turístico. Se juntaron, alrededor de este proyecto que, según dijeron frotándose las manos, tomo cuerpo en una publicación de lujo a la que llamaron Guía. La presentaron con la propaganda del depredador principal y, por supuesto, con bombos y platillos. Para ellos la fiesta del engaño crecía, era el anzuelo de la propuesta del lobo: la de cuidar las alpacas que al final, con pastos, lagunas y bofedales calculaban devorar, mientras el pueblo miraba impotente todos sus movimientos. Fueron compañeros, decían, y no lo podían creer hasta que llegó el día en que, con la gente del poder principal, pisaron tierra celendina, ministros, representantes directos de la usurpadora, que anunciaban que el nefasto proyecto Conga era conveniente para Cajamarca. Solo faltó ella y su séquito de traidores. Ahora, descubiertos después de su primer intento, ya no hablan de turismo; se llenan la boca con apoyo para mejorar el hospital y carreteras y, nuevamente, entrevistas, comelonas y fotos. Salió un pronunciamiento del movimiento social que advirtió que pueden apoyar a nuestro pueblo en lo que quieran; pero ¡Conga no ira, ni hoy ni nunca!
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Con la lectura de las hojitas de coca todo estaba claro; al descubierto.
― ¿Qué raro que no arme? ―dijo Eustaquio―. Esta coca la traje desde Yagen y es la misma que endulzó mi boca la semana pasada. El viento, hecho espíritu, llega con fuerza, vibran las hojas. Miren ―todos lo vieron―. Las hojas de coca se movían como alitas de pájaro.
― Sí ―habló Delfín, viejo conocedor en este asunto―. Siempre compro del “veshi” y nunca me falla.
La hoja de coca no armaba; era como un aviso que anunciaba que algo malo iba a suceder.
― ¿Qué nos pasa? ―preguntó Anselmo, rondero consensuador, fiel a su reglamento ―¿Qué nos quieren decir las hojas, que son el espíritu femenino, y el poro que en su masculinidad cobija a la cal en una especie de vientre o calabaza? Es algo que todos lo sabemos pero que no queremos ver.
― ¡Sinceridad!, eso nos falta ―hablo, tímidamente, Artemio.
― ¡División! ¡Indiferencia! ¡Eso tenemos! ¿Traición? ―gritó, Pancho quien, por su talla, no necesitaba ponerse de pie para dirigirse a sus compañeros.
El nuevo presidente de rondas y su vicepresidente, sentados, formando un círculo, observaban las intervenciones.
― ¡Infiltración! ―gritó levantando la mano, Salustiano Machuca―. Está en nuestras narices. El gobierno come oro, se desespera y actúa como siempre lo ha hecho, lo sabemos.
Y al fin todo se tendió como en una manta en la que se sopla la coca. Al día siguiente, estuvieron allí, en la plaza mayor. La acción “Yanina” se dio el 22 de febrero durante la mañana y parte de la tarde. Fue todo un éxito. La coca lo advirtió. Comunidades aledañas a nuestros bofedales y lagunas, y grupos de apoyo de Oxamarca, Yagen y Cajamarca estuvieron atentos a lo que podía pasar.
Después, poco a poco, se inició la primera sesión del año que, para darse, había tenido que pasar tres meses de tiras y aflojes e intentos de toda laya.
La coca, finalmente hizo que reiteraran, sin temor, aunque con otras palabras, lo mismo.
― ¡Unión! ¡Organización! ―habló Guillermo Rojas, un rondero serio y hermético que solo pronunciaba palabra cuando era necesario.
Levantándose, con la parsimonia que le caracterizaba, intervino Ronaldo, el vicepresidente de rondas:
― Compas ―les dijo, mirándoles, detenidamente, a los ojos―. Ustedes lo han dicho gracias a la clarividencia de la coca, del espíritu que fortalecen aquellos que han brindado su vida, en el 2012, a los que se ha unido Yanina Socorro Poveda Mercedes, la periodista cajabambina quien fuera electa congresista y a la que llevó la pandemia y fue reemplaza por el que seguía en la lista que pertenece a Celendín; detrás estaban sus ancestros y los nuestros. Tienen toda la razón. El pueblo es sabio. Saltarán pulgas y piojos. Hablaremos de todo, bueno y malo, bajo nuestras vigas, bajo nuestro cielo raso.
Desde ese momento las miradas y las caras, en la Asamblea de las Rondas, comenzaron a cambiar. Santiago Arias, el Presidente, chufraneó tres veces seguidas y alcanzó su poro a Ronaldo quien también chufraneó tres veces.
― Esta endulzando ―dijo―. Continuemos, continuemos ―repitió Ronaldo―. Sinceridad, unión, infiltración, etc. Todo esta pasando; los enemigos de la Madre Tierra no descansan. Hay que tender los pullos en nuestro patio; si es así, esta hoja ―alzó las tres hojas de coca juntando las dos manos, y continuó hablando―. siempre estará dulce para todos los que tenemos la frente limpia.
Se inició la asamblea rondera y sintieron la intervención de la hoja sagrada, su fuerza, su energía, su verdad. Empezó el debate. Parecía que no movían los labios, pero hablaban claro, preciso. Parecía que no escuchaban; pero lo entendían todo con claridad. El mínimo gesto y el más débil de los quejidos los hacía voltear, parar las orejas. Sus cuerpos, a veces tensos, eran recipientes abiertos al diálogo: se elevaban, viajaban, defendían, atacaban; percibían y debatían. Solucionaban. Conocían su labor. Aman su territorio.
La acción a realizar fue un éxito. Lo escuchó el país y el mundo. Lo escucharon también ellos, los que salieron electos como autoridades por defender el agua, las cabeceras de cuenca, su vida y la de sus hijos y nietos. ¡Conga no va, ni hoy, ni nunca! ―repitieron. Los caleros o poros comenzaron a sonar, alegres, como sapitos de manantial.
― ¡Yanina Socorro Poveda! ―gritó el presidente ―todos contestaron―. ¡PRESENTE!
SOBRE EL COLUMNISTA
José Luis Aliaga Pereira
Nació en 1959 en Sucre, provincia de Celendin, región Cajamarca, y escribe con el seudónimo literario Palujo. Tiene publicados un libro de cuentos titulado «Grama Arisca» y «El milagroso Taita Ishico» (cuento largo). Fue coautor con Olindo Aliaga, un historiador sucreño de Celendín, del vocero Karuacushma. También es uno de los editores de las revistas Fuscán y Resistencia Celendina. Prepara su segundo libro titulado: «Amagos de amor y de lucha».
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