El 10 de mayo, Juan Aste Daffós, el intelectual orgánico, el militante de la vida y la lucha del pueblo falleció en Lima, pero seguirá vivo en todos quienes lo conocimos y de quienes supieron de su defensa de las causas populares.
Foto de la portada en la cuenta de Facebook de Juan Aste en defensa de Chaparrí
Juan Aste Daffós, compromiso, solidaridad y alegría
Por Carlos Portugal Mendoza
20 de mayo, 2024.- A principios de los años 70 Juan Aste Daffós (1950-2024) era un aplicado estudiante de ingeniería económica en la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), interesado en la aplicación de las matemáticas a la economía. El futuro académico y profesional que esto parecía anunciar cambió cuando participó en una investigación que mostraba la alta explotación de los trabajadores mineros. Empezó a militar en Insurgencia Socialista, grupo que empezaba a tener influencia en la Federación Nacional Minera convirtiéndose en asesor sindical.
Optó así por ser un intelectual orgánico de la clase obrera, un economista al servicio de los intereses de los trabajadores y del proyecto socialista. Fue pionero de la asesoría económica sindical y su libro “Crisis minera y sobrexplotación de la clase obrera” (1982), que proponía la negociación colectiva por rama, fue base para el acuerdo de la Federación Nacional Minera para luchar por un pliego nacional único y las grandes movilizaciones de los mineros en 1988 y 1989, lideradas por Saúl Cantoral y los dirigentes históricos que lo acompañaron.
Luego de su militancia en Insurgencia Socialista, pasó por la serie de procesos de unidad y división de la izquierda, participando en los 80 en la Unidad Democrática Popular (UDP), frente de masas que se mantuvo al margen de Izquierda Unida y que en 1992 fue reprimida por el gobierno de Fujimori. Por esos años centró su trabajo en las crecientes luchas de las comunidades y poblaciones rurales frente al avance del extractivismo minero. Participó así en la formación de Coordinadora de Comunidades Afectadas por la Minería (CONACAMI) y luego en la RED MUQUI espació este último que lo acogió hasta sus últimos días.
Su defensa de las comunidades y poblaciones rurales y del medio ambiente, lo llevó a estudiar una maestría de gestión ambiental en la UNI y a realizar un nuevo aporte teórico-práctico incorporando el análisis de sostenibilidad y ambiental en la valorización de los proyectos mineros. Su trabajo pionero sobre el “Valor Económico del Valle de Tambogrande” (2002) demostró el valor económico ambiental superior de la agricultura sobre el proyecto minero Manhattan. La metodología utilizada la aplicó y perfeccionó en los diversos conflictos en los que intervino, como el del Valle de El Tambo en Arequipa (2021).
Su paso por el Congreso como asesor entre los años 2006 y 2017 dejó entre otras contribuciones la Ley 29293 sobre el desarrollo urbano sostenible y la reubicación de la ciudad de Cerro de Pasco (2008) y el proyecto de Ley para crear un impuesto a las sobreganancias mineras (2011).
Con la renovación de la izquierda en la última década de este siglo, Juan se sumó a las organizaciones políticas “Sembrar” y “Nuevo Perú”. Su encuentro con las nuevas generaciones de la izquierda lo llenó de entusiasmo y se volcó a difundir sus propuestas sobre el rol de la izquierda y su relación con los movimientos sociales.
Remarcaba siempre que era indispensable “estar con la gente”, creía firmemente que el cambio debía venir del trabajo con el pueblo “desde abajo”; confiaba en el pueblo, en que, en base al esclarecimiento político, lo trabajadores y las masas sabrían señalar el rumbo a seguir para el cambio. Pero sin duda, su mayor prédica era su ejemplo de militante íntegro y consecuente.
A algunos no le gustaba el “radicalismo” de Juan, por lo cual perdió relaciones y oportunidades. Pero, no fue un radical emocional o de circunstancia, su radicalismo era siempre una opción meditada y sustentada, un curso de acción cuando el falso diálogo buscaba dividir o menguar la fuerza de los trabajadores y las comunidades. Ciertamente, compartía con Marx la idea de que ser radical es atacar las cuestiones en la raíz y la raíz para el hombre es el hombre mismo; por ello siempre fue socialista.
Caracterizó también a Juan su espíritu solidario, su solidaridad de clase. Viajaba hasta los lugares más distantes para acudir al pedido de alguna base minera o comunidad, recorrió así el largo y ancho del país. No reparaba las dificultades de transporte o los riesgos, como las amenazas de muerte que tuvo que afrontar en la época de la violencia. Consideró siempre como “gajes del oficio” los no pocos golpes que recibió de la represión, de los mercenarios y las detenciones. En Bolivia, a donde viajó llamado por la federación minera de ese país, estuvo detenido varias semanas hasta que fue liberado gracias a la amenaza de una huelga nacional de los sindicatos mineros.
Sería una omisión importante no hablar de la alegría como un componente fundamental de la conducta personal y política de Juan. Su dedicación a los trabajadores y comunidades era para él motivo de felicidad; su alegría le facilitaba entrar en confianza y establecer un espacio de sincera fraternidad. Alegría y fraternidad sin la cual la lucha se hace más difícil. Era difícil conocer a Juan y no terminar siendo su amigo.
Como lo recordó Verónica Mendoza en el homenaje que se le brindó en su funeral, Juan participó en todas las luchas en nuestro país, las de los trabajadores, comunidades y en defensa de la Pachamama; estuvo con las mujeres, con las víctimas de la guerra interna, con los jóvenes y sus movilizaciones contra la ley “pulpín”, y en las protestas contra la corrupción y la impunidad.
El pasado 10 de mayo, Juan Aste Daffós, el intelectual orgánico, el militante de la vida y la lucha del pueblo falleció en Lima, pero seguirá vivo en todos quienes lo conocimos y de quienes supieron de su defensa de las causas populares. Como decía Nicolas Guillén en versos dedicados al Che “No porque hayas caído tu luz es menos alta” Juan. Seguirás con nosotros ahora y siempre, hasta la victoria final.
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